lunes, 21 de febrero de 2011

*Escribir es mirar a la altura del hombre

-¿Contar la vida es inventarla?
La vida es una criatura polimorfa. La narración y también la autonarración de la propia vida es una manera de dar geometría a ese caos que es la vida. La necesidad de contar es un motor fundamental de la criatura humana.

–Usted ha dibujado a las ballenas como seres más tiernos que los humanos.
Porque el hombre es una paradoja, una cosa muy compleja que puede ser angelical y diabólico. Yo respeto a los animales porque son inocentes. Me exaspera la arrogancia de la Iglesia cuando afirma que no tienen alma.

–¿A usted qué le gustaría ser?
Ah..., tantas cosas. Somos prisioneros del tiempo y del cuerpo, y a mí me gustaría deambular dentro de mi propio tiempo, ser hombre hoy y niño mañana. Pero nuestras etapas son severas como estaciones de tren.

–Esa es una nostalgia irreversible.
Como la sensación de lo que podría haber sido y no fue. Lo que podríamos haber hecho y no hicimos.

–¿Qué, en su caso?
Yo estoy aquí, escribí los libros que escribí y encontré a las personas que pertenecen a mi vida profundamente, por casualidad. Si aquel día especial de 1964 en la estación de Lyon de París no me hubiera detenido para comprar un pequeño libro, “Tabaquería” de un autor extranjero que yo no conocía, Fernando Pessoa, mi vida sería distinta.

–¿Cómo sería?
Yo quería ser astrónomo. Me gustan mucho los hombres que miran las estrellas. Sin embargo, he pasado mi vida mirando a la altura del hombre, porque eso es escribir.

–¿Y qué ha encontrado?
El mal y el bien. El amor y el odio. Sé que el mal existe. La vida es un depósito infinito.

–¿Minada de dudas?
Sí, pero ese es el oficio del intelectual. La duda es una forma oblicua de conocimiento porque a menudo no pertenece a la lógica o la racionalidad sino a la intuición, que también es una forma de sabiduría.

–¿El presueño es otra manera de saber?
En ese estado anterior al sueño del que yo me nutro para escribir se pierde el superego y
toma el control lo irracional. Es un espacio muy libre, porque pensar racionalmente es una manera de castigarse, de limitar la propia libertad intelectual.

–Ahí pueden aparecer muchos fantasmas.
Sí, es muy inquietante. Están los fantasmas de los miedos que aparecen cuando estás desprotegido de la racionalidad. Pero también los fantasmas buenos, las personas que pertenecieron a mi vida y que me otorgan una dulzura muy grande.

–¿Alguien en particular?
Mi padre me habló en ese estado de presueño hasta que se confundió conmigo.

–Su padre perdió el habla.
Sí, pero mi imagen de él es su voz. La voz me parece la cosa más misteriosa del hombre, uno de los misterios más oscuros y antiguos. Los fundadores de las grandes religiones no escriben, hablan. Orfeo canta y es gracias a su voz que vence a la muerte.

–¿Y usted por qué se planteó que su voz fuera anónima?
Supongo que por cobardía. Tomarse la palabra es una responsabilidad muy fuerte y arrogante. El hecho de mirar produce culpabilidad, porque cuando se mira se ve.

–El desasosiego, ¿tentación de escritores?
No sé si es una tentación o una condición ontológica. El escritor se siente inadecuado para la vida, no es un ser práctico, no sabe resolver la burocracia. Escribir es, muchas veces, no saber vivir. Para el escritor es más fácil describir la vida que vivirla.

–¿Y usted cómo calma su desasosiego?
Lo calmo y lo alimento escribiendo.

–¿Luz y tiniebla en un mismo pozo?
Hay raros momentos felices y es preciso disfrutarlos. Alguien le preguntó a Borges una vez si estaba completamente ciego y él respondió: “En ciertos días, cuando estoy de buen humor, veo el amarillo”. Yo para calmar el desasosiego llamo por teléfono: la voz de otra persona me da seguridad.

–¿Qué siente cuando vuelve la mirada?
Un imposible: me gustaría revivir ciertos momentos con la mujer que he amado más en mi vida, con mi mujer. Repetir, por ejemplo, aquel viaje a Francia de los 25 años.

–¿Es usted un hombre de un solo amor?
No creo que exista más de un amor fundamental en una vida. Y es un privilegio muy grande encontrar a la persona que tú amas.

–¿La amaba ya antes de conocerla?
Sí, el amor es como una cita y es importante darse cuenta de esa cita. Luego las dificultades se superan con la gimnasia diaria.

–¿Eso es madurez?
Siempre pensé que existía una línea metafórica que separa la juventud de la madurez, pero después he comprendido que cada día tenemos que superar esa línea de sombra.

–“Cada vez se hace más tarde” es su último libro. ¿Más tarde para qué?
Somos criaturas comandadas por el tiempo y el tiempo no perdona. Se hace más tarde para la comprensión de las cosas que nunca comprendes. No se sabe muy bien a quién, pero cada uno de nosotros tiene una carta pendiente que escribir, aunque nunca hallemos el coraje para hacerlo.

–¿Y usted ya sabe quién es?
No muy bien. Pero creo que pensar quién soy es limitativo, deberíamos pensar quiénes somos, porque el individuo es siempre plural, somos poliedros, somos muchos y cada vez distintos. En un poema tardío, Pessoa cuenta que se había cuestionado tanto a sí mismo que probablemente en su complicación no había sabido apreciar la sencillez.

Antonio Tabucchi, escritor y profesor de literatura, nació en Pisa (Italia) en 1943. Se considera un progresista escéptico. "No creo en la divinidad, creo en las posibilidades del hombre: la eternidad está en nosotros".
Su don va más allá de la palabra, su sabiduría es antigua. Muchos de sus libros nacen en el presueño, esa especie de limbo libre de espacio y tiempo, y algo se trae de ese mundo, como si sus libros pudieran leerse con los ojos cerrados. Tabucchi no narra, muestra el lado oscuro de la realidad y la inquietud sin nombre que todos compartimos. Le habita la melancolía. Para huir de ella adopta otra de sus facetas, la del columnista comprometido, la del profesor universitario: “Escribir todo el día es una forma masoquista de cultivar la soledad. Necesito otras voces. Cuando caigo en el vientre de los sentimientos y me atrapa el desasosiego, telefoneo. La voz me tranquiliza”.
Su novela más valorada es "Sostiene Pereira". Léela y quizás algo muy dentro de ti cambie.

(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).

*Luis Pastor (cantautor extremeño)



Soy un rayo nacido del grito,
feliz meteorito de alguna explosión.
Soy la unión de dos cuerpos celestes,
mi madre y mi padre en el ojo de Dios.

Vine al mundo con la sementera,
el trigo en la era, el fruto en la flor.
Arrancado del surco del huerto,
tomate, pimiento, patata y melón.

Soy un viejo pupitre de escuela,
pizarra, tintero, cartera y catón.
Yo también comí queso amarillo,
bebí leche en polvo y canté el “Cara al sol”.

Soy memoria de un tiempo de barrio,
ciudad de extrarradio de lata y cartón.
Soy un verso lanzado al futuro,
proyecto seguro, guitarra y canción.

Soy lo que fuimos ayer,
soy lo que está por venir,
soy un deseo de ternura,
un canto de cuna, soy parte de ti.

Un marinero sin mar,
un extremeño en Madrid,
un árbol de Berzocana,
la flor de jara de tu jardín.

Luis Pastor, nació en Berzocana (Cáceres) el 9 de Junio de 1952. Emigró al barrio de Vallecas, en Madrid, a principios de los sesenta.
Ya desde pequeño quería ser cantante. A los catorce años, dejó el colegio y entró a trabajar de botones en una compañía de seguros. A los dieciséis compró su primera guitarra. A los diecisiete escuchó un disco de Paco Ibáñez y descubrió la poesía.
Comenzó cantando en la iglesia de su barrio, en centros juveniles, en casas particulares y reuniones de amigos. En el verano de 1970, sale a Europa, y recorre con su guitarra los centros de emigrantes en Alemania, Francia y Bélgica. A punto de cumplir los veinte, en la primavera de 1972, abandona su brillante carrera de empleado de seguros y decide cantar, hasta nuestros días
.

jueves, 17 de febrero de 2011

*Educación del carácter

La autodisciplina constituye la esencia de la autonomía personal, que es uno de los objetivos de la educación. Por eso, excluir a la escuela de la formación del carácter y encomendarle únicamente la instrucción supone una tremenda falta de comprensión de sus obligaciones educativas. Su tarea también debe consistir en establecer didácticas para el aprendizaje de conceptos como el deber, la responsabilidad o la seguridad en uno mismo.

La autodisciplina forma parte del aprendizaje de la libertad, que es parte esencial de la educación. No es verdad que todos los seres humanos nazcan libres. Ésa es una afirmación ética y jurídica, no psicológica, y confundir ambas cosas ha producido cataclismos pedagógicos. En realidad, todos nacemos absolutamente dependientes de nuestros padres y de nuestros impulsos, y poco a poco vamos adquiriendo mayor o menor suficiencia, mayor o menor libertad.

Favorecer el proceso hacia la autonomía personal es uno de los objetivos de la educación, sea escolar, familiar o social. Esto supone ayudar a los alumnos para que adquieran los recursos intelectuales, afectivos, volitivos y morales necesarios para conducir bien su vida. Lo explicaré con una fórmula muy sencilla: educación = instrucción + educación del carácter.

Todo el mundo sabe lo que significa “instrucción": el conjunto de conocimientos y procedimientos intelectuales que un joven debe haber adquirido al dejar el sistema educativo. En cambio, “educación del carácter” es una expresión que necesita una explicación.

El concepto procede de Grecia. “Carácter” era el conjunto de hábitos buenos o malos que configuraban una personalidad. Los buenos hábitos se llamaban virtudes; y los malos, vicios. La excesiva moralización de estos términos los ha desprestigiado en nuestra cultura, por eso es importante recordar que en su origen indicaban sólo la capacidad para la excelencia.

¿Cuáles eran las virtudes de un caballo? La velocidad, la fuerza, la resistencia. ¿Cuáles eran las virtudes de un atleta? La agilidad, la velocidad, la potencia.

Pues bien, los antiguos griegos se preguntaron: ¿Y cuáles son las virtudes del ser humano, es decir, aquellas fortalezas que debe adquirir y desarrollar para ejercer bien su oficio de vivir? Y a esa pregunta respondieron mencionando un conjunto de hábitos que consideraban necesarios. Unos eran intelectuales y otros eran morales.

Por ejemplo, el pensamiento crítico es un hábito intelectual, y también lo es la capacidad de razonar bien, de inventar y de atender a los argumentos de otro. Los hábitos morales son los que permiten un comportamiento excelente: la tenacidad, la conciencia moral, la facultad de deliberar y de elegir, el razonamiento moral, la valentía, la capacidad de resistir el esfuerzo y de aplazar la recompensa, etc. El conjunto de estos hábitos forma el carácter.

Añadiré que en griego “carácter” se dice “ethos”, término del que viene la palabra “ética”, que es la ciencia que trata del buen carácter, del que hace posible la felicidad privada y la felicidad política. Es evidente que estamos hablando de los dos grandes objetivos de la educación: ayudar a construir la inteligencia personal y la inteligencia ciudadana.

Al hablar de personalidad conviene distinguir tres niveles:

-Hay una personalidad recibida, determinada genéticamente (sexo, habilidades intelectuales básicas, temperamento).

-A partir de ella, mediante la experiencia y la educación, se va configurando la personalidad aprendida, que es lo que llamamos carácter.

-Pero también hay una personalidad elegida: el proyecto de vida que cada uno hace desde su carácter y su circunstancia. Si no fuéramos libres, nuestra personalidad y nuestro carácter se confundirían, y eso es lo que afirman muchas teorías psicológicas, pero todos tenemos un margen de libertad que nos permite elegir metas diferentes. La libertad es, ante todo, un proyecto de liberación. Y en algunas ocasiones ese proyecto puede exigirnos, por ejemplo, intentar cambiar nuestro carácter, si nos parece un obstáculo.

Este último nivel de la personalidad es una tarea personal. La tarea educativa se detiene, pues, en la formación del carácter, parte nuclear de la personalidad, fuente de posibilidades y fortalezas.

*(José Antonio Marina. Filósofo).

lunes, 14 de febrero de 2011

*The Magnetic Fields



The book of love is long and boring
no one can lift the damn thing.
It's full of charts and facts and figures
and instructions for dancing.

But I...
I love it when you read to me.
And you...
you can read me anything.

The book of love has music in it
in fact that's where music comes from.
Some of it's just transcendental,
some of it's just really dumb.

But I...
I love it when you sing to me.
And you...
you can sing me anything.

The book of love is long and boring
and written very long ago.
It's full of flowers and heart-shaped boxes
and things we're all too young to know.

But I...
I love it when you give me things.
And you...
you ought to give me wedding rings.

And I...
I love it when you give me things.
And you...
you ought to give me wedding rings.

You ought to give me wedding rings.