.-La primera pregunta es sobre la curiosidad, ¿cuándo es buena y cuándo hace daño?
Gracias a la curiosidad, descubrimos el mundo. Siempre que nosotros queremos expandirnos, nos volvemos curiosos, queremos saber algo nuevo. Por ejemplo en los niños es algo muy importante; los niños están haciendo todo tipo de preguntas al mismo tiempo.
Algo distinto es cuando yo traspaso los límites del otro. En el momento en el que yo pregunto más de la cuenta, entonces lastimo su esfera íntima. Y entonces adquiero un poder sobre el otro con mi curiosidad. Y eso es inhumano. Va contra el amor.
El respeto por el otro implica que yo soy capaz de respetar sus límites. Y que soy capaz de quedarme en mí mismo. Si una persona me cuenta algo, entonces yo puedo escuchar. Pero inclusive muchas veces ni siquiera hago esto. Porque en el momento que una persona me cuenta cosas suyas también está entrando en mi esfera. También me utiliza de alguna manera. Y en ese momento… yo me cierro. No escucho. Ese es un punto donde yo pongo mucha importancia en las constelaciones familiares.
.-¿Puede poner algún ejemplo?
Cuando un hombre empieza a decirle a su mujer: ¿y cómo fueron tus relaciones anteriores? destruye el amor. Y cuando la mujer le cuenta de sus relaciones anteriores al marido, eso también destruye el amor. Existen cosas que deben permanecer privadas.
Y están las situaciones entre padres e hijos, donde los padres quieren saberlo todo de sus hijos. Jamás van a lograr saberlo. Y entonces el niño empieza a mentir. Y con toda la razón. Él se protege; es su esfera íntima. Aquí lo importante es el respeto a lo íntimo, a lo privado. Y lo privado, si lo tomamos con exactitud, es algo sagrado. En ese caso las mentiras son una medida de protección.
Por ejemplo, en las relaciones de pareja cuando uno le dice al otro, tú me tienes que decir todo, es pretender imponer el poder personal sobre el otro. Cuando la pareja respeta esa esfera privada entre el uno y el otro, entonces a veces uno le cuenta al otro lo que uno normalmente no contaría. Algo muy personal. Pero eso es un regalo que uno le hace al otro. Pero el otro no puede hacer preguntas al respecto. Se queda justo con lo que se le dijo. Esta es una de las reglas del amor.
.-¿Y esta necesidad del ser humano de hablar de nosotros mismos con la otra persona en lugar de mirarla?
Cuando alguien habla constantemente sobre sí mismo, lo que está haciendo es huyendo constantemente de sí mismo. Quien se encuentra centrado, está consigo mismo. Y esta persona generalmente dice poco. Las personas que hablan mucho, muchas veces vienen de situaciones donde se han sentido muy abandonadas.
Y generalmente, lo que están pidiendo es “por favor, mírame”. Por favor, escúchame. Por favor, ámame. Y al mismo tiempo abruman a la otra persona consigo mismos. Se quedan solos. Esa es la consecuencia. Porque los otros no tienen ganas de oírlo. Se vuelve excesivo. O sea que eso es algo que hay que tener en cuenta. ¿Pero qué le decimos a alguien que habla constantemente así?
.-¿Cómo comienza una conversación?
Con el silencio. Y después con la escucha. Con la escucha mutua. Y entonces en esa conversación se da un intercambio. Y eso lo que trae es que el uno cuenta sobre una experiencia, una experiencia que le ha traído algo a él. Y entonces eso le permite al otro ser parte de esa experiencia. Y por eso el otro no contesta inmediatamente, sino que primero entra en esa experiencia. La deja actuar dentro de sí. Y la compara con las experiencias que él tiene. Hace que algo se ponga en movimiento dentro de él. Y sólo entonces contesta. Eso es un diálogo, al final del cual las dos personas se han enriquecido.
Ellas están hablando de sí mismas, pero de una manera centrada. Y están hablando de tal manera que él otro vive una experiencia a través de ese diálogo. Eso es un intercambio hermoso.
Puesto que el que llega simplemente a abrumar al otro con lo que dice, no está escuchando nada. No puede escuchar. Entonces termina aislado. Justamente lo que él quisiera, es lo que él pierde.
.-¿Esta conversación que él compartió es parte de la entrega de la intimidad?
De alguna manera, cada uno pasa un poquito más allá de su propio límite, pero no se mete en el otro. Ellos se encuentran en un espacio en medio en el cual compartimos. Porque existe un límite doble. Uno es el límite de la piel, allí nadie puede penetrar. Eso seria gravísimo. Y luego existe un lugar en medio, un lugar de relación. Y las relaciones se dan en ese espacio, en ese lugar de en medio. Y ese lugar de en medio también tiene sus límites, no puede entrar cualquiera, pero es un espacio medio común. Como por ejemplo en una familia hay un espacio para la relación de la familia y no puede entrar el que quiera.
Y lo mismo pasa en una relación de pareja. Pero uno puede ampliar el espacio. Uno puede permitirle a alguien que comparta ese espacio, y entonces el espacio se amplia. Por ejemplo, en un matrimonio: llegan la familia del marido y la familia de la mujer a ese espacio común. Y entonces ese espació se amplia. Mas uno siente donde esta el limite.
.-¿Y qué pasa cuando uno no respeta ese límite?
Entonces uno sufre. Y el dolor y el sufrimiento también son un movimiento del espíritu. El espíritu se encarga de domarnos. Y para la próxima ya lo tendremos claro, aunque muchas veces sólo lo tendremos claro después de cien veces.
Entrevista a Bert Hellinger realizada en Marzo del 2007 en la Facultad de Bellaterra (Barcelona), al finalizar el seminario de “Constelaciones desde el Espíritu”.