viernes, 30 de octubre de 2009

*John Lennon (with The Beatles)



Words are flying out like
endless rain into a paper cup
they slither while they pass
they slip away across the universe.

Pools of sorrow waves of joy
are drifting thorough my open mind
possessing and caressing me.

Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world.

Images of broken light
which dance before me like a million eyes,
that call me on and on across the universe.

Thoughts meander like a restless wind
inside a letter box
they tumble blindly as they make
their way across the universe.

Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world

Sounds of laughter shades of life
are ringing through my open ears
exciting and inviting me.

Limitless undying love which
shines around me like a million suns
it calls me on and on across the universe.

Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world.

Jai guru deva
Jai guru deva
Jai guru deva
Jai guru deva
Jai guru deva...

*Deja a tu hijo moverse solo, ¡confía!

La demanda extrema de seguridad es perversa: queriendo máxima seguridad para nuestros hijos, se la robamos (¿cómo afrontará la vida quien creció entre algodones?). Son reflexiones que me suscita esta madre en lucha con la mentalidad hegemónica norteamericana (el niño como frágil tacita que te pueden robar o romper). Charlo con Lenore mientras Izzy baja a la calle a dar una vuelta. Lenore ha participado en la jornada de educación vial “¡La calle también es mía!”.
Lenore Skenazy , de 49 años, vive en Nueva York. Dejó a Izzy, su hijo de 9 años, ir solo al colegio... ¡y vaya escándalo!

-¿Estoy ante la peor madre de América?
Ese título me han colgado.

-¡Algo habrá hecho para merecerlo...!
Sí: confiar en la vida, en el mundo, en la gente y en mi hijo.

-¿Confiar?
Confiar en que mi hijo Izzy, a los 9 años, podía ir y volver él solito de casa al colegio.

-¿Y podía?
Claro: desde pequeño ha viajado en metro conmigo y su padre, y días antes de dejarle ir solo, repasamos el trayecto con él.

-¿Y qué decía Izzy al respecto?
Como la mayoría de chavales, él anhela sentirse independiente, autónomo, sentirse mayor: le ilusionaba moverse solo por Nueva York, y sabíamos que tenía plena capacidad para hacerlo. Y le dejamos hacerlo.

-¿Y dónde estuvo el problema, pues?
En que un policía, al verle solo en el metro, le detuvo: "¿Dónde vas solo, tan pequeño? ¿Lo saben tus padres?", le preguntó. No se creyó que le hubiésemos dejado moverse solo por el metro de Nueva York...

-¿Y qué pasó?
Se lo llevó a comisaría y me llamaron a casa.

-Vaya susto, ¿no?
Me sobresalté. Por teléfono le confirmé al agente que yo había permitido a mi hijo salir solo. El policía no daba crédito: "¿Y no le preocupa lo que pueda pasarle a su hijo?", inquiría, atónito. ¡Temí ser arrestada!

-¿Y no le inquietaba que fuera solo?
¿Qué podía pasarle? ¿Ser robado? ¿Agredido? ¿Secuestrado? ¿Violado? ¿Asesinado? ¿Descuartizado? ¡Por favor! Ese modo de pensar tóxico es mayoritario hoy en mi país, con unas consecuencias espantosas...

-¿Qué consecuencias?
Tener tanto miedo a monstruos que atacarán a nuestros hijos ¡convierte a los padres en verdaderos monstruos para sus hijos!

-¿Tanto como eso?
¡Los padres roban a sus hijos la infancia y el gusto por la vida, inoculándoles recelo y miedo! Están encapsulándolos, incapacitándolos para vivir en sociedad. Mire, yo relaté lo sucedido con mi hijo Izzy en mi columna periodística, y asistí a dos reacciones...

-A ver: una...
Se me acusó de desocuparme de mi hijo, de ser mala madre, negligente, perezosa, pasota, culpable de lo que le pasara a mi hijo...

-La peor madre de América, vamos.
Pero la otra cosa que pasó es que recibí cartas de chavales. Le leo una: "Tengo 15 años. Me llevan en coche de casa al colegio, mi vida es ver la tele, videojuegos... Es divertido un rato..., ¡pero no tengo libertad!: no puedo jugar en el jardín porque mis padres tienen miedo a que me secuestren o me maten. ¡No quiero que mis hijos, si un día los tengo, vivan como yo!".

-Se trata de un caso extremo...
No, es común. Cuando yo era niña, correteábamos por la calle, los niños repartían diarios, las niñas de 12 años hacíamos de canguro a niños pequeños, o cantábamos por las casas pidiendo aguinaldos... ¡Nada de eso se permite hoy! Sólo un 10% de los niños de mi país van solos al cole.

-Habrá aumentado la inseguridad...
¡Mentira! El índice de seguridad vuelve hoy a ser el mismo que el de 1963, y Nueva York es de las ciudades más seguras del país.

-Entonces, ¿a qué responde tanta sobreprotección?
La televisión sabe que repetir sucesos luctuosos, crímenes, tragedias, niños secuestrados, una niña asesinada... nos estremece, atrae, magnetiza y vende. Y lo hacen: ¡los repiten sin descanso! ¿Pasa esto en España?

-Estamos en ello.
El efecto de esto es que la gente se queda con un mensaje: "La calle es peligrosa, ¡mi hijo está en peligro!". E incluso algo peor...

-¿Qué?
¡Acabas viéndote a ti mismo como criminal! "Si un vecino me deja a su hijito, ¡qué irresponsable es!, porque yo podría...".

¿Qué medidas tomaría usted si mandase en Estados Unidos?
Que no se arreste y enjuicie -como ahora- a padres que dejan un rato a sus niños solos en casa o les permiten salir solos a la calle.

-Pobres padres...
Y pobres hijos: cosificados, convertidos en inútiles, no sabrán desenvolverse mañana. ¡Démosles la oportunidad de espabilarse!

-¿Cómo?
Déjale que vaya a comprar el pan o el periódico, déjale que complete una vuelta a la manzana en bici él solo, déjale que vaya a comprarse un helado... Enséñale, ¡y suéltale! Ser buenos padres consiste en eso.

-¿Qué otro consejo daría?
Me escribió el otro día un señor de 90 años: "Recuerdo el día en que, con 10 años, me dejaron subir solo al tren...". Tras casi un siglo de intensa existencia, ¡Segunda Guerra Mundial incluida!, al final de su vida, ¿quién era ese hombre, quién había sido siempre? ¡El niño valiente que subió solo al tren...!

-Confianza es el mensaje, ¿verdad?
Confía más en lo que ves que en la tele: ¿secuestran cada día a un niño en tu ciudad?

-¡No!
Pues no lo secuestres tú: ¡tenemos secuestrados a nuestros hijos! Alguien me soltó: "Esta madre prefiere darle a su hijo un día de diversión a una larga vida", ¡dando por hecho que alguien matará a mi hijo!: así de aberrante es la mentalidad estadounidense.

-¿Qué es lo peor que le han dicho?
"¡Ojalá algo horrible le pase a tu hijo, para que aprendas!".

(Entrevista publicada en "La contra" de la Vanguardia).

jueves, 29 de octubre de 2009

*Andrés Calamaro (músico argentino)



Te quiero, pero te llevaste la flor
y me dejaste el florero.
Te quiero, me dejaste la ceniza
y te llevaste el cenicero.
Te quiero, pero te llevaste marzo
y te rendiste en febrero,
primero, te quiero igual.

Te quiero, te llevaste la cabeza
y me dejaste el sombrero.
Te quiero, pero te olvidaste abril
en el ropero, pero igual te quiero.
No me gusta esperar,
pero igual te espero,
primero, te quiero igual.

Te quiero, me dejaste el florero
y te llevaste la flor,
pero igual te quiero.
Me dejaste el vestido
y te llevaste el amor.
Te quiero, pero te olvidaste abril
en el ropero,
primero, te quiero igual.

No sé si estoy despierto
o tengo los ojos abiertos.
No sé si estoy despierto
o tengo los ojos abiertos.

Te quiero, no sé si estoy despierto
o tengo los ojos abiertos.
Sé que te quiero y que me esperan
más aeropuertos.
Te quiero, te llevaste la vela
y me dejaste el entierro,
primero, te quiero igual.

Te quiero, pero te llevaste la flor
y me dejaste el florero.
Te quiero, me dejaste la ceniza
y te llevaste el cenicero.
Te quiero, pero te llevaste marzo
y te rendiste en febrero,
primero, te quiero igual.

Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) es considerado uno de los más grandes artistas del rock argentino. Durante toda su carrera ha pertenecido a bandas de gran importancia como "Los Abuelos de la Nada" y "Los Rodríguez". Artísta prolífico que ha compuesto varias de las canciones más importantes del rock en español.

*El amor es el fundamento de la civilización

Julia Kristeva nació en 1941 en Bulgaria. A los 25 años, después de completar sus estudios de lingüística, marchó a París, donde tras estudiar psicoanálisis, empezó a practicar la psiquiatría.

-¿Las historias que le cuentan sus pacientes refuerzan su preocupación por los problemas sociales de hoy en día?
Son situaciones que oigo por boca de mis pacientes. No creo que sean casos excepcionales. Se trata simplemente de personas que intentan superar una situación de crisis. Padecen por la disolución del amor e intentan reencontrarlo. Buscan de nuevo un vínculo moral. Creo que en nuestra sociedad impera una crisis real. Sobre todo en torno al valor fundamental en el que se cimientan tanto la religión como la moral secular: la relación de amor.

-¿Qué piensa de las críticas que insinúan que sobreestima la fuerza del amor?
¿Cómo podría el amor no ser la base de la sociedad, de la cultura y de cada individuo? Toda la historia es prueba de ello. Una sociedad nueva no tiene por qué fundamentarse en la presunción de que existe un ‘Dios’, pero sí necesita la presunción del amor.

-Según usted, no podremos comprender a los otros mientras no nos demos cuenta de que nosotros mismos no estamos formados de una sola pieza, sino que llevamos en nuestro interior todo tipo de diferencias, voces incomprendidas y elementos extraños.
Sólo conocemos al otro cuando lo amamos. El amor es el cenit de la subjetividad.

-¿Es este amor el que ve amenazado en el mundo actual por la xenofobia, las guerras civiles y la rápida desintegración social?
El tejido social se deshilacha. En la calle impera la mayor grosería, la gente se dice de todo a la cara. Se cometen asesinatos y robos, y la delincuencia es omnipresente.
En la sociedad actual se observa una falta de iniciativa, de libertad, y de responsabilidad. Todos estos aspectos giran en torno a la cuestión de la persona. Sólo somos personas cuando nos situamos frente a otro, nunca de forma aislada. Lo que nos convierte en personas es el vínculo con el otro, la relación de amor. Si ese vínculo se destruye, surge la barbarie. Sólo entonces afloran el odio y la violencia. No creo que en Occidente estemos protegidos contra eso.

-Usted afirma que el amor es el fundamento de todo.
Sí, pero al mismo tiempo es una de las cosas más difíciles de describir. La fe y el amor están relacionados. Lo divino nació junto con el amor: nunca ha existido una sociedad sin religión. Pero incluso en una sociedad atea, el papel del amor es fundamental. Al fin y al cabo, convivir significa integrarse en una red tejida con los hilos del afecto.

-Y también con los del odio, afirma usted.
Es que el amor no es sólo idílico. También lleva en sí violencia. La relación humana siempre transcurre por el eje de eros y tánatos. Somos humanos precisamente porque somos capaces de idealizar. Es eso lo que nos permite hablar. Si no amamos a nadie, no hablamos. La relación de amor es la condición de nuestra capacidad para el habla. Si se niega esto, se destruye no sólo a las personas, sino también la posibilidad humana, su condición de hablante.

-¿Por qué es tan importante la relación con el otro?
Porque en el amor se apela al hombre en su ser más primitivo, a sus cimientos más profundos y al mismo tiempo a su ideal. Nos enamoramos de alguien porque esa persona responde a nuestra necesidad narcisista, a algo primitivo que ya habitaba en nuestra infancia, algo anterior al lenguaje. Al mismo tiempo, esa otra persona responde al más ambicioso de nuestros proyectos, a nuestros ideales, a lo más sublime. El amor se sitúa siempre entre estos dos polos. Por ello, todo nuestro ser puede realizarse a través de él. Si estamos enamorados, nos encontramos en una situación de receptividad, de creatividad. En estado de gracia, como se dice en la religión.

-¿El hecho de que el amor conduzca a relaciones armoniosas presupone que el amor es recíproco?
No, y de ahí vienen la decepción, los celos y el odio. Ni siquiera el enamoramiento, que es uno de los estados más sublimes, se libra del todo de esos aspectos negativos. Alguien que está enamorado no siempre es consciente de ellos, pero ahí están, ocultos.

-Peor es cuando el amor es rechazado.
Por supuesto. La reacción que sigue es comparable al duelo ante una pérdida: melancolía y depresión. En lugar de vengarse del objeto de su amor, una persona en esta situación se venga en sí misma: no valgo nada, porque el otro no me ama. Y ello puede empujarla incluso al suicidio. No mato a quien no me ama, sino a mí mismo.

-Afirma usted que hoy en día nos faltan códigos para el amor. ¿Acaso hemos de idear una nueva línea de conducta?
No sé si hemos de idear un código único. Seguramente sería demasiado prematuro. Quizá dentro de un siglo hayamos encontrado algo más estable. Pero en estos momentos creo que vivimos a la vez en diferentes épocas en las que rigen diversos códigos de amor.

-¿Qué piensa de la relación de pareja?
La relación de pareja tiene mucho valor. En la actualidad, entre hombres y mujeres parece que se ha llegado a un grado de independencia tal que ahora la vida ya no tiene por qué desembocar en la formación de parejas. Todos somos independientes: ¿por qué vivir juntos? Pero en mi opinión, el hecho de que, con esa independencia y a pesar de ella, podamos vivir con otra persona, no en una relación de esclavitud, sino en una relación libre de individuos independientes, delata un fondo de civilización extremadamente refinado y elevado.

jueves, 22 de octubre de 2009

*Geoffrey Oryema (músico ugandés)



Paint me a picture of a river
and let it flow
just let it flow
it will flow and wash away our differences
and love will grow.

You have the power to deliver
so let it flow
When I dip my hand into your water
I feel your soul.

Nafikiliya Koruba Shamba
Nafikiliya Koruba Shamba.

I'll do the fire by your river of metled stone
you can drink the silver of my moonlight
as our fire burns
the fire burns.

I'll slide inside your slient water
like polished stone
then break the surface with a shiver
while the river flows.

Nafikiliya Koruba Shamba
Nafikiliya Koruba Shamba.

Paint me a picture of the river
and let it flow
let it flow
all across the deserts and the mountains
we'll let it go
let it go.

Nafikiliya Koruba Shamba
Nafikiliya Koruba Shamba.

*La alegría es un desafío

-¿Cómo es una vida bella?
Desde luego, no es un artefacto, algo acabado y perfecto. Yo creo que somos artífices de nuestra vida, nos vamos haciendo.

-Elija un camino.
La sencillez. Hay que saber mucho para ser sencillo. La sencillez es un resultado; la simpleza, un estado primario. Me gustaría llegar un día a ser sencillo.

-Ya, pero ¿cómo se llega?
Desde luego, no solo. Uno solo se ensimisma, se enquista, se vuelve autosuficiente. Creo que necesitamos el desafío permanente de los otros, esa irrupción que nos trastorna y nos altera pero que nos hace vivir.

-¿Y por qué el otro nos trastorna tanto?
Porque no es otro como yo. En general, no buscamos al otro, buscamos a alguien como nosotros para no vernos muy desafiados. Pero es una suerte encontrarse en la vida con alguien otro de verdad.

-La alegría no ha de reducirse a la llamada felicidad, dice usted.
Hay éticas de la felicidad e incluso anuncios televisivos en los que se dice: "Sopas hechas con felicidad"; parece que es un ingrediente, un aditamento. Yo más bien apostaría por la alegría, por el gozo de vivir.

-La alegría se cultiva.
La alegría es un desafío, algo por lo que hay que luchar. No comparto los discursos quejosos de esa gente que está siempre gimiendo y lamentándose. En una sociedad blanda, acomodada y tibia, la queja se ha convertido en un instrumento que se utiliza con demasiada facilidad.

-La alegría da trabajo.
Hay que emprender cosas, sí. En general, estamos muy aburridos y eso nos produce una vida gris más o menos adornada. La alegría nace del desafío, de correr el peligro de vivir, de hacer de la vida una experiencia.

-Pensar diferente, ¿cómo hacerlo?
Hay que vincular el pensar al vivir y a nuestras palabras, de manera que digamos lo que pensamos, y pensemos y hagamos lo que decimos. Un pensamiento implicado en la transformación de uno mismo es muy innovador, porque el pensamiento empieza por transformarse a sí mismo.

-La curiosidad mueve al pensamiento.
Sí, la curiosidad de ver si podemos ser otros que los que somos. Pero nuestro pensamiento es poco curioso, tiende a confirmar lo que ya existe en vez de crear algo distinto.

-¿Y cómo sacudirse las telarañas?
En general, somos seres aislados y tenemos una idea de las relaciones personales como si fueran un movimiento que lleva del uno al otro, una especie de yo yo y tú tú. Si uno piensa en Platón, entenderá que el eros, el amor, es el movimiento que pone a los dos en la dirección de algo.

-Hasta que empiezan las diferencias.
Encontrarse a alguien con quien iniciar un itinerario hacia alguna cosa distinta es un regalo fantástico, pero hay que valorarlo. Deberíamos ser como los archipiélagos, conjunto de islas unidas por lo que las separa.

-Después de tantos filósofos, ¿cuáles son las conclusiones que le han servido para vivir?
La intensidad es un factor determinante para la dicha. No se trata, creo, de hacer grandes cosas extravagantes, sino de cuidar los detalles de la vida, darle mucha intensidad a cada instante. Piense en esos animales que viven cuarenta horas...

-¿Dar belleza a nuestra forma de vivir?
Sí, pero en el sentido griego, en el que la bondad, la belleza y el bien están unidos. Nosotros hemos hecho de la belleza algo esteticista que se logra a través de una especie de ataques de atletismo, pero hemos olvidado cultivar nuestro modo de ser.

-Me sabe mal hablar en este contexto de la muerte.
Entonces, mejor hablar como mortales, entendiendo que cada instante no volverá. A mí, ser mortal me ayuda a vivir gozosamente y a darle a cada instante mucha fuerza.

-Es curioso que nos empeñemos en vivir como si no fuéramos mortales.
Porque vivir como un mortal es exigente. A mí, lo que me asusta es echar a perder la vida. En realidad, nos pasamos la vida ocultando que somos efímeros (en griego: seres de un día). Somos cotidianos, como el pan, como el periódico; somos de a diario, y esto no es un obstáculo para la alegría.

-Pero nos llenamos la vida de obstáculos.
Toda una gran operación para olvidar. Desde luego, esa obsesión por el trabajo sólo puede deberse a algún tipo de olvido. Si tuviéramos esa conciencia de finitud, probablemente seríamos menos productivos.

-¿Qué idea le sacude a usted más?
Lo que más me ha costado es aceptar la soledad y el fastidio constitutivo, aprender a vivir con esa incomodidad que llevamos dentro y que casi siempre le achacamos a otro.

-Sé a qué incomodidad se refiere, ¿pero de qué se trata?
Somos personas quebradas, no somos seres acabados ni plenos. Hay que entender que no es que tengas una herida, sino que eres una herida. La gente que no asume eso suele ser muy quejumbrosa y culpa a los demás de esa incomodidad que nos constituye.

-¿Qué hacer cuando sufres?
Luchar: yo no creo que el sufrimiento redima. El sufrimiento destruye y deteriora, no construye. A mí, la gente sin placer me parece peligrosa y resentida, me asusta.

-¿Con qué idea se quedaría?
El lenguaje es un principio extraordinario de realidad; el pensamiento es acción. El problema es que hay mucha actividad y poca acción, porque una acción produce una verdadera transformación de sí y de lo que hay; las actividades no transforman nada.

(Ángel Gabilondo, Catedrático de Metafísica).

*Pink Floyd (grupo británico)



If I were a swan, I'd be gone.
If I were a train, I'd be late.
And if I were a good man,
I'd talk with you more often than I do.

If I were to sleep, I could dream.
If I were afraid, I could hide.
If I go insane,
please don't put your wires in my brain.

If I were the moon, I'd be cool.
If I were a rule, I would bend.
If I were a good man,
I'd understand the spaces between friends.

If I were alone, I would cry.
And if I were with you, I'd be home and dry.
And if I go insane,
will you still let me join in with the game?

If I were a swan, I'd be gone.
If I were a train, I'd be late again.
If I were a good man,
I'd talk with you more often than I do.

Pink Floyd fue un grupo de rock británico que cosechó gran popularidad gracias a su música psicodélica que, con el paso del tiempo, fue evolucionando hacia el rock sinfónico. Es una de las bandas más importantes de la escena del rock con más de 300 millones de álbumes vendidos en todo del mundo,[][] de los cuales 74,5 millones sólo en los Estados Unidos.
Pink Floyd comenzó con gran éxito en la escena underground londinense a finales de los años 60, con Syd Barrett como principal compositor. Después de los problemas mentales y la salida del grupo de este último, el cantante y bajista Roger Waters se convirtió gradualmente en la fuerza conductora y dominante en la primera mitad de los años 70, la época de mayor éxito en ventas de la banda. "The Dark Side of the Moon", "Wish You Were Here" y "The Wall" son sus discos de mayor éxito.

*La educación igualitaria es injusta

-¿Cuál es el primer problema de nuestra educación?
Que la educación igualitaria es injusta. En realidad, penaliza a los alumnos que quieren estudiar y tampoco consigue que los que no quieren aprender aprendan.

-No todos tienen las mismas capacidades.
La falta de talento del alumno puede suplirse con mayor dedicación del profesor, pero ése no es el problema. Nuestro sistema educativo fracasa no porque a algunos estudiantes les cueste más aprender, sino porque a unos cuantos no les da la gana de estudiar.

-¿Unos cuantos?
Sí, que perjudican al resto, y, como la ley nos obliga a aprobarlos y, a la segunda, pasarlos de curso, pues toda la clase se resiente, y por eso, entre otras cosas, estamos a la cola en la competencia escolar en Occidente.

-¿Cómo lo solucionaría usted?
La solución para evitar que cuatro o cinco alumnos que no quieren estudiar lastren al conjunto sería adelantar la edad de elección de la formación profesional.

-¿Cómo?
Yo creo que se debería separar a los alumnos desde los doce años y no obligar a todos a estudiar ESO hasta los 16. Así, quien quisiera podría acceder a una formación profesional a los doce y no se vería luego obligado a ser mano de obra barata a los 16.

-Pero a los doce años no sabes qué quieres.
Ésa no debería ser una decisión definitiva, sino reversible en cada curso. Siempre habría de darse al alumno la posibilidad de reintegrarse en el bachillerato académico, que debería durar desde los doce hasta los 18 años.

-¿Cambiaría más cosas del programa?
Hay que memorizar más. Tenemos que recuperar la memoria en el aula. La pedagogía que se considera moderna ha desprestigiado la memorística y afirma que lo importante no es memorizar, sino saber razonar...

-¿Acaso no es cierto?
Eso es una sandez. Es imposible memorizar sin razonar y viceversa. Algunas estructuras básicas del saber tienen que memorizarse y punto, y sólo hay una manera: aprenderlas de memoria. Sí, memoria: mecánicamente.

-¿Quiere volver a recitar los reyes godos?
Me conformaría con que los chavales supieran de memoria los últimos reyes de España al menos desde los Reyes Católicos.

-Luego todo se olvida.
Sí, pero si usted alguna vez supo algo y lo ha olvidado, al menos puede consultar y recordarlo, pero si nadie nunca se lo enseñó, entonces ya no sabrá buscarlo en ningún sitio. Será usted un ignorante absoluto.

-Pero si el alumno pone buena voluntad...
Ése es otro error pedagógico: la buena voluntad no es suficiente. Sólo es suficiente el éxito. ¿Qué le pide usted a su médico? ¿Que le cure, o se conforma con que lo intente?

-Espero de él que me cure.
Pues al estudiante, si apuestas por su futuro de verdad, hay que pedirle resultados desde el primer día y no sólo buena voluntad.

-Hay que motivarlo.
Otra tontería. A los estudiantes hay que exigirles disciplina. La motivación es otro de los mitos pedagógicos cargados de buenas intenciones que han llevado a la cola de Europa a nuestro sistema educativo.

-Pero la ilusión mueve montañas.
La disciplina mueve montañas. El niño no puede ilusionarse aprendiendo la tabla de multiplicar, porque la encontrará aburridísima, y lo es, pero el profesor debe disciplinarlo y hacérsela aprender, porque ése es el único camino para saber multiplicar un día.

-¿Pide usted la vuelta del castigo?
Pido la vuelta a las aulas del respeto al profesor y quiero que también regrese la educación, entendida como subordinación del egoísmo al interés general. Pido que los estudiantes recuperen los modales y dejen de rendir culto a sus propios y pueriles caprichos.

-¿Así reduciría el fracaso escolar?
Existe mucho más fracaso escolar del que se denuncia y, lo que es peor, incluso quienes cumplen los objetivos - siguiendo la jerga pedagógica en boga- tal vez sí los cumplan, pero aun así sufren grandes lagunas cognitivas.

-Kant pedía que no enseñáramos filosofía, sino que enseñáramos a filosofar.
Kant dijo eso, pero hizo lo contrario. Dedicó toda su vida a leer filosofía y sólo se atrevió a publicar La crítica de la razón pura cuando ya tenía 57 años. Así que Kant estudió mucha filosofía antes de filosofar.

-Los padres también sufren lo suyo.
Están despistados por el sistema. Antes sabían que el chaval debía apretar para no ir a septiembre y en septiembre para no repetir. Como ahora hay que pasarles de curso de todos modos, creen que la holgazanería de sus hijos no lo es tanto, puesto que aprueban.

-Pero la pedagogía...
La pedagogía se utiliza como una jerga irrelevante para enunciar lo obvio. Un profesor tiene que dominar su materia y luego aprenderá a enseñar, porque a enseñar no se enseña, como tampoco se enseña a amar o a tener amigos. Sólo la experiencia es maestra.

-Su manifiesto diríase reaccionario.
Es puro progresismo, lo que sucede es que cuestiona los manidos clichés bienintencionados, pero erróneos, que han fundado nuestras reformas educativas y sus fracasos.

-¿Y la religión?
No tiene cabida en el aula de todos. Pertenece a la esfera de lo privado. Imagínese a un profesor diciéndole a los hijos de una pareja homosexual que la homosexualidad es contra natura. Otra cosa es la historia de las religiones, que sí se puede enseñar.

-¿Y la filosofía sí que cabe?
-Enseñar a pensar es algo de lo que todos estamos muy necesitados.

(R. Moreno Castillo. Profesor. Autor del "Panfleto antipedagógico").

miércoles, 21 de octubre de 2009

*Bruce Springsteen (The Boss)



Here in northeast Ohio
back in eighteen-o-three
James and Danny Heaton
found the ore that was linin' yellow creek.

They built a blast furnace
here along the shore
and they made the cannon balls
that helped the union win the war.

Here in Youngstown
here in Youngstown
my sweet Jenny, I'm sinkin' down
here darlin' in Youngstown.

Well my daddy worked the furnaces
kept 'em hotter than hell
I come home from 'Nam worked my way to scarfer
a job that'd suit the devil as well.

Taconite, coke and limestone
fed my children and made my pay
then smokestacks reachin' like the arms of god
into a beautiful sky of soot and clay.

Here in Youngstown
here in Youngstown
my sweet Jenny, I'm sinkin' down
here darlin' in Youngstown.

Well my daddy come on the 0hio works
when he come home from world war two
now the yards just scrap and rubble
he said, "Them big boys did what Hitler couldn't do".

These mills they built the tanks and bombs
that won this country's wars
we sent our sons to Korea and Vietnam
now we're wondering what they were dyin' for.

Here in Youngstown
here in Youngstown
my sweet Jenny, I'm sinkin' down
here darlin' in Youngstown.

From the Monongaleh valley
to the Mesabi iron range
to the coal mines of Appalacchia
the story's always the same.

Seven-hundred tons of metal a day
now sir you tell me the world’s changed
once I made you rich enough
rich enough to forget my name.

In Youngstown
in Youngstown
my sweet Jenny, I'm sinkin' down
here darlin' in Youngstown.

When I die I don't want no part of heaven
I would not do heavens work well
I pray the devil comes and takes me
to stand in the fiery furnaces of hell.

Bruce Springsteen, Nueva Jersey, 1949, apodado "The Boss" ("el Jefe"), es un cantante, compositor y guitarrista estadounidense ampliamente conocido por su música rock vinculada a letras poéticas y a sentimientos tradicionales americanos.
Las grabaciones de Springsteen han tendido a alternar, a lo largo de tres décadas, entre el rock comercial y otros trabajos orientados hacia el folk. Gran parte de su éxito deriva de su vinculación a la E Street Band, presente en una gran parte de sus grabaciones, y especialmente relevante por su particular sonido y su profesionalidad en el escenario, llegando a ofrecer conciertos de más de tres horas de duración.
En su extensa trayectoria musical, Bruce Springsteen ha sido galardonado con numerosos premios, incluyendo diecinueve premios Grammy, dos Globos de Oro y un Premio de la Academia. Ha vendido 120 millones de álbumes en todo el mundo.

*Las buenas notas por sí solas forman malas personas

Ken Blanchard tiene 70 años y hace 40 que enseña a enseñar y a liderar en másters, miles de conferencias y una treintena de libros. No sé si se ha hecho rico, pero sigue en la carretera, porque anteayer intervino en Barcelona con HSM. Y después me habló con dulzura y generosidad de cómo las buenas notas forman malas personas cuando, desde niños, hacen depender nuestra autoestima de la acumulación de resultados cuantificables en cargos o sueldo.
Ken cree que ese error pervierte el sistema financiero -donde acaban algunos de los peores tipos con las mejores calificaciones- y nos pone en manos de peligrosos acumuladores compulsivos, especie que también triunfa en la política y la empresa. Nuestra sociedad necesita menos exámenes y más educación. Convertir la política en profesión es pervertir la democracia.

Sufrimos a Maddoff, y otros como él, y aún padecemos la avaricia de Wall Street y la banca, donde los poseedores de los mejores expedientes académicos están pagándose sueldos increíbles con nuestros impuestos. "Es que si no nos pagamos estos sueldos millonarios -argumentan-, los mejores se van a otros bancos y países...". Pero, ¡por Dios santo!: ¿cuánto hay que pagarle a un banquero para que se sienta bien retribuido? ¿Cuánto tiene que cobrar un gestor o un político para no tener la tentación de robar?

-Robar no es algo nuevo precisamente.
No, pero lo que sí es nuevo y preocupante es que todo nuestro sistema se fundamente en el fomento de la avaricia sin límites.

-Tampoco la avaricia es novedad.
Pero antes se acumulaba para invertir y crear empleo -por eso los demás contribuíamos-, pero ahora se acumula sin ninguna relación con la economía productiva.

-¿Por qué?
Porque nuestro sistema -desde preescolar hasta la jubilación- nos está educando para que confundamos nuestra autoestima con nuestros resultados. Y forma acumuladores compulsivos obsesionados con lograr resultados cuantificables: sueldo, cargo, méritos, carrera, bienes, coches, pisos... Esos números les dan la medida de su autoestima: creen que sólo son queridos en la medida en que consiguen esas cantidades de poder y dinero.

-¿No ha sido siempre así?
Todo el sistema educativo se ha transformado en una máquina de calificar, seleccionar, segregar, categorizar, dar notas... Educar se ha reducido a hacer la selección de personal desde la cuna hasta el despacho de jefe. Y por el camino quedan los perdedores.

-Tampoco me parece tan novedoso.
Es una perversión que nos condena a la obsesión de acumular y a la infelicidad. Así siempre necesitamos acumular más porque nos sentimos cada vez menos.

-Tendemos a confundir valor y precio.
Se inculca la necedad cuantificadora: ha habido varias generaciones de obsesos por los resultados desde el parvulario.

-¿Del parvulario a Wall Street?
¿Hay algo más egoísta que un bebé? ¿Hay alguien más centrado en sí mismo que un preescolar? ¿Y sabe por qué? Porque no se nace generoso: la generosidad se aprende, y no la estamos enseñando. Al contrario, enseñamos que sólo te vamos a querer -desde papá hasta el jefe- en la medida de lo que consigas puntuar, obtener, mandar...

-Pues dependerá de cada colegio...
Esa obsesión conduce desde el aula con sus notas trimestrales hasta la obsesión empresarial por la presentación en bolsa de las cuentas trimestrales de resultados: un cortoplacismo que desincentiva la inversión a largo plazo, la que crea riqueza duradera y creciente.

-No sé si veo la relación...
Todos los niños quieren aprender hasta que les empiezas a poner notas: los que suspenden acaban odiando el cole: ¿por qué clasificar a las personas por sus resultados desde la cuna? Esa es la receta segura para la avaricia y luego la desdicha: de los que suspenden y de los que acaban en Wall Street.

-¿Acaso no haría usted exámenes ni presentaría resultados empresariales?
No me obsesionaría con ellos, porque sólo son un medio: no un fin. Los Maddoff del mundo son esclavos de esa mentalidad: vales lo que consigues y todo vale para conseguirlo. Millones de padres niegan el cariño a los hijos que llegan con malas notas...

-¿Qué haría usted? ¿Darles una fiesta?
Si amo a mi hijo, separaré claramente mi amor por él de sus resultados escolares. Mi amor es incondicional: amamos a las personas porque son únicas y son ellas y después está lo que tienen, saben o pueden hacer.

-Así usted incentiva la mediocridad.
Si sólo amo al hijo en la medida en que trae buenas notas o mete goles, le haré esclavo de los resultados: siempre necesitará más dinero, más poder y más triunfos para estar satisfecho consigo mismo. Cada día saldrá a la calle en busca de su mayor dosis de resultados. Y si no los logra por las buenas, es posible que lo intente por las malas.

-¿Qué prefiere: tener un médico educado con exigencia y resultados o con mucho amor y ninguna exigencia?
Un médico obsesionado con los resultados y su carrera tendrá la tentación de utilizar a sus pacientes para acumular dinero o méritos. Será mal médico, porque el paciente debe ser el fin y no el medio de toda medicina. Cualquier profesional cuya autoestima no dependa tan sólo de acumular dinero o medallas acabará haciéndolo mejor.

-Vivirá menos estresado seguro.
Tendrá la oportunidad de no depender de la acumulación cuantificable para medir y gozar de su propia autoestima: sólo así podrá ejercer su profesión convirtiendo a sus clientes en fines y no en medios.

-Si no hay nota, ¿para qué esforzarse?
Se esforzará si sabe que es un ser humano al que se le ama porque es él y con esa confianza podrá ser generoso y devolver ese amor a los demás sin exprimirlos para obtener más resultados con que conquistar su admiración, que él confunde con ese cariño que se le escapa... Esa es la diferencia entre el líder que sirve y el líder que se sirve de los demás.

(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).

martes, 20 de octubre de 2009

*Joe Strummer & The Mescaleros



There's something there

I was patrolling a Pachinko
Nude noodle model parlor in the Nefarious zone
Hanging out with insects under ducting
The C.I.A was on the phone
Well, such is life

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair, oh

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair

For the Zapatistas I'll rob my sisters
Of all the curtain and lace

Down at the bauxite mine
You get your own uniform
Have lunchtimes off
Take a monorail to your home

Checkmate, baby
God bless us and our home
Where ever we roam
Now take us home, flaquito

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair
Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair.

Joe Strummer, fue el solista y líder del grupo británico The Clash, banda, que surgió a mediados de los años 70 y fue considerada junto con los Sex Pistols la más importante del movimiento punk en el Reino Unido.
Su álbum 'London calling' fue calificado el mejor de la década de los 80 por la revista 'Rolling Stone'.
Strummer frecuentaba España, sobre todo Granada, donde trabó amistad con los miembros del grupo de rock 091, con quienes colaboró en algún disco.
Casado y padre de dos hijas, Joe Strummer murió en el 2002 a la edad de 50 años, a causa de un ataque cardiaco.

*El origen del mundo

Hacía pocos años que había terminado la guerra de España y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República.
Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros o le daban la espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo.
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio. Me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.

-Pero papá -le dijo Josep, llorando-. Si Dios no existe, quién hizo el mundo?

-Tonto -dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto-. Tonto. El mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.

(De "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano).

miércoles, 14 de octubre de 2009

*The Beatles (sú última canción)



Free as a bird,
it's the next best thing to be.
Free as a bird.

Home, home and dry,
like a homing bird I'll fly
as a bird on wings.

Whatever happened to
the life that we once knew?
Can we really live without each other?

Where did we lose the touch
that seemed to mean so much?
It always made me feel so...

Free as a bird,
like the next best thing to be.
Free as a bird.

Home, home and dry,
like a homing bird I'll fly
as a bird on wings.

Whatever happened to
the life that we once knew?
Always made me feel so free.

Free as a bird.
It's the next best thing to be.
Free as a bird.
Free as a bird.
Free as a bird.

En 1980, en su apartamento del “Edificio Dakota” de Nueva York, John Lennon empezó a componer “Free as a Bird”, pero no la terminó, pues en diciembre de ese mismo año fue asesinado.
Años después, en 1995, los tres Beatles restantes (Paul MacCartney, George Harrison y Ringo Starr) se reunieron tras 25 años de separación -se había separado en 1970- para grabar su última canción como grupo. Faltaba John Lennon, asesinado hacía 15 años, pero tenían su voz en un grabación casera de esta canción inacabada, que ellos completarían.
El resultado final de “Free as a bird” incluye la voz grabada de John Lennon con el apoyo de las voces e instrumentos de Paul, Ringo y George. Paul cantó la primera parte de los coros: "Whatever happened to ..." y George cantó la segunda. Los tres interpretaron los coros adicionales.
La canción se dio a conocer en todas las radios y televisiones del mundo tras la última campanada del año 1995 que daba inicio al nuevo año 1996. En los canales de televisión la canción pudo oírse acompañada de este video, uno de los más creativos e innovadores jamás antes vistos.

martes, 13 de octubre de 2009

*Vencer el trauma a través del arte (II)

-¿La identificación con el trabajo del artista deviene en un instrumento liberador del propio dolor?
Desde luego. En Ruanda después del genocidio, hacen poesías… es el único medio que tienen de decir lo que les ha pasado. Si contaran lo que les pasó es tan horrible, que todo el mundo se pondría a llorar y les dirían que se callaran (“venga, para ya, la guerra ha terminado”); sin embargo, a través de la poesía encuentran bellas palabras y vuelven al mundo de los humanos. La poesía, la obra de teatro o el dibujo se convierten en un acto de liberación porque les permiten compartir con otros lo que les pasó, pero controlando las emociones. Los atentados del 11-M lo echaron del mundo y el herido no puede hablar, pero a través del arte puede liberarse y el otro puede aceptar escucharlo.

-¿Cómo valora el papel de la educación artística en la escuela?
El dogma filosófico, político, religioso o artístico impide la expresión del niño. Cuando trabajamos en Kosovo, no hace mucho tiempo, donde hubo una guerra muy cruel, pudimos hacer que los niños hablaran. Los llevábamos con otros niños que no habían sufrido los horrores de la guerra y les dábamos papel y lápiz a todos y ninguna consigna artística. Los niños que habían vivido situaciones terribles dibujaban lo que no sabían decir, pintaban rojo, negro y cuerpos cortados. El rojo de la sangre, el negro de la casa incendiada y los cuerpos cortados de la madre, la hermana o el padre, pero no decían ni una palabra. Después colgábamos en la pared, los dibujos de todos los niños, mezclados. Y les preguntábamos si querían volver al día siguiente. Los niños que volvían se iban sintiendo progresivamente más seguros al estar entre otros niños y trabajar en la escuela; y cuanto más se los responsabilizaba (recoger la clase, por ejemplo), más colores nuevos aparecían, el verde de los pastos, el marrón de las montañas, dibujaban vacas… y había menos negro. Al cabo de dos o tres semanas, empezaban a pintar casas con ventanas y con chimeneas que despedían humo. Nos decían que la causa del humo era que mamá había invitado al vecino y estaba cocinando. ¡La vida volvía! y sólo en ese momento, en que se sentían seguros por el afecto, por la familiaridad, hablaban de ellos mismos y decían por ejemplo “mataron a mi hermana” y contaban cosas que no hubieran podido decir antes. No es la educación artística lo que les permitió expresarse, sino la posibilidad de sentirse seguros. No todos los niños son artistas, pero hay que darles la ocasión de expresarse, aunque la técnica llegue más tarde.

-Dice que la retórica es clave para evitar los síndromes post-traumáticos. ¿Tanto poder tiene la palabra confrontada a hechos terribles?
Acción, solidaridad y retórica son las claves. La retórica, o la forma de hablar o de impedir hablar es muy importante. Hay una retórica que humilla (“Venga, calla ya, nosotros también sufrimos. ¡Otra vez, no!”). No sólo he sido herido, sino que encima se me humilla cuando hablo de lo que me pasó. Por ejemplo a un niño maltratado, puede decírsele “tu padre es un monstruo”, pero lo que necesita el niño, precisamente, es pensar que su padre no lo es. Necesita ser protegido porque su padre lo maltrata, pero no hay que hablarle mal de él, sino decirle “tu padre no debe hacer eso, pero es desgraciado y no ha comprendido algunas cosas. Vamos a ayudar a tu padre para que deje de maltratarte”. Si le decimos al niño que su padre es un monstruo, en cierto modo, le decimos que él también lo es, porque siente vergüenza de tener un padre maltratador. De modo que ese niño es maltratado dos veces: una, por su padre y otra, por el psicólogo, el periodista, la maestra o la vecina. Así que la retórica participa en la resiliencia o la impide.

-¿Cuál debe ser el papel de los medios de comunicación?
Los medios de comunicación son los periodistas, los profesores, los artistas: es decir, todos los fabricantes de palabras que tienen una función didáctica. En Occidente, los periodistas han sido importantísimos para controlar el Sida. Sin su mensaje, explicando qué había que hacer para protegerse, habría habido epidemias como en África o como en Asia. Pero también pueden tener un efecto perverso. Por ejemplo en Ruanda fueron los periodistas quienes desencadenaron el genocidio.
Tras la II Guerra Mundial, los periodistas, los fabricantes de palabras, revalorizaron la dignidad de los franceses creando un mito (que necesitaban tras la humillación de la ocupación), que después los historiadores relativizaron. Es decir, los periodistas pueden ser benéficos, pedagógicos y perversos. Así que hace falta un control de la ética periodística como existe uno de la ética médica.

-Ha dicho que la tecnología hace insípida la alteridad y por otro lado, que la educación consiste en descubrir al otro…
Descubrir al otro es la pedagogía de la empatía y la tecnología mejora la comunicación y disminuye la interacción. Cuando yo hablo, usted no dice nada, pero sí hace gestos que me animan a continuar. Entre nosotros hay un ritual de interacción que hace que yo aprenda a vivir con usted. Con un ordenador mejoro la comunicación de una forma increíble, pero no aprendo a vivir con él. No tengo en cuenta su existencia, tiene que funcionar y ya está. Así que la comunicación ha mejorado, pero el aprendizaje de vivir juntos ha disminuido. Cada vez hay más niños que son virtuosos de las máquinas y que no saben decir “buenos días”. Están delante de las máquinas y no se sientan a la mesa, que es donde debe darse la comunicación en una familia. La televisión es interesante, enseña cosas, pero no a vivir con otra persona. Así que cuando tengo una emoción, no sé gestionarla.

-Esa falta de interacción con el otro ¿se hace más visible en la adolescencia?
En la adolescencia, los chicos ven multiplicada por dieciocho la cantidad de testosterona, la hormona del deseo sexual. En pocos meses, se transforman, les aparece el vello y tienen deseos sexuales. Sin una cultura a su alrededor que les enseñe a cortejar a una chica y a respetarla, no aprenderán a convivir con ellas. Y si no aprenden a gestionar bien esos cambios, puede ocurrir que se inhiban o que pasen a la acción y agredan sexualmente o se auto-agredan. Para las niñas es menos difícil porque maduran psicológicamente antes que los chicos y su testosterona se multiplica por tres o por cuatro. Las chicas controlan mejor el cambio, pero los chicos no comprenden lo que les sucede y necesitan una cultura (películas, canciones de amor...) que los ayude a dar forma a la intensidad del deseo y a interesar a las chicas.

-Entonces, ¿es la cultura un elemento corrector?
Claro, para mí la cultura no es sólo la vanguardia. Son también las canciones populares, los cuentos para niños, que les enseñan que no nos lo podemos permitir todo, que, aunque tengamos un deseo, debemos tener en cuenta la existencia del otro. Es muy importante esa cultura tradicional. Los adultos pueden hacer vanguardismo y aventurarse, pero antes de llegar a eso, necesitamos esa cultura para los niños.

-En cierto modo, ¿todos hemos sido espantapájaros en algún momento de nuestras vidas?
Todos hemos pasado por pruebas: penas, fracasos, enfermedades… pero sin dejar de ser uno mismo, mientras que en el trauma estoy roto, perdido y no sé quién soy. No hay diferencia entre la muerte y esa forma de vivir. No es lo mismo que pasar una prueba dura. Quienes han sufrido traumas que no se pueden contar, son espantapájaros.
Siempre pongo este ejemplo: estamos a la mesa, entre amigos, reímos, la comida es buena y usted cuenta su primer amor cuando tenía quince años y vio a su príncipe azul: se enamoró de su profesor de inglés (se ríe). Algunos cuentan historias graciosas, hasta que alguien dice “Yo tenía once años cuando mi padre se metió en mi cama”. Nadie pronuncia una palabra, estamos fuera de la cultura y quien ha hablado se ha convertido en un espantapájaros. Si ella cuenta lo que le pasó, se acabó, todo el mundo se calla. Ni se puede decir eso ni se puede escuchar. Hace falta un lugar de palabra en otro sitio, un lugar cultural, que puede ser un psicólogo, una película, una canción, un cuento como el de Piel de asno, que muestra el incesto. Usted puede contar su primer amor, pero ella no puede. Pero con ese cuento, podrá comprender poco a poco que le ha pasado algo muy grave, pero que no tiene ganas de ser un espantapájaros y que desea ser una mujer como las demás.

(Entrevista publicada en "Cuadernos de pedagogía", nº 393).

*Joaquín Sabina (cantautor urbano)



Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.

Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.

Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía,
en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.

Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía,
en la escalera me siento a silbar mi melodía...

Joaquín Sabina nació en Úbeda (Jaén) en febrero de 1949. Hijo de un comisario de policía (que le detuvo a los 19 años por pertenecer al Partido Comunista). Con 14 años comenzó a escribir poemas y a componer música en una banda formada por amigos. En 1968 parte a Granada a estudiar Filología Románica y se relaciona con movimientos contrarios al régimen Franquista. En 1970 lanza un cóctel molotov contra una oficina del Banco Bilbao, en protesta por el Proceso de Burgos, por lo que se ve obligado a exiliarse, pero no tiene pasaporte. En esos días conoce a un hombre, quien tras sólo unas horas de conversación le cede el suyo. Con nombre falso, Sabina pone rumbo a Londres, donde vivirá un tiempo como “okupa”. En el año 1977, tras la muerte de Franco, consigue volver a España y se instala en Madrid y empieza su carrera de cantautor y poeta urbano.

*Vencer el trauma a través del arte (I)

Boris Cyrulnik (Bordeaux 1937), uno de los fundadores de la etología humana, es una autoridad indiscutible en una materia de nombre extraño: la resiliencia o capacidad del ser humano para superar el trauma, cuestión que Cyrulnik conoce bien pues lo ha experimentado en carne propia: vivió el apogeo del nazismo siendo un niño judío de seis años, perdió a sus padres y creció en un orfanato. Hasta los once años no pisó una escuela.
En esta entrevista, Cyrulnik disecciona las herramientas sociales e individuales de las que disponemos para la curación de las heridas emocionales, y dice que no hay vía más eficaz que la expresión artística para empezar a tratar el dolor profundo.
Dos de sus libros más recomendables son "Los Patitos Feos" y "Autobiografía de un espantapájaros".

-¿Qué o quién puede ser herramienta de resiliencia, la escuela o el maestro?
Los niños maltratados son malos alumnos porque la escuela no tiene sentido para ellos; el teorema de Pitágoras resulta absurdo a alguien preocupado por lo que va a ocurrir en su casa esa noche. Sólo un niño de cada diez se refugia en la escuela y se convierte en un buen alumno, pero cuando eso ocurre tiene que haber un profesor que le tienda la mano. Si establece una relación afectiva con un profesor, el mal alumno recupera su retraso en tres meses. Es decir, que ni escuela ni profesor tienen en sí mismos una función de resiliencia, sino que ésta depende del significado que ambos tengan y del papel protector que jueguen para ese niño.

-En su libro, habla de diferentes obediencias. ¿Cuál cree que propicia la escuela actual, la obediencia socializante o la perversa?
La definición actual de perversión es la de “un mundo sin los otros”. Sólo cuenta mi mundo, usted no existe, no es persona. Me divierto con usted y si usted sufre, es divertido. Eso es la perversión. La Iglesia cree que es perversión tener relaciones sexuales sin intención de tener un hijo. ¡No tiene sentido! Después vino la definición médica de perversión, como una alteración hormonal. Tampoco tiene sentido. La única definición buena de perversión es la del narcisismo perverso: sólo cuento yo, usted no cuenta, usted es un monigote, una sombra.

-Pero ¿qué relación tiene eso con la escuela?
Podemos ser pervertidos por una cultura, lo que llamamos una estructura perversa. Le contaré algo: después de la Segunda Guerra Mundial, en Francia e Italia hubo muchos huérfanos que fueron acogidos en instituciones católicas, judías o laicas. En algunas de esas instituciones católicas, y en las judías, muchos comenzaron procesos de resiliencia y fueron muy buenos alumnos, mientras que de los acogidos en las laicas muy pocos fueron a la escuela y todos fueron malos alumnos.
Veamos las diferencias. En la institución católica les decían: "eres huérfano, no vale la pena que estudies, pero es muy importante que aprendas un oficio y que formes una familia". Y eso es lo que hicieron, aprendieron un oficio humilde y formaron una familia y su desarrollo psicológico y afectivo es excelente.
En las instituciones judías les decían: “han matado a vuestros padres, vuestra cultura ha sido destruida, os consideran infrahumanos; debéis demostrar que no es cierto”. Fueron excelentes alumnos, hay varios premios Nobel entre esos niños, grandes escritores y muchos psiquiatras y psicólogos, pero siguen siendo personas traumatizadas que aún sufren por el exterminio.

-¿Quiere decir que no son compatibles el éxito profesional y el personal?
Hablo de lo que sucedió en esas instituciones y en ese contexto. Si las comparamos, en la institución católica no hay mucho éxito social ni intelectual, pero sí un gran éxito afectivo y relacional; mientras que en la judía hay mucho éxito intelectual y social, pero no arreglaron su problema. Así que podemos hablar de más resiliencia en la institución católica. Pero en ambas se consideraba que la existencia del niño en la tierra tenía un sentido. En las laicas, en cambio, se ocuparon de ellos como si no fueran personas porque no les permitían contar sus historias, los hacían callar. Hicimos el seguimiento de algunas cercanas a Lyon y constatamos muchos suicidios, muchos accidentes, casi ninguna escolarización y muy pocos buenos resultados.

-¿Qué puede hacer la escuela para facilitar el desarrollo de un niño traumatizado?
Hay que verlo en términos evolutivos. Lo que hiere a un bebé es la pérdida afectiva, la pérdida sensorial. Los niños abandonados en sus primeros meses detienen su desarrollo biológico y cerebral; sufren una atrofia frontal y de la cara profunda del cerebro que hace que no hablen, que se balanceen todo el tiempo y que no puedan aprender nada, ni siquiera a convertirse en humanos, porque no hay alteridad. Si dejamos a esos niños solos, no habrá resiliencia, porque en la condición humana no puedo convertirme en mí mismo sin alguien a mi lado. Si un bebé es privado de entorno afectivo, sensorial, muere.
Si no muere físicamente, su cerebro se atrofia y es pseudo-autista. La resiliencia de un bebé necesita de un sustituto de la madre, otra mujer o un hombre; aunque una institución pueda ocuparse de él, necesita un sustituto maternal.
Si el mismo trauma aparece más tarde,cuando el niño habla, entre los cinco y los diez años, va a ser un niño triste, que sufre, no tanto por la pérdida de sensibilidad sensorial, sino por la representación que tiene de ser menos que los otros porque “ellos tienen mamá y yo no”. En ese momento, hay que hacer un trabajo de mentalización. Los niños que son capaces de soñar, de pensar, de tener sentido del humor, de hablar con alguien, desencadenan más fácilmente que los otros un proceso de resiliencia, un nuevo modo de desarrollo. Por el contrario, los niños que no hablan, porque no son capaces o porque los adultos los hacen callar, no pueden desarrollar un mundo íntimo ni desencadenar su resiliencia. Vemos, por tanto, que es la transacción entre los medios afectivo, verbal, social y cultural, lo que permite al niño retomar el desarrollo.

-Le propongo una hipótesis: un niño de corta edad pierde a su madre en el 11-M. Hay compañeros de clase que lo saben y otros que no, ¿cómo debe actuar el maestro para facilitar la resiliencia de ese niño y la del colectivo que conoce la tragedia?
No hay que hacer hipótesis. ¿Puedo decir que algo así me sucedió a mí o está mal visto en España? (ríe). Yo perdí a mi familia durante la guerra europea, y cuando acabó, se hacía callar a los niños que habían sufrido la pérdida de familiares porque eso, decían, impedía la reconciliación. Mis amigos del instituto no sabían lo que me había pasado, porque yo nunca hablaba de ello. Un día, que celebrábamos la liberación de Francia, el director (que sí lo sabía, claro) me pidió que llevara un ramo de flores porque era el único de la clase que perdió a toda su familia. De pronto, mis compañeros descubrieron que yo no era como ellos. Ese director quería hacerme un honor, pero mis compañeros de clase me consideraron, a partir de entonces, como alguien inferior. Ellos tenían una familia y yo no.
Las malas soluciones para tratar el atentado del 11 de marzo son dos: la primera no hablar de ello, porque se sufre a escondidas; la segunda hablar de ello porque te convierte en alguien distinto, un poco monstruo. Te hace ser como un fantasma.

-Entonces, ¿cómo hacerlo?
Dando la palabra a los artistas. Una novela, una película, una obra de teatro, un ensayo filosófico que permita al herido no hablar de sí mismo (que le resulta demasiado difícil), sino de un representante. Son lo que llamo autobiografías en tercera persona.
En el caso de los niños del 11 de marzo, no hay que hacerles que cuenten lo que les pasó, eso les va a hacer sufrir de nuevo, ni hacerles callar porque necesitan hablar, pero deben hacerlo a través de un dibujo, por ejemplo.

(Entrevista publicada en "Cuadernos de pedagogía", nº 393).