miércoles, 12 de enero de 2011

*La sordera es una categoría política

Federico Luppi, actor y director de cine argentino de 73 años, vive en Madrid hace ocho años.

"Soy un protestón profesional, vivo permanentemente cabreado con el mundo político. Vengo de una familia ultrarreligiosa, italianos, lo único que me quedó es una expresión: ¡Dios mío!".

.-¿Se queja usted mucho?
No es eso, para mí la queja es como hablar desde el rincón, desde la desesperanza. Yo lo que soy es protestón, que tiene que ver con algo más activo, si creo que alguien es un sinvergüenza, lo digo rápido, ¿y sabe por qué?

.-Pues no.
Porque en el mundo de las buenas maneras el honesto siempre es derrotado. Sin embargo, el que tiene el poder tiene experiencia, habilidades, mañas, desvergüenza e impunidad. Para mí, decir una mentira o no pagar una cuenta pendiente me produce culpa y cierta irritación conmigo mismo. Pero a ellos no.

.-¿Cómo lo sabe?
Porque los poderosos y la mayoría de los políticos roban a mansalva, mienten como beduinos, estafan a medio mundo, hacen fortunas malavida y nunca tienen culpa.

.-Algún político honesto habrá, ¿no?
Se corrompen rápido a no ser que sean personas excepcionales. El poder, desde que yo recuerdo - es decir, hace muchos años-, ha convertido la sordera en categoría política.

.-Los políticos nacen de entre nosotros.
Ya, pero hay un detalle sobre el que valdría la pena reflexionar: cuando hacen campaña y prometen luchar por las aspiraciones populares se están comprometiendo con la comunidad, pero ninguno cumple. Ahí es donde comienza la pérdida y la estafa.

.-¿Viene usted de familia humilde?
Me hice adolescente en un mundo puramente agrario: campo, cultivo, ganado y gente a caballo. Para mí el mundo urbano era inexistente. Yo vivía en un horizonte plano, con pueblos pequeños, deprimidos y donde no pasa nada. Ahí es donde además me gusta vivir. Debo ser uno de los individuos menos urbanos del mundo.

.-Pero se fue a la capital.
Naturalmente, pero si hubiera tenido un poco de campo o alguna tarea agrícola segura y fija me hubiera quedado. .

-¿Qué cambió en usted la dictadura?
Adquirí la desconfianza. Videla fue la concreción visible de un plan elaborado por el Departamento de Estado y por Kissinger. Yo aspiro a que algún día Kissinger sea procesado como genocida. Creo que es una burla que le dieran el premio Nobel de la Paz.

.-Usted fue de los que se quedaron en Argentina durante la dictadura militar.
Estuve un año contratado en Madrid y luego volví a Buenos Aires. Cuando llegué a casa estuve tres horas llorando porque entendí que en términos vitales y razonables no debía haber vuelto, perdí 20 años de mi vida.

.-¿Cómo fueron esos años en Buenos Aires?
Negros y desesperanzados. Valores como la lealtad, la integridad o la caridad desaparecieron. Comprometerme contigo para llevarte a casa de tu tía era un riesgo, porque... ¿quién sabe con quién te juntas?... Se instaló en Argentina una fraseología del tipo: "por algo será", "quién sabe en qué andaría", ese tipo de cosas donde se culpabilizaba a la víctima. Pero hay gente para todo.

. -¿Por qué lo dice?
Es difícil entender por qué a veces el pueblo, los que lo pasan mal, votan al verdugo. Pero ocurre constantemente.

.-¿Que perdió en el corralito además de dinero?
Además de todos los ahorros de diez años de trabajo, vi como se derrumbaban mis mitos personales, porque para los campesinos el banco era un lugar seguro y sagrado y no una cueva de ladrones. Se fugaron de mi país en menos de 6 meses 135.000 millones de dólares con aviso previo: "Chicos, váyanse que viene la debacle". Fue una estafa colosal organizada por el capital.

. -¿Sin esperanza?
Nos quedan las mujeres, espero de ustedes más honestidad.

.-¿Qué ha sido lo bueno?
Descubrir que existe la posibilidad de que un joven desarrapado se convierta en Picasso. Las singularidades, esas lámparas que brillan en el desierto son de aquellos que hacen lo que no estaba previsto.

.- ¿Y la amistad, el amor, los hijos...?
Todos esos aspectos son en realidad lo más programado en la vida del hombre. Descubrir el sexo, el amor, casarse y tener hijos es un mandato de la especie.

.-¿Existía un destino?
Sí. Te casabas prematuramente, en mi caso a los 23 años, sin cuestionarte nada.

.-¿Fue una decepción el matrimonio?
Duró 6 años, y más que una decepción fue la confirmación de que aquello no lo debía haber hecho. Yo no tengo nada que ver con ese hábito cotidiano del orden familiar.

.-¿Cómo es usted?
Estepario. La alegría y el bullicio no me van. No me volví a casar porque no sirvo.

.-Entonces, ¿qué pasó hace 6 años?
Es una relación diferente. Además, no tengo una condición temporal como para arrepentirme, tengo 70 años, doblo la edad a mi mujer. Hasta ahora, en la pareja, el más beneficiado soy yo.

.-¿Qué ha debido de vencer?
Suelo ser tontamente rencoroso y un par de disparates conceptuales me sacan fácilmente de quicio. Tengo una capacidad bastante menguada de aceptar el mundo tal como es, y eso no es bueno, pero no era capaz de verlo hace 10 años.

.-¿Los años juegan a nuestro favor?
A mí me han hecho bien, puedo ver algunas cosas con una perspectiva bastante más adulta y, a sabiendas de mi poco aguante, hay gente que ya no frecuento, porque se que en algún momento ese café amable se va a convertir en una trifulca porque digo lo que pienso aun a riesgo de que me den una torta.

4 comentarios:

  1. José Hervás 1º Bachiller16 de enero de 2011, 22:21

    Hola de nuevo, después de tanto tiempo, Carmen:

    Primero te diré los aspectos en los que estoy de acuerdo: coincido con la idea que da título a esta entrevista, es frecuente que los políticos solo escuchen a sus propias necesidades, aunque haya algunas (escasas) excepciones. También aprecio ese "compromiso" que tiene Federico con sigo mismo por decir lo que piensa, o que no acepte los dogmas que se nos impone a las personas.

    Pero del mismo modo, este hombre se me antoja algo decaído, pesimista o incluso un poquitillo misántropo, puesto que él mismo admite, por ejemplo, que es un "protestón profesional", yo opino que si sólo te dedicas a protestar, poco a poco te acostumbras a ver solo la parte oscura y negativa. Por otro lado, tampoco propone alternativas y/o soluciones, si dices que algo está mal, pero no te preocupas en decirle a todo el mundo cómo solucionarlo, ¿no estás dando un paso adelante y otro atrás?
    Por tercero, no me gusta personalmente cuando dice: "Suelo ser tontamente rencoroso y un par de disparates conceptuales me sacan fácilmente de quicio." ya que opino que si quieres cambiar a alguien o a algo, con intolerancia no llegarás muy lejos, y si no lo quieres cambiar, ¿para qué protestar?

    Con esos argumentos, y la propia confesión de Federico de que es una persona "esteparia" (se me había pasado mencionártela) saco la conclusión expuesta al principio, aunque en cierta medida le comprendo y padezco, pues vivir tantos años una dictadura debe de ensombrecer a cualquiera.

    Un saludo una vez más.

    ResponderEliminar
  2. Hola, José:

    Yo creo que el Sr. Federico Luppi es una persona admirable por varias de las cosas que tú mismo mencionas: decir lo que piensa, revelarse contra la estupidez y la impostura, no querer aparentar otra cosa de lo que és, o como és, y también por su inteligencia crítica y su humanidad (basta con ver su cine).

    Más que pesimista, me parece un hombre realista que habla desde su propia y larga experiencia: ha visto y vivido muchas cosas y conoce de qué es capaz –tanto en lo bueno como en lo malo- el ser humano.

    Yo creo que él hace una clara diferencia entre quejarse y protestar. Por esto se autocalifica como un "protestón profesional". Lo asume como una responsabilidad.
    Frente al mal, la injusticia, etcétera, hay que protestar siempre, que es una forma activa de denuncia, al contrario del simple hecho de quejarse y no hacer nada. Además, a veces, demasiadas veces, lo único que podemos hacer es protestar, y debemos hacerlo y en voz alta.

    Cuando dice: "Suelo ser tontamente rencoroso...”, fíjate que él mismo expresa, por un lado que ser rencoroso es algo tonto, y por otro que lo es de un modo leve, sobre cuestiones que él mismo ve que no son importantes. No dice: soy intensamente rencoroso. Él se confiesa tontamente rencoroso, lo cual lo vuelve humano, reconoce uno de sus defectos, es capaz de calificarse a sí mismo como tonto, en este aspecto.

    Y lo mismo vale para “…un par de disparates conceptuales me sacan fácilmente de quicio”. Nos muestra su carácter. Un carácter vital, espontáneo, que no soporta la estupidez, pero no va más allá. Sólo dice: yo soy así, este es mi temperamento. Yo creo que hay mucha grandeza en reconocer cómo es uno, y eso no lo vuelve un ser intolerante, porque los intolerantes suelen verse a sí mismo como seres perfectos. Y Luppi no tiene problemas en mostrarnos su manera de ser, con sus imperfecciones.

    Pero tu punto de vista es respetable, y está argumentado. Y esto es lo que me interesa. Lo demás, la amplitud de comprensión, se va cogiendo con el tiempo, y con el conocimiento del personaje. Si ves el cine de Luppi, o lees más sobre él (en Google hay mucha información), verás que es una gran persona y todo un personaje.

    Supongo que “con sigo mismo” es una simple errata, y que pretendías escribir “consigo mismo”. Por lo demás, perfecto.

    Venga, José, a ver si asomas un poco más por el blog, que te has apalancado un poco.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Sandra Vaquerizo 4ESO C9 de marzo de 2011, 20:41

    Hola Carmen:

    Empiezo comentándote la principal idea de este texto, que es la “sordera política” existente en la política. Yo estoy de acuerdo con el Sr. Luppi, y entiendo su enfado, ante la impotencia que se siente cuando los políticos nos prometen y nos prometen cosas, que no piensan cumplir, aquí es donde nos comienzan a estafar. Eso una cosa, otra es que los grandes mandatarios no nos escuchan, y nos mienten contándonos con muy buenas palabras, todos sus proyectos que luego pocos llegan a cumplir.

    Otro aspecto que comparto con el Sr. Luppi, es la habilidad que tienen para estafar, mentir, y hacerse rico a consta de los demás.

    Creo que ese carácter protestón y cabreado que adquirió D. Federico, fue un poco el resultado de vivir malas experiencias en la vida, pues creo que vivir durante unos años en Argentina, si que tuvo que ser bastante duro, y eso creo que cambia el carácter a cualquiera, y si luego pierdes todos los ahorros de tu vida, pues ya termina por arreglarlo.

    Este carácter creo que también le puede venir marcado, porque, al principio no tuvo mucha suerte con las mujeres, se dio cuenta de que no servia para el matrimonio, pero hace 6 seis años al encontrar a su pareja actual se da cuenta de que los años son un punto a su favor, y empieza a ver la vida desde un punto de un vista un poco mas optimista.

    Bueno, no se como me habrá quedado este comentario, pues yo, de política no entiendo mucho, pero no hay que ser muy buen entendedor para darse cuenta de cómo son las cosas. Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  4. Hola, Sandra:
    Pues la verdad que te ha quedado muy bien el comentario, has entendido perfectamente el mensaje y lo has expresado muy bien, ordenado, y sin faltas.
    Enhorabuena y sigue así por favor.
    Hasta pronto.

    ResponderEliminar