-¿Cuál es el primer problema de nuestra educación?
Que la educación igualitaria es injusta. En realidad, penaliza a los alumnos que quieren estudiar y tampoco consigue que los que no quieren aprender aprendan.
-No todos tienen las mismas capacidades.
La falta de talento del alumno puede suplirse con mayor dedicación del profesor, pero ése no es el problema. Nuestro sistema educativo fracasa no porque a algunos estudiantes les cueste más aprender, sino porque a unos cuantos no les da la gana de estudiar.
-¿Unos cuantos?
Sí, que perjudican al resto, y, como la ley nos obliga a aprobarlos y, a la segunda, pasarlos de curso, pues toda la clase se resiente, y por eso, entre otras cosas, estamos a la cola en la competencia escolar en Occidente.
-¿Cómo lo solucionaría usted?
La solución para evitar que cuatro o cinco alumnos que no quieren estudiar lastren al conjunto sería adelantar la edad de elección de la formación profesional.
-¿Cómo?
Yo creo que se debería separar a los alumnos desde los doce años y no obligar a todos a estudiar ESO hasta los 16. Así, quien quisiera podría acceder a una formación profesional a los doce y no se vería luego obligado a ser mano de obra barata a los 16.
-Pero a los doce años no sabes qué quieres.
Ésa no debería ser una decisión definitiva, sino reversible en cada curso. Siempre habría de darse al alumno la posibilidad de reintegrarse en el bachillerato académico, que debería durar desde los doce hasta los 18 años.
-¿Cambiaría más cosas del programa?
Hay que memorizar más. Tenemos que recuperar la memoria en el aula. La pedagogía que se considera moderna ha desprestigiado la memorística y afirma que lo importante no es memorizar, sino saber razonar...
-¿Acaso no es cierto?
Eso es una sandez. Es imposible memorizar sin razonar y viceversa. Algunas estructuras básicas del saber tienen que memorizarse y punto, y sólo hay una manera: aprenderlas de memoria. Sí, memoria: mecánicamente.
-¿Quiere volver a recitar los reyes godos?
Me conformaría con que los chavales supieran de memoria los últimos reyes de España al menos desde los Reyes Católicos.
-Luego todo se olvida.
Sí, pero si usted alguna vez supo algo y lo ha olvidado, al menos puede consultar y recordarlo, pero si nadie nunca se lo enseñó, entonces ya no sabrá buscarlo en ningún sitio. Será usted un ignorante absoluto.
-Pero si el alumno pone buena voluntad...
Ése es otro error pedagógico: la buena voluntad no es suficiente. Sólo es suficiente el éxito. ¿Qué le pide usted a su médico? ¿Que le cure, o se conforma con que lo intente?
-Espero de él que me cure.
Pues al estudiante, si apuestas por su futuro de verdad, hay que pedirle resultados desde el primer día y no sólo buena voluntad.
-Hay que motivarlo.
Otra tontería. A los estudiantes hay que exigirles disciplina. La motivación es otro de los mitos pedagógicos cargados de buenas intenciones que han llevado a la cola de Europa a nuestro sistema educativo.
-Pero la ilusión mueve montañas.
La disciplina mueve montañas. El niño no puede ilusionarse aprendiendo la tabla de multiplicar, porque la encontrará aburridísima, y lo es, pero el profesor debe disciplinarlo y hacérsela aprender, porque ése es el único camino para saber multiplicar un día.
-¿Pide usted la vuelta del castigo?
Pido la vuelta a las aulas del respeto al profesor y quiero que también regrese la educación, entendida como subordinación del egoísmo al interés general. Pido que los estudiantes recuperen los modales y dejen de rendir culto a sus propios y pueriles caprichos.
-¿Así reduciría el fracaso escolar?
Existe mucho más fracaso escolar del que se denuncia y, lo que es peor, incluso quienes cumplen los objetivos - siguiendo la jerga pedagógica en boga- tal vez sí los cumplan, pero aun así sufren grandes lagunas cognitivas.
-Kant pedía que no enseñáramos filosofía, sino que enseñáramos a filosofar.
Kant dijo eso, pero hizo lo contrario. Dedicó toda su vida a leer filosofía y sólo se atrevió a publicar La crítica de la razón pura cuando ya tenía 57 años. Así que Kant estudió mucha filosofía antes de filosofar.
-Los padres también sufren lo suyo.
Están despistados por el sistema. Antes sabían que el chaval debía apretar para no ir a septiembre y en septiembre para no repetir. Como ahora hay que pasarles de curso de todos modos, creen que la holgazanería de sus hijos no lo es tanto, puesto que aprueban.
-Pero la pedagogía...
La pedagogía se utiliza como una jerga irrelevante para enunciar lo obvio. Un profesor tiene que dominar su materia y luego aprenderá a enseñar, porque a enseñar no se enseña, como tampoco se enseña a amar o a tener amigos. Sólo la experiencia es maestra.
-Su manifiesto diríase reaccionario.
Es puro progresismo, lo que sucede es que cuestiona los manidos clichés bienintencionados, pero erróneos, que han fundado nuestras reformas educativas y sus fracasos.
-¿Y la religión?
No tiene cabida en el aula de todos. Pertenece a la esfera de lo privado. Imagínese a un profesor diciéndole a los hijos de una pareja homosexual que la homosexualidad es contra natura. Otra cosa es la historia de las religiones, que sí se puede enseñar.
-¿Y la filosofía sí que cabe?
-Enseñar a pensar es algo de lo que todos estamos muy necesitados.
Que la educación igualitaria es injusta. En realidad, penaliza a los alumnos que quieren estudiar y tampoco consigue que los que no quieren aprender aprendan.
-No todos tienen las mismas capacidades.
La falta de talento del alumno puede suplirse con mayor dedicación del profesor, pero ése no es el problema. Nuestro sistema educativo fracasa no porque a algunos estudiantes les cueste más aprender, sino porque a unos cuantos no les da la gana de estudiar.
-¿Unos cuantos?
Sí, que perjudican al resto, y, como la ley nos obliga a aprobarlos y, a la segunda, pasarlos de curso, pues toda la clase se resiente, y por eso, entre otras cosas, estamos a la cola en la competencia escolar en Occidente.
-¿Cómo lo solucionaría usted?
La solución para evitar que cuatro o cinco alumnos que no quieren estudiar lastren al conjunto sería adelantar la edad de elección de la formación profesional.
-¿Cómo?
Yo creo que se debería separar a los alumnos desde los doce años y no obligar a todos a estudiar ESO hasta los 16. Así, quien quisiera podría acceder a una formación profesional a los doce y no se vería luego obligado a ser mano de obra barata a los 16.
-Pero a los doce años no sabes qué quieres.
Ésa no debería ser una decisión definitiva, sino reversible en cada curso. Siempre habría de darse al alumno la posibilidad de reintegrarse en el bachillerato académico, que debería durar desde los doce hasta los 18 años.
-¿Cambiaría más cosas del programa?
Hay que memorizar más. Tenemos que recuperar la memoria en el aula. La pedagogía que se considera moderna ha desprestigiado la memorística y afirma que lo importante no es memorizar, sino saber razonar...
-¿Acaso no es cierto?
Eso es una sandez. Es imposible memorizar sin razonar y viceversa. Algunas estructuras básicas del saber tienen que memorizarse y punto, y sólo hay una manera: aprenderlas de memoria. Sí, memoria: mecánicamente.
-¿Quiere volver a recitar los reyes godos?
Me conformaría con que los chavales supieran de memoria los últimos reyes de España al menos desde los Reyes Católicos.
-Luego todo se olvida.
Sí, pero si usted alguna vez supo algo y lo ha olvidado, al menos puede consultar y recordarlo, pero si nadie nunca se lo enseñó, entonces ya no sabrá buscarlo en ningún sitio. Será usted un ignorante absoluto.
-Pero si el alumno pone buena voluntad...
Ése es otro error pedagógico: la buena voluntad no es suficiente. Sólo es suficiente el éxito. ¿Qué le pide usted a su médico? ¿Que le cure, o se conforma con que lo intente?
-Espero de él que me cure.
Pues al estudiante, si apuestas por su futuro de verdad, hay que pedirle resultados desde el primer día y no sólo buena voluntad.
-Hay que motivarlo.
Otra tontería. A los estudiantes hay que exigirles disciplina. La motivación es otro de los mitos pedagógicos cargados de buenas intenciones que han llevado a la cola de Europa a nuestro sistema educativo.
-Pero la ilusión mueve montañas.
La disciplina mueve montañas. El niño no puede ilusionarse aprendiendo la tabla de multiplicar, porque la encontrará aburridísima, y lo es, pero el profesor debe disciplinarlo y hacérsela aprender, porque ése es el único camino para saber multiplicar un día.
-¿Pide usted la vuelta del castigo?
Pido la vuelta a las aulas del respeto al profesor y quiero que también regrese la educación, entendida como subordinación del egoísmo al interés general. Pido que los estudiantes recuperen los modales y dejen de rendir culto a sus propios y pueriles caprichos.
-¿Así reduciría el fracaso escolar?
Existe mucho más fracaso escolar del que se denuncia y, lo que es peor, incluso quienes cumplen los objetivos - siguiendo la jerga pedagógica en boga- tal vez sí los cumplan, pero aun así sufren grandes lagunas cognitivas.
-Kant pedía que no enseñáramos filosofía, sino que enseñáramos a filosofar.
Kant dijo eso, pero hizo lo contrario. Dedicó toda su vida a leer filosofía y sólo se atrevió a publicar La crítica de la razón pura cuando ya tenía 57 años. Así que Kant estudió mucha filosofía antes de filosofar.
-Los padres también sufren lo suyo.
Están despistados por el sistema. Antes sabían que el chaval debía apretar para no ir a septiembre y en septiembre para no repetir. Como ahora hay que pasarles de curso de todos modos, creen que la holgazanería de sus hijos no lo es tanto, puesto que aprueban.
-Pero la pedagogía...
La pedagogía se utiliza como una jerga irrelevante para enunciar lo obvio. Un profesor tiene que dominar su materia y luego aprenderá a enseñar, porque a enseñar no se enseña, como tampoco se enseña a amar o a tener amigos. Sólo la experiencia es maestra.
-Su manifiesto diríase reaccionario.
Es puro progresismo, lo que sucede es que cuestiona los manidos clichés bienintencionados, pero erróneos, que han fundado nuestras reformas educativas y sus fracasos.
-¿Y la religión?
No tiene cabida en el aula de todos. Pertenece a la esfera de lo privado. Imagínese a un profesor diciéndole a los hijos de una pareja homosexual que la homosexualidad es contra natura. Otra cosa es la historia de las religiones, que sí se puede enseñar.
-¿Y la filosofía sí que cabe?
-Enseñar a pensar es algo de lo que todos estamos muy necesitados.
(R. Moreno Castillo. Profesor. Autor del "Panfleto antipedagógico").
El problema esta en las pocas ganas que tienen los alumnos en aprender, solo estudian para aprobar, lo malo es que nos enseñan que lo importante es aprobar; si apruebas te compro la moto, si apruebas te compro el abrigo que me pedias, si apruebas..., si apruebas...; ahora nadie dice si aprendes.., si progresas... No existe en progreso solo los resultados.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que para memorizar hace falta racionar y viceversa, ya que no te puedes estudiar un libro entero memorizando, habrá que razonarlo para que sea mas facil y te sirva para algo, ya que si solo lo memorizas se te olvida al rato, pero si sabes la razón es mas dificil que se te olvide.
Si el profesor dedicara al alumno con menos capacidad un poco mas de atención al resto llegaría al exito tanto como los otros.
¡Por supuesto que hay que motivar a los alumnos!(a pesar de exigirle claro esta)
pero si tu a un alumno le desmotivas en la asignatura es mas dificil luego aprobarla,(que es lo que la mayoria tienen como meta)y aprender de ella. Estoy de acuerdo en que hay cosas aburridas que te tienes que estudiar y no encuentras motivacion alguna, para eso debes tener disciplina, si hay que estudiarselo hay que estudiarselo no hay más.
Los modales del alumno también influyen en el ambiente de la clase, y este en la motivación e ilusión por la asignatura.
Por último comentar que estoy totalemnte de acuerdo con este trozo de texto "Un profesor tiene que dominar su materia y luego aprenderá a enseñar, porque a enseñar no se enseña, como tampoco se enseña a amar o a tener amigos. Sólo la experiencia es maestra." Ya que el aprender a enseñar lo aprendes tú solo sin que nadie te enseñe.
Hola Irene,
ResponderEliminarMe ha encantado tu comentario, efectivamente no oímos voces que nos digan "es bueno aprender" y ese es el problema.Nos hemos olvidado de la esencia del estudio, dejar de ser un ignorante.Y como muy bien dices hemos pasado por alto el placer del camino, de la evolución personal y el crecimiento de nosotros mismos.
Espero que lo que guie tu vida sea aprender y crecer en el camino.Y que además disfrutes mucho.
Hola Carmen,
ResponderEliminarMe imagino que esta entrevista llevará aquí mucho tiempo, pero yo no lo había leído.
Lo primero, me parece totalmente cierto el hecho de que la educación igualiaria es injusta, ¿por qué? pues muy fácil, hay muchos, demasiados profesores que ponen todas las facilidades a las personas que no tienen interés y que suspenden, que a mi parecer no merecen la atención igual que los demás y mucho menos una atención especial. Si ellos no tienen interés no tienes porqué dedicarles tu tiempo. A parte de eso los alumnos verdaderamente interesados a veces se dejan de lado (como no se van a distraer) y se les penaliza mucho más duramente, se les exige más.
Lo segundo, también tengo claro que los alumnos deberían poder elegir antes de los 16 años si quieren estudiar o no, pero ese no me parece el mayor problema.
No estoy de acuerdo con el punto en el que recalca que no hay que enseñar a razonar sino memorizar. Bien es cierto que hace unos años, los alumnos tenían más nociones básicas que nosotros, sobre todo en el tema histórico, literario... podría ser este sistema educativo demasiado blando, pero a parte de eso, si no enseñas a un alumno a razonar por sí mismo y sólo memoriza nunca será una persona que tenga sus propios valores e ideales, no sabrá enfrentarse a nada que no esté integrado por un libro y posterior examen para afrontar el problema. También es verdad que hay demasiada poca disciplina en las aulas, y eso se nota en ciertas ocasiones.
Luego está el tema de los padres, que, como no saben de qué va el tema, no se enteran ni de la mitad de las cosas que hacen sus hijos. Ahora pienso que es lo peor, pero probablemente, afortunadamente para mí me ha tocado un padre profesor, que sí sabe lo que hay, por lo tanto es imposible engañarlo.
¿La religión y la filosofía tienen cabida en la educación?
Pues opino que tanto como la historia de la religión y la historia de la filosofía son importantes para nuestra sabiduría. En una clase de filosofía, aparte de enseñarte la historia, te enseñan a pensar, no te imponen nada, tú piensas por ti mismo, y cada vez lo haces mejor, porque lo que necesitamos es un empujón para expresarnos y pensar por nosotros mismos.
En una clase de religión, aparte de la historia, pues no me parece que sea necesario predicar el evangelio y los ideales cristianos (o de otra religión) en una clase. Quien crea en Dios y quiera aprenderlos, que vaya a la iglesia, es el sitio en el que se hace eso. Está muy bien el ejemplo que pone el profesor R. Moreno Castillo, ¿cómo le dices a un niño con padres homosexuales que la homosexualidad va contra natura? ¿cómo le hablas de Jesucristo a un extranjero que sea islámico o budista?
RESPUESTA A ALEJANDRA. (1ª Parte)
ResponderEliminarHola, Alejandra:
Si te respondo en dos partes es porque el blog no permite insertar comentarios de más de 4.000 caracteres.
Me alegra mucho que hayas asumido el reto de comentar este texto, nada sencillo, dada la radicalidad de las afirmaciones que contiene y la compleja temática que aborda.
Dices estar de acuerdo con el autor del texto en que “la educación igualitaria es injusta”. Yo quisiera sembrar alguna duda en tu actual opinión.
A mí, lo primero que me viene a la cabeza es la ambigüedad de dicho concepto. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de educación igualitaria? Porque es posible entenderla de muy distintos modos.
Examinemos uno de ellos para poder contrastarlo con el que parece tener el profesor Moreno Castillo.
a) Educación igualitaria como derecho a que todos los menores puedan acceder por igual a la mejor calidad de enseñanza.
Entendido así, parece algo justo. Porque desde siempre, los niños de “clase alta” han podido acudir a los mejores colegios; colegios privados de élite, con muy pocos alumnos por clase, con profesores, en teoría, muy preparados y muy bien pagados, y también -hay que suponerlo así- super motivados, mientras que la gran mayoría de chavales de clases sociales menos favorecidas acuden a las escuelas públicas de su barrio, con clases masificadas, con profesores muchas veces agotados, desmotivados, faltos de autoridad porque el sistema educativo se la ha quitado, y a merced de unos padres que, en muchos casos, no sólo no los respetan ni defienden frente a sus hijos, sino que los presionan, amenazan, degradan, etc...
¿Es posible una educación igualitaria en este sentido? Para ello, mucho tendrían que cambiar las cosas. Porque para poder dar una educación igualitaria en el sentido de igual calidad, los centros educativos, ya fueran privados, públicos o concertados, deberían disponer de iguales recursos y condiciones. Y esto no es así ni de lejos.
Así que este ideal de “educación igualitaria” es un simil de otro ideal: el de una sociedad justa, donde todos tengan las mismas oportunidades, derechos y obligaciones, y donde la educación tenga un valor prioritario.
b) Está claro que el concepto de “educación igualitaria” que el Profesor Moreno Castillo critica va en otro sentido, y sería el de que en las aulas todos los alumnos, pongan o no interés, deben recibir la misma atención por parte del profesor.
De entrada, parece fácil darle la razón al profesor Moreno, pero a mí ciertas afirmaciones suyas me suscitan dudas de todo tipo. Por esto, más que posicionarme, prefiero plantearte algunas cuestiones al respecto.
Si la educación igualitaria, tal cual la plantea el profesor Moreno es injusta, ¿qué hacemos con los desinteresados o con los que les cuesta más entender las materias? ¿Los dejamos de lado porque son un lastre para los buenos alumnos? ¿Es este el objetivo de la educación: seleccionar a los mejores y librarse de los que estorban?
¿No existe otra solución; una que sin perjudicar a los buenos alumnos, no excluya a los otros: los desmotivados, los desganados, los que, aún queriendo, les cuesta seguir el ritmo de la clase? Me cuesta creerlo. Tal vez lo que no exista es un verdadero interés por encontrarla.
RESPUESTA A ALEJANDRA. (2ª Parte)
ResponderEliminarChoca que la “solución” que el Prof. Moreno propone para los que no quieren estudiar sea que a partir de los doce años puedan acceder a la Formación Profesional.
¿Qué pasa, que en la F. P. no hay que estudiar? ¿O supone que por el simple hecho de pasar a la F.P. a estos estudiantes desganados les entrará de pronto un enorme interés por aprender? Además, ¿se le puede suponer a un menor de 12 años (que no tiene interés en estudiar) la suficiente madurez para poder elegir qué oficio quiere aprender y más tarde ejercer?
No sé. No creo en soluciones milagrosas. Creo en el esfuerzo y en el interés de los profesores por sus alumnos, y en la fuerza de la motivación que todo buen profesor ha de ser capaz de ejercer. Creo en muchas cosas que pueden ocurrir en un aula cuando al frente hay un buen maestro, pero no en este tipo de demagogia pedagógica.
Detrás de un alumno desmotivado siempre hay causas que hay que tratar de conocer y de solucionar. Es necesaria una mayor implicación de los padres en la formación de sus hijos, apoyando a la escuela y devolviendo el prestigio y el respeto al profesorado.
En cualquier caso, la F.P. no es ninguna pócima mágica que convierta al estudiante desganado en un alumno motivado , ni mucho menos un contenedor en el que abocar a todos los desinteresados en estudiar.
Alejandra, el Prof. Moreno no dice que “no hay que enseñar a razonar, sino a memorizar”. Lo que afirma es que “es imposible memorizar sin razonar y viceversa”. Lo que critica es el desprestigio en el que ha caido la memorística. Yo, en este punto, estoy de acuerdo con él.
Necesitamos de la memoria para la mayoría de las actividades de nuestra vida: para saber volver a casa, para saber dónde hemos dejado el móvil, para recordar nuestro pasado, para saber quiénes somos. La memoria es fundamental para sobrevivir y por eso es bueno potenciarla. Sólo hay que pensar en las personas que sufren de alzheimer, en su terrible desorientación frente al mundo...
No comparto la desvaloración de la buena voluntad si ésta no concluye en éxito. Muchas veces, (y esto, padres y profesores lo sabemos muy bien) conseguir que alguien se esfuerce por algo ya es en sí mismo un éxito, aunque al final no consiga su objetivo.
Priorizar el logro por encima del esfuerzo del alumno comporta más fracasos que éxitos. El objetivo íntimo de la educación debiera ser el de formar personas de bien con conocimientos para desarrollar una actividad social útil que amaran ejercer, y no fabricar “compulsivos buscadores del éxito” que, por no alcanzarlo, acaban sintiéndose unos seres fracasados.
Es verdad que se ha perdido una valor fundamental para poder enseñar: la disciplina. Pero ésta debe estar sustentada en el respeto a la figura del profesor y a la autoridad que representa. Nunca en el miedo al castigo.
Algo que tampoco logro entender es por qué razón la disciplina y la motivación no pueden ir cogidas de la mano, como parece descartar el Prof. Moreno.
Es verdad que el respeto y los buenos modales han de volver a la escuela, pero también deben estar presentes en la calle, en los autobuses, en las casas...
Otra verdad es que tener que pasar forzosamente de curso a los repetidores suspendidos es una aberración pedagógica. Así, no debe extrañarnos el preocupante porcentaje de universitarios prácticamente analfabetos.
Coincido con el Prof. Moreno y contigo en la importancia de dar a conocer la historia de las religiones, pues son parte de la cultura humana y nos ayuda a comprender mejor otras culturas y a ser más tolerantes.
Es posible hablar de Jesús, Buda o Alá, y de sus enseñanzas sin convertir esa asignatura en una catequesis. Como bien dice el Prof. Moreno, las creencias religiosas pertenecen a la esfera de lo privado.
Alejandra, la verdad es que tu comentario ha dado para un buen debate, por lo que debo felicitarte, y también desear que saques tus propias conclusiones.
Un saludo.