viernes, 30 de abril de 2010

*La carreta vacía

Caminaba con mi padre, cuando se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:

-¿Oyes algo más, que el cantar de los pájaros?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después, le respondí:

-Sí, es el ruido de una carreta.

-Éso es me dijo-, es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre:

-¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la hemos visto?

Entonces, otra vez mas, me mostró su sabiduría:

-Es muy fácil darse cuenta: "Cuánto mas vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace".

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y tratando con superioridad a los demás... o a aquellos que no pueden estar sin el estímulo de un lugar lleno de gente hablando o de un televisor, que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oir la voz de mi padre diciendo:

-"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace". Y a la vez : "cuánto se regocija el corazón, cuando vemos pasar una carreta repleta de carga preciosa... silenciosa... plena.

4 comentarios:

  1. Javier García Martín4 de mayo de 2010, 17:11

    Será que cuando uno menos tiene como persona y aporta poco, quiere hacerse notar y de la forma que lo hace es haciendo ruido, pero no se dan cuenta que los demás si saben con quien habla, además yo añadiría para este tipo de personas: Mucho ruido y pocas nueces.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Javier:

    Pues sí, eso es exactamente lo que cuenta la historia. Tú lo has resumido muy bien: ¡mucho ruido y pocas nueces!

    ResponderEliminar
  3. Adriám Blanco 4eso B26 de mayo de 2010, 18:49

    Esta gente son las que se merecen que en la vida haya gente que les den tal lección para que no la olviden en su vida. No está bien eso de ir presumiendo de que tienes más que los demás hasta el día que haya una persona que tenga más que él/ella y se de cuenta de que al sentirse humillado por esa persona, se sentía así las personas a las que presumía de su poder; ya que un día puedes ser el que más tenga y al siguiente perderlo todo y tener manos que nadie.

    ResponderEliminar
  4. Hola Adrián:

    El texto nos habla de dos tipos de carretas:

    .-Las vacias, que hacen mucho ruido.
    .-Las llenas, que son silenciosa, a pesar de que están plenas de cosas.

    Evidendemente esto es una metáfora. Yo también conozco carretas vacias y silenciosas, y carretas llenas y ruidosas.

    ¿Tú, con cuál de los cuatro tipos de carretas de identificas?

    Porque conozco alumnos que podrían representar cada uno de esos cuatro tipos.

    Veo en clase a muchos alumnos silenciosos, poco participativos, nada conflictivos... ¿eso siginifica que "su carreta" (su interior) está lleno de riqueza, plena de valores, y que su silencio es prueba de su prudencia y sabiduría?

    Sí te digo esto, Adrián, es porque si el próximo año pasas a bachillerato, tendrás que hacer un mayor esfuerzo, implicarte más en lo que quieres hacer. Llevas un leve retraso porque te has acomodado. Pero en bachillerato ya no podrás seguir este ritmo, si no le pones un poco más de coraje. Un aula no es un autobús en el que te subes y te lleva cómodamente a tu destino. A partir de ahora, el autobús y el conductor eres tú. Y mi consejo es que empieces a autoexigirte un poco más si quieres llegar... a donde quieras llegar.

    Adrián, tienes que empezar a opinar sobre las cosas, a implicarte, a dejar oír tu voz, aunque a veces te equivoques. Equivocarse es lo de menos, cuando uno se implica. La verdadera equivocación es no implicarse. Ya no eres un niño, Adrián. Piensa en esto. Y si quieres un consejo, es este: no tomes siempre el camino fácil, porque cuando no tengas opción y debas tomar el difícil, no sabrás qué hacer.
    Empieza a asumir tu vida, Adrián, ¿vale? No eres menos que nadie, y eres un gran muchacho. Y si quieres ser una carreta silenciosa, que sea de las que están llenas de valores y saberes humanos. No te quedes al margen, en esa zona gris, donde nadie recuerda el nombre de nadie.

    Un abrazo, Adrián.

    ResponderEliminar