jueves, 5 de mayo de 2011

*El mal de escuela

En la primavera de 1954 el alumno Daniel Pennac, de diez años de edad, nacido en Casablanca, recogía su boletín de notas. Las Artes Plásticas no se le daban mal... "dibuja a la perfección, salvo en clase", advertía el profesor; la educación musical podría sonar mejor en sus oídos si no hablara todo el rato; por las sesiones de gimnasia se le veía poco y en los ejercicios de Gramática se mostraba "alegre como compañero y mediocre como alumno"; en Matemáticas "le faltaba base"; en la hora del Inglés hablaba mucho, pero era incapaz de pronunciar una sola palabra en la lengua de Shakespeare; el de Educación Técnica dictaba sentencia: "No ha hecho nada y ha rendido menos". Conclusión: Daniel Pennac componía en el argot académico el fatídico retrato robot del "Cancre". El cangrejo. Alguien que a los doce años no había demostrado nada.
Medio siglo después, este profesor es el autor del "bestseller" pedagógico "Mal de escuela", en el que disecciona los cuerpos y almas de esos jóvenes que copan en los expedientes académicos el apartado del fracaso escolar. ¿Fracaso de quién? ¿Del alumno gamberro? ¿Del profesor que no lo da todo en la hora de clase? ¿Del sistema público de educación? ¿De una familia que no presta suficiente atención al educando?
En estos tiempos en los que nuestro modelo de sociedad se tambalea, y todas las miradas se dirigen hacia la escuela, la desmembración familiar y los guetos multiculturales, Pennac prefiere observar la singularidad humana: "guardémonos mucho de subestimar lo único sobre lo que podemos actuar personalmente y que además data de la noche de los tiempos pedagógicos: la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo donde todos los demás comprenden", nos advierte.

.-Identifica usted al fracasado escolar con el término "cancre".
Es una palabra específicamente francesa, difícil de traducir en ninguna otra lengua. Cuando me preguntan qué es un mal alumno me cuesta responder. Hoy nadie habla de "cancres": simplemente se le califica de zoquete, o inútil. Un cero a la izquierda.

.-Pero, etimológicamente, el "cancre" es el cangrejo.
Sí, un animal que camina de lado, lentamente; la otra acepción se refiere al cáncer. Ser un fracasado en la escuela es como un cáncer que no se cura, un proceso sometido a sucesivas recaídas. Una persona acomplejada. Yo me enfrento a ese niño que no comprende al profesor. Ese, que tras las primeras evaluaciones negativas, acaba confinado en la inhibición intelectual. En esa tristeza, que conozco tan bien, se incuba la personalidad del que huye, del perezoso, de aquel que no consigue nunca explicar lo que le ocurre.

.-Usted fue un niño "cancre".
Sí. El cancre vive instalado en el estupor permanente, una situación que me interesa como profesor. Un objeto de análisis que se asemeja mucho al niño que yo fui y que nunca olvidaré. Niños que llevan la misma cicatriz que yo conservo: que sienten una profunda vergüenza cuando no consiguen dar con la respuesta correcta. ¡Y la escuela no se interesa por este problema!

.-¿Cómo se manifiesta el "mal de escuela"?

Con dolor. Un dolor muy particular. El de no comprender. No ser capaz de responder a las preguntas del profesor. El sentimiento de ser un imbécil. La decepción de tus familiares y un miedo cerval al porvenir. El dolor del profesor que no consigue hacer progresar al alumno. El fracaso, también, profesional. Las dudas sobre la identidad pedagógica...

.-Las instituciones educativas y la Administración pública optan más bien por los informes estadísticos.

Así es. Dicen: "No hace falta indagar en la naturaleza del mal estudiante! ¡Es tiempo perdido! La sociología, la psicología y la moral no sirven para nada. Al alumno que no obtiene los resultados esperados, según las observaciones del boletín de notas, "le falta base".

.-¿Y eso qué significa?

Pues que cada calificador insinúa que la mala nota no es culpa suya. La institución académica dice que "le falta base" y punto. He aquí una categoría. A este alumno siempre le faltará base. Por esa razón, no me interesa la escuela tomada como institución.

.-¿Y de qué forma se evalúa ese fracaso escolar?

Yo no voy de psicólogo, ni de sociólogo, ni de moralista: me preocupa más el miedo, el temor. Los malos alumnos tienen miedo. ¿De qué? Un miedo que, en todo caso, constituye una barrera para el saber. Como la persona que padece una depresión. Su tristeza es una muralla para la transmisión de conocimientos.

.-¿Cómo se detecta ese temor?

Lo capté en 1969, al cuarto de hora de empezar mi primera clase. Deduje que los alumnos tenían miedo y entraban en un juego agresivo hacia mí: les atemorizaba ser juzgados como cretinos, tontos, imbéciles. En su fuero interno se decían: "Sí, lo que tú digas, soy un cretino, pero te haré la vida imposible: no daré ni golpe".

.-Entonces, ¿la agresividad proviene del miedo?

El miedo no sólo afecta al niño, sino a sus padres, especialmente a la madre. Se percibe en los meses de abril y mayo, con el tercer trimestre. Empiezan las llamadas y las visitas al despacho del profesor porque en las observaciones del boletín de notas aparece la frase lapidaria: "El tercer trimestre será determinante". El miedo de la madre nace de proyectar el presente sobre el futuro de su hijo. De que el futuro sólo sea un presente peor.

.-¿Y qué actitud tienen que adoptar los padres de un alumno inútil?

Una madre se quejaba de que su hijo me lo explicaba todo a mí y a ella no. Le contesté que se debía a que el profesor no era nadie para él y ella lo era todo... Los padres no han de manifestar temor sobre el futuro de su hijo: no sirve de nada. Cuando estudiaba, yo era muy lento y mi madre pensaba que era tonto. Si siempre te dicen que eres tonto, acabas estando de acuerdo.

.-Hay malos alumnos, pero también malos profesores.

Fracasar con un alumno revela nuestros límites profesionales y hace bajar la autoestima. O sea, que el miedo del alumno depara daños colaterales, tanto para el interesado como para familiares y docentes.

.-Reza el refrán que "cada maestrillo tiene su librillo".

Si tenemos un "librillo" debería ser la asignatura que impartimos. En este aspecto los profesores de Lengua lo tenemos mejor que los de Física y Química aunque, en mi época de alumno, el profesor que me salvó la vida daba Matemáticas.

.-¿Cómo le salvó la vida?
Se encontró con una clase tan destructiva como una película de Sam Peckinpah. Robos, desorden, peleas, insultos, mentiras...
Al empezar la clase nos encontramos con una especie de Buda matemático que profesaba un amor inoxidable hacia su asignatura y deseaba transmitir sus conocimientos. No le dábamos miedo. Sabía con quién trataba y estaba convencido de que haría de nosotros unos matemáticos. Y lo consiguió. Trazó un enorme cero en la pizarra. "¿Qué he escrito? La nota que tendréis en Selectividad". Luego preguntó a un alumno: "¿Dos más dos cuánto suman?" "Cuatro", contestó entre risas. Él no se inmutó: "¿Por qué te ríes? ¿No te das cuenta de la inteligencia de tu respuesta? ¿No sabes adónde nos llevará este resultado?". De esta forma nos implicó en esa búsqueda desde la primera hora de clase. Nos aseguró que no volveríamos a mentar la Selectividad y sólo hablaríamos de matemáticas. ¿Matemáticos? ¿Alumnos curiosos? En todo caso, adolescentes con ganas de aprender. Los jóvenes no admiten una autoridad blanda e indefinida, quieren que les riñan si hay un motivo intelectual.

.-En conclusión, la herramienta para vencer el miedo es la asignatura.

Basta con no comportarse como un usurero del saber. Confiar en que tenemos tiempo. Pero... ¿cuánto tiempo pedagógico? El tiempo para conseguir la impregnación de los conocimientos hasta que se produzca la revelación.

.-Los profesores están acuciados por la programación curricular y no lo tienen fácil para tomarse ese tiempo que usted juzga necesario.

Llegamos a la situación extrema del profesor: la soledad de la clase. Nuestra actitud, el hecho de estar allí, constituye un complejo combinado entre el interés por la asignatura, por la clase y el placer de cambiar la realidad. Y todo eso deriva de una actitud personal y no de una formación cultural, por importante que esta sea. Se trata de una hora. Y cuando pase esa hora habrá que pensar en otra cosa. Es la hora de la enseñanza: exige una presencia absoluta. En demasiadas ocasiones, nuestra presencia es fantasmal. Lo que está claro es que no hay que ir a la clase cansado.

.-Esa abulia puede provenir del desánimo de una profesión que ha perdido prestigio social y resortes de autoridad.

No voy a negar que siempre topamos con alguien que no sigue la clase. Te lo están diciendo: "Digas lo que digas, paso". Son alumnos a los que no tienes acceso. Yo también he conocido mis límites docentes y he fracasado. En un instituto de Marsella, los alumnos no miraban al profesor. No hablan, no ríen, como si no existiera. Francamente, no sé cómo resolvería yo una situación así, pero algo habrá que hacer, porque, si no, tendremos que dejar este trabajo. No es mi caso: cuando entro en una clase veo la vida en estado puro.

.-El discurso antiautoritario de "Mayo del 68" no ha ayudado mucho a mantener la disciplina en las escuelas
.
Yo pienso que la raíz de la crisis de la escuela europea está en que los jóvenes de hoy disfrutan de las mismas posibilidades de consumo que sus padres.

.-¿Y por eso han de ignorar y ridiculizar al profesor?

Nuestro principal rival, repito, no son los alumnos sino la "clientelización" de la infancia. Niños clientes de una sociedad de consumo. Consumidores de marcas, telefonía móvil, motos... Lo mismo que sus padres. Eso les confiere una falsa madurez tecnológica, comercial, informática... El consumo ha atiborrado a los jóvenes de deseos desde sus primeros años. Mensajes de la televisión, compulsión por consumir y cambiar constantemente de objetos. Valdría la pena hablar con ellos sobre esos deseos superficiales que ellos consideran necesidades fundamentales. Hacerles distinguir entre deseos y necesidades. Si pudiéramos apasionarlos con la asignatura sería interesante ver qué efecto tendría en la venta de móviles o de zapatillas deportivas.

.-La sociedad se siente decepcionada por los resultados de la escuela, eso que los medios de comunicación han denominado "alarma social".

Y yo me pregunto qué espera esta sociedad tan obsesionada por encontrar culpables y no por buscar soluciones. Vivimos en un mundo que evoluciona de manera absurda.

.-¿Y qué papel han de desempeñar los gobiernos en esa estrategia, además de diseñar planes escolares casi siempre al servicio del partido político en el poder?

Me pregunto si nuestros Estados quieren formar de verdad alumnos inteligentes. Yo diría que no, que al Estado tanto le da la escuela, pero hablar de crisis educativa es una buena manera de desviar la atención. Los políticos hacen siempre de políticos y no demuestran ningún interés por la pedagogía.

.-¿Es posible superar esta crisis general de valores en una sociedad como la occidental, carente en estos momentos de un discurso moral?

Le responderé como padre y profesor: Una buena manera de ser padre y profesor es reencontrar al niño en el niño y al adolescente en nuestros adolescentes. Una verdadera conciencia de afecto y lucidez que encaje con los jóvenes de hoy. Y yo creo que la mayor de las necesidades de los adolescentes es tener delante a adultos que no tengan miedo del futuro y que no jueguen a ser adolescentes.

.-¿Hay, entonces, demasiados padres infantilizados que acaban haciendo lo mismo que sus vástagos?

La sociedad de consumo nos infantiliza a todos, no importa la edad. La mejor forma de ser adultos es revisar nuestra adicción al consumismo. El tiempo mental que dedicamos al consumo nos produce una preocupación gigantesca. Un tiempo que podríamos dedicar a nuestros hijos. Mientras tanto, ellos se han situado en esa misma lógica consumista y al final nadie se ocupa de nadie.

.-¿Cree que de esta crisis surgirá algo positivo para la educación, la convivencia familiar y el modelo de sociedad?

Todo dependerá de la relación personal que mantengamos con nuestros hijos. No podemos esperar soluciones mágicas del exterior. El exterior es la publicidad, que nos incita al egoísmo consumista. Cada uno de nosotros debe hacer una revolución contra esa pantalla de plasma que nos separa de nuestro entorno familiar. En el plano político no sé si alcanzaremos una verdadera democracia representativa. Si echamos una ojeada a la política internacional, vemos que está siendo dirigida por "showmans" en lugar de por líderes políticos responsables.

*(Entrevista publicada en la revista cultural "Barcelona-Metrópolis").

*Antonio Vega



Estoy metido en un lío y no sé como voy a salir,
me buscan unos amigos por algo que no cumplí.
Te juré que había cambiado y otra vez te mentí,
estoy como antes colgado y por eso vine a tí.

Agárrate fuerte a mí, María, agárrate fuerte a mí,
que esta noche es la más fría y no consigo dormir.
Agárrate fuerte a mí, María, agárrate fuerte a mí,
que tengo miedo y no tengo donde ir.

Mañana cuando despiertes estaré lejos, en fin,
no creo que pase nada, de otras peores salí.
Si acaso no vuelvo a verte, olvida que te hice sufrir,
no quiero, si desaparezco, que nadie recuerde quién fui.

Agárrate fuerte a mí, María, agárrate fuerte a mí,
que esta noche es la más fría y no consigo dormir.
Agárrate fuerte a mí, María, agárrate fuerte a mí,
que tengo miedo y no tengo donde ir.

Agárrate fuerte a mí, María, agárrate fuerte a mí,
volveré por ti algún día, escaparemos de aquí.

Agárrate fuerte a mi, María, agárrate fuerte a mí,
que tengo miedo y no tengo donde ir...

que tengo miedo y no tengo donde ir.

Esta canción es original de "Los Secretos", aunque, en mi opinión, la versión de Antonio Vega es más profunda y dramática. La podéis oir cantada por él, en directo, en la película de Julio Medem, "Caótica Ana".

viernes, 15 de abril de 2011

*Es urgente decir a los que amas que los amas

Éric-Emmanuel Schmitt, dramaturgo, escritor, guionista y director de cine, además de doctor en Filosofía, tiene un don especial para hablarnos de cosas esenciales con sutileza: la muerte, la felicidad, el dolor y todos los sentimientos que nos hermanan, sin necesidad de dramatizar. El resultado son obras de teatro, libros y películas ("El señor Ibrahim y las flores del Corán";"Odette, una comedia sobre la felicidad") que nos dejan con una sonrisa filosófica y el corazón revuelto. Tiene el don de conectar con la sensibilidad ajena y en su última película, fruto de un libro del mismo título: "Cartas a Dios", que se estrena el viernes en España, nos cuenta los últimos días de Oscar y su relación con Mami Rosa, que le ayuda a descubrir el misterio a través de un trato: un día igual a diez años.

“Tengo 51 años. Nací en Lyon, soy viudo, y vivo en buena compañía en Bruselas. Hay que luchar contra el materialismo, el mercantilismo y el reino del mercado. Confío en el misterio, no tengo miedo, pero esta confianza no es un saber; la fe es una manera de vivir el misterio. Hay dos opciones, o habitas el misterio con miedo y angustia o lo haces con fe, es decir, confianza. De eso hablan todos mis libros y películas, de personajes que confían en lo desconocido, que viven con los brazos abiertos y que luchan contra las fuerzas negativas, la angustia y el miedo”.

.-¿Y usted vive como sus personajes? Sí, siempre estoy de buen humor, lo que sorprende a la gente, y soy infinitamente curioso. Una cosa que me ayuda a disfrutar de la vida es la imaginación, que me permite explorar todas las puertas del presente.

.-¿Cómo aplica la imaginación a la realidad? La imaginación es dejarse invadir por el mundo y por la gente. Cuando estoy frente a alguien, me dejo penetrar por todas las sensaciones y las imágenes que emanan de ese individuo; es un conocimiento empático.

.-¿Y desde cuándo? Tenía 29 años, me apunte a un viaje de aventura: diez días caminando por el desierto del Sáhara y me perdí.

.-¿Sin agua y sin comida? Sí. Llegó la noche y pensé que iba a morir de miedo, pero ocurrió todo lo contrario. Me invadió la confianza, pasé una noche mística. Entré en ese desierto ateo y salí creyente. Me costó años poder hablar de ello, pero terminé confesando porque siempre me preguntan de dónde viene el optimismo de mis obras, y la fuente viene del desierto. Habito la vida con confianza.

.-¿No era así de niño? Era alegre, pero extremadamente angustiado, tenía miedo a la nada y la idea de que la vida era inútil, un puro fenómeno material; hoy creo que es algo más que una agitación de moléculas y que todo está justificado.

.-Pues me ha partido el corazón. El tema que trato en Cartas a Dios es duro, pero es una película optimista; un himno a la vida aunque la vida sea breve y frágil. Creo que hay que amar la vida como es, sin ilusiones, sabiendo que es corta, vulnerable y llena de dolor.

.-¿Cuándo fue la primera vez que se acercó a niños terminales? Mi padre era fisioterapeuta y trabajaba con ellos. Desde que cumplí los ocho años, todos los jueves y los sábados, me llevaba con él al hospital; así que crecí pensando que lo normal era estar enfermo y lo excepcional tener salud.

.-¿Aprendió algo? Al principio tuve miedo; luego aprendí que no tenía que permitir que la enfermedad construyera un muro entre ellos y yo. Y hablo de ello en la película: los padres de Oscar ven la enfermedad de su hijo en lugar de a su hijo, y el niño no lo entiende; cree que no le quieren. No hay que dejar que las situaciones se interpongan entre las personas.

.-Qué difícil es eso. Ya adulto acompañaba a una amiga que iba a los hospitales de voluntaria. Jugando con los niños descubrí que son mucho más francos y directos. Cuando están en situaciones frágiles, quieren hablar de la enfermedad, de la muerte, de todo lo que les ocurre. Son los adultos los que están asustados, y crean angustia con su silencio e hipocresía.

.-Su película tiene algo muy profundo. Un amor visceral por la vida tal y como es; no tal y como quisiéramos que fuera. Para mí, ser feliz no es tener una vida distinta a la que tengo, es entrar completamente en la que tengo; no es protegerse del dolor o la desgracia, es integrarlos en las tramas de la existencia. Con la misma vida puedes ser feliz o desgraciado; es una actitud mental.

.-¿Una actitud que usted ha aprendido? Sí, puedes luchar contra tu negatividad y pesimismo. Eso quiere decir que la inteligencia y la experiencia pueden servir para algo.

.-Se adivina que ha vivido la muerte. Sí, he acompañado a personas cercanas, a veces en largas agonías, y me ha hecho entender que era urgente amar y decir que amas; no hay tiempo que perder.

.-Sus mujeres son fuertes y tiernas. Para mí el hombre es simplicidad y la mujer complejidad. Cuando una mujer dice no, nunca quiere decir no, ni cuando dice sí. La mujer es paradójica, es fuerza y herida. Si no veo su herida, no puedo entenderla.

.-¿Cómo es su madre? Una fuerza sin ambigüedad ni ambivalencia. Creo que mi madre es un hombre.

.-¿Qué quiere contar? Tengo una obsesión: mostrar que cada uno de nosotros podría haber sido el otro. Incluso escribí un libro sobre Hitler para demostrar que convertirse en un bárbaro está al alcance de cualquiera. Hay una búsqueda ética: cultivar lo mejor en lugar de cultivar lo peor, y por tanto una dimensión moral.

.-Cuesta trabajo ser bueno. Sí, el mal se hace rápido y el bien es laborioso. En un segundo lo puedes destruir todo; por ejemplo, con un niño o en el amor con una sola frase.

.-¿Cómo se aprende la confianza? Aceptando que no todo es racional, aceptando abrir las puertas de la sensibilidad y la irracionalidad de la vida. Hay que amar la necesidad y todo lo inevitable.

.-Pensar no es bueno para tener confianza. Cierto. El pensamiento es el espíritu crítico, pero es necesario pensar hasta que llegas a ese umbral en el que el pensamiento ya no sirve para nada y ahí has de tirarte de cabeza: o al miedo o a la confianza.

viernes, 11 de marzo de 2011

*The Beatles (Blackbird)



Blackbird singing
in the dead of night
take these broken wings
and learn to fly
all your life
You were only waiting
for this moment to arise.

Black bird singing
in the dead of night
take these sunken eyes
and learn to see
all your life
you were only waiting
for this moment to be free.

Blackbird fly,
blackbird fly
into the light
of the dark black night.

Blackbird fly,
blackbird fly
into the light
of the dark black night.

Blackbird singing
in the dead of night
take these broken wings
and learn to fly
all your life
you were only waiting
for this moment to arise,
You were only waiting
for this moment to arise,
You were only waiting
for this moment to arise.

lunes, 7 de marzo de 2011

*¿Tolerar o normalizar?

Las palabras suelen ser estrictas guardianas de sus propios significados y frecuentemente las ordenamos y empleamos a nuestro antojo, sin respetar su verdadera esencia. Entonces, las palabras nos muestran nuestra equivocación, exponiendo su verdad, que es la verdad academicista y notarial del diccionario, que, queremos o no, sigue siendo el indiscutible propietario de los significados.

Con frecuencia, desde la clase política, los tertulianos pagados o improvisados, los "fabricantes de opiniones", cuando abordan temas que podríamos entender como “delicados” o susceptibles de “malas interpretaciones” repiten con gran asiduidad, conjugándolo en todos sus tiempos, el verbo tolerar. Nos animan a que seamos ciudadanos tolerantes, a que construyamos una sociedad tolerante, a que toleremos todo aquello o aquellos que no son como nosotros, a que hagamos de la tolerancia una bandera que enarbolar ante todas aquellas discriminaciones o peligros que nos acechan.

Particularmente, y tal vez por disciplina o complicidad con el diccionario, la palabra tolerar no me gusta, o no me gusta de la manera que se emplea en multitud de ocasiones. Si usted busca la palabra en el diccionario, de las cuatro acepciones que nos ofrece, y hasta que no llegamos a la última –respetar las creencias…-, nos dice que tolerar es padecer, resistir, sufrir, soportar…

Si revisamos en nuestra memoria, quién no recuerda docenas de intervenciones de nuestros alcaldes y alcaldesas pasadas y presentes vanagloriándose de que Córdoba es el ejemplo de la tolerancia, como ya demostró en su esplendoroso pasado del cuento de "Las mil y una noches". O sea, que si me guío por el diccionario, nuestros antepasados cordobeses soportaron, padecieron y sufrieron a judíos y moriscos. En fin, que tampoco fue tan bonito y dulce el cuento como nos cuentan.

Tengo unos zapatos que no me gustan demasiado, que son los que debo calzarme cuando desgraciadamente me veo obligado a embutirme el traje. No son unos zapatos que alguna vez me haya puesto por gusto, por sentirme cómodo; forman parte de la obligación laboral, bien podríamos definirlo así. Aún así, reconozco que no son feos del todo, que son, en resumidas cuentas, unos zapatos que tolero, a secas.

Lo de mis zapatos, lo podemos extender a las lentejas, a una camisa, a un compañero de trabajo, a un programa de televisión o a una modalidad olímpica. Es decir, vivimos rodeados de personas, situaciones u objetos que toleramos en mayor o menor medida, que no forman parte de nuestro ideal, pero que están ahí. O sea, que no nos queda más remedio que soportar.

Cuando hablamos de inmigración, de personas en riesgo de exclusión social, o cuando se celebra el Día del Orgullo Gay, por ejemplo, no nos cansamos de repetir –y conjugar- el verbo tolerar. Evocamos la tolerancia como el gran reto social, el maravilloso éxito a alcanzar y no caemos en la crueldad o en la contradicción que se esconde tras esa palabra.

Esto me lo planteo desde una postura bien pensante, porque espero que sean pocos los que empleen la palabra tolerar en su verdadero significado, ya que esconde una aceptación obligada, una convivencia “no deseada”, aunque sí soportable, con algo o alguien que no nos termina de gustar.

Escoger las palabras adecuadas, seleccionarlas, ordenarlas de la manera más acertada sigue siendo un ejercicio en construcción, un reto en el que emplearnos a fondo, sobre todo si quien las pronuncia cuenta con un altavoz que escucha la ciudadanía. De ahí que sea un gran defensor de la palabra normalización: acción y efecto de normalizar. En varios de los ejemplos citados anteriormente es la verdadera tarea a realizar, el camino a recorrer: poner en orden lo que no estaba.

Crueldades, antojos o bondades de las palabras, representaciones escritas y sonoras de nuestros pensamientos. Tal vez tengamos que comenzar por nosotros mismos, por normalizar nuestros propios pensamientos, para más tarde lograrlo con nuestras palabras. En cualquier caso, se trata de una tarea que merece la pena.

*(Artículo del escritor Salvador Gutiérrez Solís).

martes, 1 de marzo de 2011

*Christina Rosenvinge



Condenada por los dioses sin su linda voz,
Eco se esconde en la cueva con su dolor.
El corazón mudo sólo puede repetir
las últimas sílabas que acaba de oír.

Narciso es soberbio. ¡Por Dios, que guapo es!
Las ninfas se ofrecen ante su desinterés.
Pasea en el bosque su melancolía.
Nada es suficiente, su alma está vacía
Eco de lejos le espía y suspira amor.
Cómo confesarlo sin tener su voz.
Un claro del bosque se abre para los dos,
la cálida ninfa se muestra toda candor.

¿Quién eres tu niña loca?
Niña loca… niña loca…
Muero antes que darte un beso...
darte un beso… darte un beso…
Quiero estar solo en el río
en el río... en el río…
¿No pensaras que te quiero?
Te quiero… te quiero…
te quiero…te quiero…
te quiero… te quiero.

Narciso recibe castigo por ser tan cruel.
El agua nunca fue tan clara, ni tanta la sed.
Al ver su reflejo, por fin descubre el amor
y ahogado en sí mismo se convierte en flor
Eco de pena y locura se consumió.
Solo quedó resonando sin fin
su linda voz.

¿Quién eres tu niña loca?
Niña loca… niña loca…
Muero antes que darte un beso...
darte un beso… darte un beso…
Quiero estar solo en el río
en el río... en el río…
¿No pensaras que te quiero?
Te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…

Ahora tú dime: ¿Qué demonios hago yo aquí?
¿Soy sólo tu espejo o vuelves a mí?
¿Se me consiente algo más que repetir
cada palabra que deseas oír?
Tocas el agua, se te hunde la nariz.
La imagen es vana, el llanto no tiene fin.

¿Quién eres tu niña loca?
Niña loca… niña loca…
Contigo haré lo que quiera...
lo que quiera… lo que quiera…
¿No ves que triste es mi vida?
Es mi vida... es mi vida…
Tú cargarás con mi pena...
con mi pena… con mi pena…

¿Quién eres tu niña loca?
Niña loca… niña loca…
Muero antes que darte un beso...
darte un beso… darte un beso…
Quiero estar solo en el río...
en el río... en el río…
¿No pensaras que te quiero?
Te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…
te quiero… te quiero…

Nacida en Madrid un 29 de Mayo de 1964 hija de padre danés y madre inglesa, Christina Rosenvinge demuestra pronto sus intereses musicales interpretando canciones en el colegio y formando, en la época de secundaria, su primera banda con gente que va conociendo en la "Movida madrileña" de los 80. Debuta como cantante y como compositora en el grupo "Ella y Los Neumáticos". A finales de la década el grupo queda reducido a un dúo de influencia francófona llamado "Álex & Christina" que grabó dos álbumes antes de separarse a principios de los 1990.
En 1991 crea la banda "Christina y Los Subterráneos" y sacan el con el disco "Que me parta un rayo" donde era autora de todos los temas.
En 1999 se traslada a Nueva York donde inicia una nueva carrera en el mundo anglosajón. Sus amigos de Sonic Youth le ayudan a introducirse en el circuito de salas de la ciudad.
En 2007, ya de vuelta a España, Christina saca a la luz su nuevo trabajo denominado “Verano Fatal” en colaboración con el cantautor independiente Nacho Vegas.
A principios de este año 2011 edita su, hasta ahora, última obra: “La joven Dolores”, que contiene la canción de este videoclip: “Canción del Eco”.

lunes, 21 de febrero de 2011

*Escribir es mirar a la altura del hombre

-¿Contar la vida es inventarla?
La vida es una criatura polimorfa. La narración y también la autonarración de la propia vida es una manera de dar geometría a ese caos que es la vida. La necesidad de contar es un motor fundamental de la criatura humana.

–Usted ha dibujado a las ballenas como seres más tiernos que los humanos.
Porque el hombre es una paradoja, una cosa muy compleja que puede ser angelical y diabólico. Yo respeto a los animales porque son inocentes. Me exaspera la arrogancia de la Iglesia cuando afirma que no tienen alma.

–¿A usted qué le gustaría ser?
Ah..., tantas cosas. Somos prisioneros del tiempo y del cuerpo, y a mí me gustaría deambular dentro de mi propio tiempo, ser hombre hoy y niño mañana. Pero nuestras etapas son severas como estaciones de tren.

–Esa es una nostalgia irreversible.
Como la sensación de lo que podría haber sido y no fue. Lo que podríamos haber hecho y no hicimos.

–¿Qué, en su caso?
Yo estoy aquí, escribí los libros que escribí y encontré a las personas que pertenecen a mi vida profundamente, por casualidad. Si aquel día especial de 1964 en la estación de Lyon de París no me hubiera detenido para comprar un pequeño libro, “Tabaquería” de un autor extranjero que yo no conocía, Fernando Pessoa, mi vida sería distinta.

–¿Cómo sería?
Yo quería ser astrónomo. Me gustan mucho los hombres que miran las estrellas. Sin embargo, he pasado mi vida mirando a la altura del hombre, porque eso es escribir.

–¿Y qué ha encontrado?
El mal y el bien. El amor y el odio. Sé que el mal existe. La vida es un depósito infinito.

–¿Minada de dudas?
Sí, pero ese es el oficio del intelectual. La duda es una forma oblicua de conocimiento porque a menudo no pertenece a la lógica o la racionalidad sino a la intuición, que también es una forma de sabiduría.

–¿El presueño es otra manera de saber?
En ese estado anterior al sueño del que yo me nutro para escribir se pierde el superego y
toma el control lo irracional. Es un espacio muy libre, porque pensar racionalmente es una manera de castigarse, de limitar la propia libertad intelectual.

–Ahí pueden aparecer muchos fantasmas.
Sí, es muy inquietante. Están los fantasmas de los miedos que aparecen cuando estás desprotegido de la racionalidad. Pero también los fantasmas buenos, las personas que pertenecieron a mi vida y que me otorgan una dulzura muy grande.

–¿Alguien en particular?
Mi padre me habló en ese estado de presueño hasta que se confundió conmigo.

–Su padre perdió el habla.
Sí, pero mi imagen de él es su voz. La voz me parece la cosa más misteriosa del hombre, uno de los misterios más oscuros y antiguos. Los fundadores de las grandes religiones no escriben, hablan. Orfeo canta y es gracias a su voz que vence a la muerte.

–¿Y usted por qué se planteó que su voz fuera anónima?
Supongo que por cobardía. Tomarse la palabra es una responsabilidad muy fuerte y arrogante. El hecho de mirar produce culpabilidad, porque cuando se mira se ve.

–El desasosiego, ¿tentación de escritores?
No sé si es una tentación o una condición ontológica. El escritor se siente inadecuado para la vida, no es un ser práctico, no sabe resolver la burocracia. Escribir es, muchas veces, no saber vivir. Para el escritor es más fácil describir la vida que vivirla.

–¿Y usted cómo calma su desasosiego?
Lo calmo y lo alimento escribiendo.

–¿Luz y tiniebla en un mismo pozo?
Hay raros momentos felices y es preciso disfrutarlos. Alguien le preguntó a Borges una vez si estaba completamente ciego y él respondió: “En ciertos días, cuando estoy de buen humor, veo el amarillo”. Yo para calmar el desasosiego llamo por teléfono: la voz de otra persona me da seguridad.

–¿Qué siente cuando vuelve la mirada?
Un imposible: me gustaría revivir ciertos momentos con la mujer que he amado más en mi vida, con mi mujer. Repetir, por ejemplo, aquel viaje a Francia de los 25 años.

–¿Es usted un hombre de un solo amor?
No creo que exista más de un amor fundamental en una vida. Y es un privilegio muy grande encontrar a la persona que tú amas.

–¿La amaba ya antes de conocerla?
Sí, el amor es como una cita y es importante darse cuenta de esa cita. Luego las dificultades se superan con la gimnasia diaria.

–¿Eso es madurez?
Siempre pensé que existía una línea metafórica que separa la juventud de la madurez, pero después he comprendido que cada día tenemos que superar esa línea de sombra.

–“Cada vez se hace más tarde” es su último libro. ¿Más tarde para qué?
Somos criaturas comandadas por el tiempo y el tiempo no perdona. Se hace más tarde para la comprensión de las cosas que nunca comprendes. No se sabe muy bien a quién, pero cada uno de nosotros tiene una carta pendiente que escribir, aunque nunca hallemos el coraje para hacerlo.

–¿Y usted ya sabe quién es?
No muy bien. Pero creo que pensar quién soy es limitativo, deberíamos pensar quiénes somos, porque el individuo es siempre plural, somos poliedros, somos muchos y cada vez distintos. En un poema tardío, Pessoa cuenta que se había cuestionado tanto a sí mismo que probablemente en su complicación no había sabido apreciar la sencillez.

Antonio Tabucchi, escritor y profesor de literatura, nació en Pisa (Italia) en 1943. Se considera un progresista escéptico. "No creo en la divinidad, creo en las posibilidades del hombre: la eternidad está en nosotros".
Su don va más allá de la palabra, su sabiduría es antigua. Muchos de sus libros nacen en el presueño, esa especie de limbo libre de espacio y tiempo, y algo se trae de ese mundo, como si sus libros pudieran leerse con los ojos cerrados. Tabucchi no narra, muestra el lado oscuro de la realidad y la inquietud sin nombre que todos compartimos. Le habita la melancolía. Para huir de ella adopta otra de sus facetas, la del columnista comprometido, la del profesor universitario: “Escribir todo el día es una forma masoquista de cultivar la soledad. Necesito otras voces. Cuando caigo en el vientre de los sentimientos y me atrapa el desasosiego, telefoneo. La voz me tranquiliza”.
Su novela más valorada es "Sostiene Pereira". Léela y quizás algo muy dentro de ti cambie.

(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).

*Luis Pastor (cantautor extremeño)



Soy un rayo nacido del grito,
feliz meteorito de alguna explosión.
Soy la unión de dos cuerpos celestes,
mi madre y mi padre en el ojo de Dios.

Vine al mundo con la sementera,
el trigo en la era, el fruto en la flor.
Arrancado del surco del huerto,
tomate, pimiento, patata y melón.

Soy un viejo pupitre de escuela,
pizarra, tintero, cartera y catón.
Yo también comí queso amarillo,
bebí leche en polvo y canté el “Cara al sol”.

Soy memoria de un tiempo de barrio,
ciudad de extrarradio de lata y cartón.
Soy un verso lanzado al futuro,
proyecto seguro, guitarra y canción.

Soy lo que fuimos ayer,
soy lo que está por venir,
soy un deseo de ternura,
un canto de cuna, soy parte de ti.

Un marinero sin mar,
un extremeño en Madrid,
un árbol de Berzocana,
la flor de jara de tu jardín.

Luis Pastor, nació en Berzocana (Cáceres) el 9 de Junio de 1952. Emigró al barrio de Vallecas, en Madrid, a principios de los sesenta.
Ya desde pequeño quería ser cantante. A los catorce años, dejó el colegio y entró a trabajar de botones en una compañía de seguros. A los dieciséis compró su primera guitarra. A los diecisiete escuchó un disco de Paco Ibáñez y descubrió la poesía.
Comenzó cantando en la iglesia de su barrio, en centros juveniles, en casas particulares y reuniones de amigos. En el verano de 1970, sale a Europa, y recorre con su guitarra los centros de emigrantes en Alemania, Francia y Bélgica. A punto de cumplir los veinte, en la primavera de 1972, abandona su brillante carrera de empleado de seguros y decide cantar, hasta nuestros días
.

jueves, 17 de febrero de 2011

*Educación del carácter

La autodisciplina constituye la esencia de la autonomía personal, que es uno de los objetivos de la educación. Por eso, excluir a la escuela de la formación del carácter y encomendarle únicamente la instrucción supone una tremenda falta de comprensión de sus obligaciones educativas. Su tarea también debe consistir en establecer didácticas para el aprendizaje de conceptos como el deber, la responsabilidad o la seguridad en uno mismo.

La autodisciplina forma parte del aprendizaje de la libertad, que es parte esencial de la educación. No es verdad que todos los seres humanos nazcan libres. Ésa es una afirmación ética y jurídica, no psicológica, y confundir ambas cosas ha producido cataclismos pedagógicos. En realidad, todos nacemos absolutamente dependientes de nuestros padres y de nuestros impulsos, y poco a poco vamos adquiriendo mayor o menor suficiencia, mayor o menor libertad.

Favorecer el proceso hacia la autonomía personal es uno de los objetivos de la educación, sea escolar, familiar o social. Esto supone ayudar a los alumnos para que adquieran los recursos intelectuales, afectivos, volitivos y morales necesarios para conducir bien su vida. Lo explicaré con una fórmula muy sencilla: educación = instrucción + educación del carácter.

Todo el mundo sabe lo que significa “instrucción": el conjunto de conocimientos y procedimientos intelectuales que un joven debe haber adquirido al dejar el sistema educativo. En cambio, “educación del carácter” es una expresión que necesita una explicación.

El concepto procede de Grecia. “Carácter” era el conjunto de hábitos buenos o malos que configuraban una personalidad. Los buenos hábitos se llamaban virtudes; y los malos, vicios. La excesiva moralización de estos términos los ha desprestigiado en nuestra cultura, por eso es importante recordar que en su origen indicaban sólo la capacidad para la excelencia.

¿Cuáles eran las virtudes de un caballo? La velocidad, la fuerza, la resistencia. ¿Cuáles eran las virtudes de un atleta? La agilidad, la velocidad, la potencia.

Pues bien, los antiguos griegos se preguntaron: ¿Y cuáles son las virtudes del ser humano, es decir, aquellas fortalezas que debe adquirir y desarrollar para ejercer bien su oficio de vivir? Y a esa pregunta respondieron mencionando un conjunto de hábitos que consideraban necesarios. Unos eran intelectuales y otros eran morales.

Por ejemplo, el pensamiento crítico es un hábito intelectual, y también lo es la capacidad de razonar bien, de inventar y de atender a los argumentos de otro. Los hábitos morales son los que permiten un comportamiento excelente: la tenacidad, la conciencia moral, la facultad de deliberar y de elegir, el razonamiento moral, la valentía, la capacidad de resistir el esfuerzo y de aplazar la recompensa, etc. El conjunto de estos hábitos forma el carácter.

Añadiré que en griego “carácter” se dice “ethos”, término del que viene la palabra “ética”, que es la ciencia que trata del buen carácter, del que hace posible la felicidad privada y la felicidad política. Es evidente que estamos hablando de los dos grandes objetivos de la educación: ayudar a construir la inteligencia personal y la inteligencia ciudadana.

Al hablar de personalidad conviene distinguir tres niveles:

-Hay una personalidad recibida, determinada genéticamente (sexo, habilidades intelectuales básicas, temperamento).

-A partir de ella, mediante la experiencia y la educación, se va configurando la personalidad aprendida, que es lo que llamamos carácter.

-Pero también hay una personalidad elegida: el proyecto de vida que cada uno hace desde su carácter y su circunstancia. Si no fuéramos libres, nuestra personalidad y nuestro carácter se confundirían, y eso es lo que afirman muchas teorías psicológicas, pero todos tenemos un margen de libertad que nos permite elegir metas diferentes. La libertad es, ante todo, un proyecto de liberación. Y en algunas ocasiones ese proyecto puede exigirnos, por ejemplo, intentar cambiar nuestro carácter, si nos parece un obstáculo.

Este último nivel de la personalidad es una tarea personal. La tarea educativa se detiene, pues, en la formación del carácter, parte nuclear de la personalidad, fuente de posibilidades y fortalezas.

*(José Antonio Marina. Filósofo).

lunes, 14 de febrero de 2011

*The Magnetic Fields



The book of love is long and boring
no one can lift the damn thing.
It's full of charts and facts and figures
and instructions for dancing.

But I...
I love it when you read to me.
And you...
you can read me anything.

The book of love has music in it
in fact that's where music comes from.
Some of it's just transcendental,
some of it's just really dumb.

But I...
I love it when you sing to me.
And you...
you can sing me anything.

The book of love is long and boring
and written very long ago.
It's full of flowers and heart-shaped boxes
and things we're all too young to know.

But I...
I love it when you give me things.
And you...
you ought to give me wedding rings.

And I...
I love it when you give me things.
And you...
you ought to give me wedding rings.

You ought to give me wedding rings.

lunes, 31 de enero de 2011

*No me da miedo el otro

“Tengo 71 años. Creo en un dios que se puede racionalizar, que está en todo”.
Jean Giraud, alias “Moebius”, revolucionó la historia del cómic.
"A finales de los 60 decidí cortar con la tradición seria del cómic para niños. Fue mi manera de hacer política. Moebius es la llave que me abre otra manera de ser".
Ahora, este artista que no sólo ha participado en los diseños de películas míticas de ciencia ficción, sino que también ha sido la referencia visual para obras como Blade runner, sorprende publicando sus diarios personales narrados en forma de historietas. En “Inside Moebius” (Norma Editorial) conversa con sus yoes de diferentes edades y sus personajes sobre los avatares de su vida y, así, Moebius vuela de nuevo.

.-Escoja la viñeta de su infancia.
La soledad, y a través de ella, el descubrimiento del poder sin límites de la imaginación y de la observación de las cosas: una mosca, el agua, la hierba..., todo.

.-¿Y por qué esa soledad?
Mi infancia fue muy plácida, pero era hijo único de adultos que trabajaban y pasaba mucho tiempo solo. Descubrí el poder del dibujo muy precozmente, con cuatro años. Mi primera lectora fue mi abuela, una mujer sencilla y buena; fue tan entrañable su reacción que aquel primer halago fue la raíz de toda mi historia como dibujante.

.-Nuestra vida está trazada por pequeños acontecimientos.
Eso creo. El dibujo me abrió al mundo y a mi propio interior. Yo era muy introvertido. Crecí en los suburbios de París y aterrizar en la escuela de arte representó un cambio total. Tenía problemas para adaptarme y conquistar el reconocimiento de los otros jóvenes, cuyo estatus social era más elevado.

.-¿Tuvo que cambiar?
Sí, la manera de cortarme el pelo, de vestir. Era un cambio de clase social.

.-¿Y le gustó?
Estaba fascinado. En las casas de mis amigos había parquet y bonitos muebles. En casa era todo caótico y mis abuelos era campesinos, preciosos, pero de otra manera: más espirituales que espectaculares.

.-¿No le decepcionó aquel nuevo mundo?
Sí y no. Comprobé que la clase modesta es más auténtica y afectiva, pero las formas son mejores en la clase adinerada. Y no se puede volver atrás, a los pocos meses la calidad estética se convierte en la norma.

.-Pero no sucumbió a ello.
Tengo dos aspectos como tengo dos firmas: una gran capacidad de bucear en mi interior y también una buena capacidad de comunicar; no me da miedo el otro.

.-¿Eso lo aprendió entonces?
Aprendí algo esencial que ha constituido mi filosofía de vida: el error, la imperfección, es lo que nos permite abrirnos para cambiar y conocer al otro, porque la fuerza (la intelectual, la física, la de seducción) cierra, levanta un velo y deja fuera al otro. Al fuerte sólo le salva un agujero en el velo. Los otros entran en nosotros como el agua, que nunca sube, siempre fluye hacía donde no hay impedimentos.

.-Usted es fuerte, hace y dice sin miedo.
Sí, porque la capacidad de comunicación da la fuerza. Pero aunque no sea el mismo de hace veinte años, la debilidad ha viajado conmigo, y tal vez ese es mi talento: aceptar la debilidad y la imperfección.

.-¿Qué más ha aprendido?
Estoy aprendiendo ahora la última lección, la de desaparecer físicamente pedazo a pedazo. Mi ojo izquierdo -tengo cataratas- es otro ojo, y tengo que vivir con ello. Y tal vez el año próximo sea el ojo derecho. Lo mismo ocurre con el pelo, los dientes, la fuerza… Espero mantener la capacidad de pensar y de hablar, pero es imposible saberlo.

.-Entonces?
Mi madre tiene 98 años y vive en un sueño impenetrable: la mirada perdida durante horas. Se ha convertido en otra. Pero eso es parte del aprendizaje; yo leí mucho a Castaneda y la búsqueda del guerrero espiritual.

.-¿Las pruebas de la vida?
Sí, todas esas batallas importantes: la del miedo, la del poder... La última es la batalla de guardar la conciencia intacta hasta el final. Y todavía no sé si es algo que depende de la voluntad o es un regalo genético.

.-¿Qué dice su madre?
Mi madre no es una guerrera consciente, fue una guerrera de la supervivencia, pero no tenía la conciencia de una bruja.

.-¿Usted sí?
Trato.

.-¿Qué ha conquistado?
Que usted esté aquí: cada pregunta suya es una victoria, el resultado de mi trabajo para conquistar el interés. Ser entrevistado es un privilegio que nadie conoce en la vida normal; es un requerimiento de autenticidad.

.-¿Cómo ha convivido con su arte?
He tenido la certeza de que mi dibujo era algo sin límites y único, un regalo que me ha dado la posibilidad de crecer, la conquista de algo interior, metafísico, mágico; pero, a la vez, todo ha sido muy confuso.

.-En su búsqueda de la magia interior, su estancia en México debió de ser importante.
Sí, descubrí la posibilidad de conquistar el éxtasis. Volar es la metáfora: elevarse al paraíso de los artistas. Y descubrí la marihuana como herramienta de conocimiento.

.-¿Por qué ha decidido dejarla?
A partir de cierta edad se convirtió en herramienta de confort, como los viejos en Marruecos que fuman porque ya no importa.

.-¿Qué le ha sorprendido en la vida?
Mi propia capacidad para percibir la belleza en el otro, en un paisaje, en el arte. Está en todas partes, pero es difícil abrir los ojos porque tenemos la necesidad de juzgar y de escoger: esto lo quiero y esto no lo quiero. En la comunicación percibimos de manera misteriosa sus distintos niveles, cosas buenas y malas; pero el nivel de la maravilla es algo que intento atesorar.

.-¿Qué quiere contar?
Me gusta mucho hacer cosas sin motivo y con confianza total en el inconsciente, porque creo que hay un ángel (otro nivel de conciencia) que habla a través de nosotros; pero la utilidad me hace perder las alas, así que todo lo que hago es inútil.

(Entrevista piblicada en "La Contra" de La Vanguardia).

*Nacho Vegas (cantautor asturiano)



Hoy te tengo cariño,
te tengo calor, amor, ten paciencia.

Y tú me echas de menos,
me tienes calor, amor, y esperanza.

Son los campos que han visto crecer
trigo limpio al amanecer;
la semilla de un amor que fue
en el cielo y en la tierra.

Pocas veces me has visto llorar,
pocas veces el frío polar
se hace dueño de mi corazón, amor, amor.

Hoy te tengo cariño,
tal vez esta vez, no sé, ten paciencia.

Y tú me echas de menos,
tal vez esta vez habrá esperanza.

Son los campos que han visto crecer
trigo limpio al amanecer;
la semilla de un amor que fue
en el cielo y en la tierra.

Pocas veces me has visto llorar,
pocas veces el frío polar
se hace dueño de mi corazón, oh no, oh no...

Hablar de Nacho Vegas (Gijón, 9 de diciembre de 1974) es hablar de uno de los talentos más sobresalientes que ha dado España en los últimos años y que, pese a su juventud, ha sido protagonista de alguno de los momentos más interesantes en el panorama musical de la pasada década.

miércoles, 12 de enero de 2011

*La sordera es una categoría política

Federico Luppi, actor y director de cine argentino de 73 años, vive en Madrid hace ocho años.

"Soy un protestón profesional, vivo permanentemente cabreado con el mundo político. Vengo de una familia ultrarreligiosa, italianos, lo único que me quedó es una expresión: ¡Dios mío!".

.-¿Se queja usted mucho?
No es eso, para mí la queja es como hablar desde el rincón, desde la desesperanza. Yo lo que soy es protestón, que tiene que ver con algo más activo, si creo que alguien es un sinvergüenza, lo digo rápido, ¿y sabe por qué?

.-Pues no.
Porque en el mundo de las buenas maneras el honesto siempre es derrotado. Sin embargo, el que tiene el poder tiene experiencia, habilidades, mañas, desvergüenza e impunidad. Para mí, decir una mentira o no pagar una cuenta pendiente me produce culpa y cierta irritación conmigo mismo. Pero a ellos no.

.-¿Cómo lo sabe?
Porque los poderosos y la mayoría de los políticos roban a mansalva, mienten como beduinos, estafan a medio mundo, hacen fortunas malavida y nunca tienen culpa.

.-Algún político honesto habrá, ¿no?
Se corrompen rápido a no ser que sean personas excepcionales. El poder, desde que yo recuerdo - es decir, hace muchos años-, ha convertido la sordera en categoría política.

.-Los políticos nacen de entre nosotros.
Ya, pero hay un detalle sobre el que valdría la pena reflexionar: cuando hacen campaña y prometen luchar por las aspiraciones populares se están comprometiendo con la comunidad, pero ninguno cumple. Ahí es donde comienza la pérdida y la estafa.

.-¿Viene usted de familia humilde?
Me hice adolescente en un mundo puramente agrario: campo, cultivo, ganado y gente a caballo. Para mí el mundo urbano era inexistente. Yo vivía en un horizonte plano, con pueblos pequeños, deprimidos y donde no pasa nada. Ahí es donde además me gusta vivir. Debo ser uno de los individuos menos urbanos del mundo.

.-Pero se fue a la capital.
Naturalmente, pero si hubiera tenido un poco de campo o alguna tarea agrícola segura y fija me hubiera quedado. .

-¿Qué cambió en usted la dictadura?
Adquirí la desconfianza. Videla fue la concreción visible de un plan elaborado por el Departamento de Estado y por Kissinger. Yo aspiro a que algún día Kissinger sea procesado como genocida. Creo que es una burla que le dieran el premio Nobel de la Paz.

.-Usted fue de los que se quedaron en Argentina durante la dictadura militar.
Estuve un año contratado en Madrid y luego volví a Buenos Aires. Cuando llegué a casa estuve tres horas llorando porque entendí que en términos vitales y razonables no debía haber vuelto, perdí 20 años de mi vida.

.-¿Cómo fueron esos años en Buenos Aires?
Negros y desesperanzados. Valores como la lealtad, la integridad o la caridad desaparecieron. Comprometerme contigo para llevarte a casa de tu tía era un riesgo, porque... ¿quién sabe con quién te juntas?... Se instaló en Argentina una fraseología del tipo: "por algo será", "quién sabe en qué andaría", ese tipo de cosas donde se culpabilizaba a la víctima. Pero hay gente para todo.

. -¿Por qué lo dice?
Es difícil entender por qué a veces el pueblo, los que lo pasan mal, votan al verdugo. Pero ocurre constantemente.

.-¿Que perdió en el corralito además de dinero?
Además de todos los ahorros de diez años de trabajo, vi como se derrumbaban mis mitos personales, porque para los campesinos el banco era un lugar seguro y sagrado y no una cueva de ladrones. Se fugaron de mi país en menos de 6 meses 135.000 millones de dólares con aviso previo: "Chicos, váyanse que viene la debacle". Fue una estafa colosal organizada por el capital.

. -¿Sin esperanza?
Nos quedan las mujeres, espero de ustedes más honestidad.

.-¿Qué ha sido lo bueno?
Descubrir que existe la posibilidad de que un joven desarrapado se convierta en Picasso. Las singularidades, esas lámparas que brillan en el desierto son de aquellos que hacen lo que no estaba previsto.

.- ¿Y la amistad, el amor, los hijos...?
Todos esos aspectos son en realidad lo más programado en la vida del hombre. Descubrir el sexo, el amor, casarse y tener hijos es un mandato de la especie.

.-¿Existía un destino?
Sí. Te casabas prematuramente, en mi caso a los 23 años, sin cuestionarte nada.

.-¿Fue una decepción el matrimonio?
Duró 6 años, y más que una decepción fue la confirmación de que aquello no lo debía haber hecho. Yo no tengo nada que ver con ese hábito cotidiano del orden familiar.

.-¿Cómo es usted?
Estepario. La alegría y el bullicio no me van. No me volví a casar porque no sirvo.

.-Entonces, ¿qué pasó hace 6 años?
Es una relación diferente. Además, no tengo una condición temporal como para arrepentirme, tengo 70 años, doblo la edad a mi mujer. Hasta ahora, en la pareja, el más beneficiado soy yo.

.-¿Qué ha debido de vencer?
Suelo ser tontamente rencoroso y un par de disparates conceptuales me sacan fácilmente de quicio. Tengo una capacidad bastante menguada de aceptar el mundo tal como es, y eso no es bueno, pero no era capaz de verlo hace 10 años.

.-¿Los años juegan a nuestro favor?
A mí me han hecho bien, puedo ver algunas cosas con una perspectiva bastante más adulta y, a sabiendas de mi poco aguante, hay gente que ya no frecuento, porque se que en algún momento ese café amable se va a convertir en una trifulca porque digo lo que pienso aun a riesgo de que me den una torta.