miércoles, 9 de septiembre de 2009

*Hay que ser coherente con las propias ilusiones

Josep López. Barcelona, 41 años. Escritor y asesor de escritores. "Aborrezco la injusticia, y los políticos actuales me parecen flojos. Prefiero la espiritualidad a la religión".

Y la ilusión se va… Porque dejamos de atenderla, y porque vivimos vidas que no nos corresponden, nos resignamos a vivir la vida que otros conciben para nosotros: "Deberías hacer esto y lo otro"...

-Usted, ¿cuándo perdió la ilusión?
En el momento en que entendí la vida como un lugar duro en el que había que sobrevivir y hacer lo que tocaba hacer en lugar de aventurarme a realizar lo que me pedía el corazón, que era escribir.

-¿Qué ocurrió?
Tenía 28 años, trabajaba en una empresa de relaciones públicas porque pensaba que lo que había que hacer era ganar dinero, ascender, tener una familia… Así estuve once años, pero el cuerpo empezó a darme avisos: crisis de pánico, tristeza súbita, depresión.

-¿La sensación de que la vida no tiene sentido?
Sí, pero cualquiera que hubiera visto mi vida desde fuera hubiera dicho "¡qué suerte!". Tenía un buen trabajo, una familia estupenda..., quizá por eso me costó tanto salir de la depresión. Socialmente tenemos la obligación de ser felices y ocultamos todo aquello que representa una emoción negativa.

-Eso es ser civilizado.
Mejor desenmascarar lo negativo: la tristeza, la rabia o el miedo hay que afrontarlos. Me llevó tiempo empezar a escuchar a mi cuerpo y aún más entenderlo.

-¿Qué le decía?
Que no hay que renunciar a los sueños.

-A veces, simplemente los olvidamos.
No hay que sustituir la ilusión por esos pésimos actores secundarios: el positivismo o el conformismo. Hay que aceptar la realidad y a uno mismo con sus limitaciones, pero no hay que dejar de escuchar lo que nos dice el corazón, esas cosas que te hacen vibrar. Y cuando pierdes la ilusión, tienes que pararte e intentar recordar qué es lo que en algún momento te hizo vibrar y reconducir tu vida hacia eso.

-Solemos colocar fuera de nosotros las cosas vibrantes, los deseos.
Cuando estás deprimido, y yo lo he estado durante años, no ves más allá. Te construyes una celda, cierras y te tragas la llave. Convencido de que no puedes salir de ahí, te identificas con esa situación y temes que si sales perderás tu identidad.

-Entiendo.
Durante años fui una persona taciturna, tristona, con tendencia a la nostalgia, estaba identificado con esa imagen. Pero también te puedes identificar con la imagen contraria porque también eres la contraria: la alegría, las ganas de vivir, la ilusión. Tiene mucho de actitud.

-¿Cuál cree que es el camino?
Primero detenerte, buscar la serenidad, permitirte sentir lo que sientes.

-¿Incapacidad?
Pues sí, contémplala. El segundo paso es rastrear en tu pasado, pero sin buscar las justificaciones a tu depresión porque caes en el victimismo. Quizá se trate de aceptar el pasado pero decidir que quieres vivir de otra manera y atreverte a imaginarlo.

-¿Qué significa eso?
Que las elecciones de tu vida las puedes tomar siendo coherente con tus ilusiones y deseos. Hay que recomponer la ilusión con los pedazos que hayan quedado, siempre es posible volver a soñar. Hay que ir a la infancia.

-Suena tópico.
Lo sé, pero es cierto: mientras somos niños nos tomamos la vida como un juego, pero cuando crecemos nos dicen: "Se acabó el juego", y nos quitan algo muy valioso: entender que la vida tiene mucho de juego.

-En el juego hay reglas.
Sí, y ganadores y perdedores, cosas buenas y malas que hay que aceptar con la distancia del jugador. Ilusión viene de illudere,que significa jugar. Sin juego no hay ilusión.

-Lo decisivo de la ilusión es la anticipación.
La ilusión no sólo es proyectarte hacia el futuro pensando que aquello que deseas algún día se hará realidad, sino alimentar el presente con ilusión. La ilusión no huye del presente, significa estar en tu camino, haciendo lo que tú quieres hacer. Tendemos a pensar que la ilusión es una huida del presente.

-Solemos colocar las ilusiones fuera de nosotros: una casa con jardín, un descapotable…
En ese caso, hay que preguntarse: ¿realmente es eso lo que me hace ilusión, o me hace ilusión lo que vendría con eso? ¿Me hace ilusión tener una casa, o estar a gusto en un lugar rodeado de la gente que quiero y que vengan mis amigos a visitarme?

-Así es.
Yo distingo entre las pequeñas ilusiones y las grandes. Las pequeñas no te llenan la vida, son como pequeños afluentes que van a dar al gran río de la ilusión, que es ni más ni menos que darle sentido a tu vida. La ilusión por los objetos, en última instancia, tiene que ver con sentirse querido; esa es la gran ilusión de la mayoría.

-¿Qué ejercicio propone para conseguir vivir ilusionado?
La conciencia, tomar conciencia cada día de cómo estás, de cómo te sientes y ser consciente de que tú eres algo más que eso que estás sintiendo. Tendemos a identificarnos con nuestras emociones, pero nosotros somos algo más que nuestras emociones, así que podemos transitar por ellas y decidir si queremos seguir estando tristes o cambiar.

(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).

3 comentarios:

  1. Elena Ipiña Bermudez 4ºC26 de octubre de 2009, 22:13

    El texto habla de la ilusión.
    Se dice que es señor que hizo este documento perdió la ilusión cuando entro en una depresión.
    La infancia es un buen motivo para tener ilusión pero cuando crecemos verdad que es nos dicen que maduremos y nos quitan por decirlo de una manera la felicidad infantil.
    Luego lo que nosotros conocemos o queremos decir que es la ilusión son los deseos o caprichos de tener algo que pensamos que nos va hacer feliz pero que en verdad no es así, ya que al fin y al cabo son solo objetos materiales.

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  2. Estoy de acuerdo contigo elena, ya que de pequeños nos han enseñado a valorar los objetos materiales y no nuestra propia ilusión de crecer,formarnos..
    Y por ejemplo si una persona no tiene un vestido que le gusta mucho ya perdemos la ilusión por todo ya que no hemos conseguido lo que hemos querido.
    Pero en cambio si vamos al colegio para aprender y saber lo que esta bien y lo que esta mal eso no lo vemos si no como rutina y no vamos con ilusión ni felicidad.
    En mi opinión habría que valorar más los valores que nos hacen sentirnos bien como persona y no los objetos materiales porque la felicidad es un árido camino lleno de obstaculos y hay que saber retirarlos y aceptarlo sin desilusionarnos

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  3. Hola Elena,

    antes de nada, te pido disculpas por no haber dado contestación a tu comentario hasta hoy. La razón es que en el tiempo en el que lo escribiste aún no recibía un aviso en mi correo cuando alguien hacía un comentario en tal o cual artículo. Por eso se me pasó.

    El texto, en efecto, habla de la ilusión. Pero no has captado bien el mensaje del personaje entrevistado.
    Lo que él viene a decir es que cuando no escuchamos a nuestro corazón, y nos dedicamos a un trabajo que sólo nos da dinero, pero deja de lado nuestros sueños, anhelos, o lo que sentimos como vocación, el cuerpo nos avisa, primero con una pérdida de ilusión, y luego, en muchos casos, con un depresión, o con un agrio sentiminto de frustración.

    Hay que ganarse la vida, claro, pero hay que tratar de hacerlo de un modo que nos aporte alo más que dinero o bienes materiales. Lo que nos dice el texto, en defintiva, es que escuchemos lo que nos dice esa voz nuestra interior. Piensa en ello.

    (Y practica un poco cada día la expresión de las ideas que se te ocurran. Ya verás, si lo haces, que mejorarás mucho en poco tiempo).

    Silvia, tu comentario está lleno de razón. Hay que buscar lo que es importante para crecer como persona, y darle a nuestra vida un sentido ilusionante y que nos enriquezca en valores humanos, y no tanto materiales.

    (No te repito lo de mejorar un poco más tu modo de expresión escrita, pues ya te lo he dicho en otro comentario. Sólo que sepas que si te lo pido es porque veo que tienes potencial para expresarte muy bien y comunicar cosas importantes. Tómatelo como un reto. Puedes ser una buena comunicadora. Plantéatelo así).

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