domingo, 21 de marzo de 2010

*La princesa vendedora de postales

Lleva uniforme de peto, calcetines blancos y dos coletas atadas con lazos rojos. Arati es una niña alegre e imaginativa, es la primera de su clase, pero su vida no es como la del resto de los alumnos. Con el dinero que gana vendiendo postales por las calles de Benarés desde los 6 años, Arati se paga el colegio, los libros, la escuela de su hermano mayor y mantiene a toda la familia: unos padres analfabetos y cuatro hermanos.
Viven en una habitación sin ventanas de 4 m2 y duermen sobre el suelo. Pero Arati quiere ir a la universidad, quiere ser doctora para ayudar “a toda esa gente que no tiene nada".
Dice que no se quiere casar con un indio, porque quiere ser libre e independiente. Todo eso en su mundo es como si una niña, en el nuestro, pretendiera convertirse en princesa.

"Tengo 12 años. Nací y vivo en Benarés. Tengo cuatro hermanos, el mayor, de 9 años, y el pequeño de 1. Mi padre tiene 36 años y vende postales en la calle; y mi madre es ama de casa y tiene 35 años. Trabajo desde los 6 años. De política no entiendo. Creo en la reencarnación, por eso nunca miento y procuro ser buena con los demás".

.-¿Te gusta tu casa?
Sí, me gusta mucho.

.-Apenas tiene cuatro metros cuadrados, ¿cómo dormís?
En diagonal: aquí se tumba mi padre, a su lado mi madre, luego vengo yo y mis cuatro hermanos. ¿Y cómo es tu casa?

.-Al lado de ésta, mi casa es muy grande.
¿Vives con tus padres, hijos y primos?

.-No.
¿Y no te sientes sola?

.-Cuéntame cómo transcurre un día en tu vida.
Me levanto a las 6 de lamañana y me voy junto al Ganges a vender postales. A las 7.30 entro en la escuela. A las 16.30 vuelvo a los “gats” a vender más postales hasta que oscurece. Entonces estudio una hora, juego un rato, ceno y hablo con mis amigos. A las 11 de la noche me voy a dormir.

.-¿Quién trae el dinero a casa, tú o tu padre?
Mi padre hay meses que no consigue nada; como mucho saca 300 rupias al mes. Yo de media gano unas 800 rupias al mes.

.-¿Cómo imaginas tu vida en el futuro?
Quiero ser doctora, ayudar a la gente que lo necesita y, en especial, a todos aquellos que no tienen piernas o brazos, ni dinero para comprar medicinas.

.-¿Y por qué quieres hacer eso?
Porque veo por la calle a demasiada gente que sufre y que necesita ayuda. Creo que si yo les ayudo me ayudo a mí misma, es buen karma para mí, ¿entiendes?

.-¿Ves posible ir a la universidad?
Lo intentaré, cuesta entre 3.000 y 4.000 rupias al mes. Ya sé que cuando sea mayor no podré vender postales por la calle porque nadie me comprará. Tengo planeado dar clases de hindi a extranjeros.

.-¿Te gustaría casarte?
No, quiero ser doctora y ser libre. Si te casas ya no se te permite salir de casa. Tu marido te dice todo lo que tienes que hacer. Ni siquiera tienes permiso para hablar con quien quieres.

.-Tú tratas con muchos occidentales, ¿qué piensas de nosotros?
Los occidentales son como los indios, quieren ganar dinero; lo que pasa es que allí se gana mucho más que aquí. Nosotros no somos inferiores a los occidentales, pero necesitamos parte de su dinero para sobrevivir. Aun así, yo creo que el dinero se debe ganar honestamente.

.-¿A qué te refieres?
Yo me niego a trabajar con las tiendas que me ofrecen dinero por llevar a los turistas. Me niego porque eso me parece deshonesto. Prefiero tener un trato de igual a igual y para eso es esencial no engañar al otro.

.-Entiendo.
Yo compro las postales y tengo que sacarles un beneficio, pero no les pongo precio, siempre digo: dame un dinero feliz, el que a ti te haga feliz me hará feliz a mí.

.-¿Y si te dan menos de lo que invertiste?
Yo sonrío.

.-¿De qué hablas con los extranjeros?
Hablo de la codicia, el dinero y la bondad. Les advierto de tantos indios extraños que lo único que quieren es sacarles dinero.

.-¿Cómo sabes si la gente es buena o mala?
Vendo postales desde los seis años. Cuando me acerco veo cómo reaccionan: algunos ni me miran, otros sonríen, otros preguntan y otros me tocan y yo odio que me toquen. Si miras a los ojos a la gente, sabes.

.-¿Te casarías con un occidental?
Lo he pensado, antes decía que no, pero ahora digo que sí. Me he dado cuenta de que si me caso con un occidental y me voy a vivir al extranjero podré mantener a mi familia sin perder la libertad.

.-Eso dependerá de quien escojas.
Es cierto, pero yo puedo hablar lo suficiente con un occidental para darme cuenta de cómo es. Sin embargo, con los indios no puedo ni hablar, nuestra cultura es así. Pero yo no quiero depender de ningún marido, ni quiero que sea él el que ayude a mi familia, soy yo la que va a seguir haciéndose cargo de mi familia y para ello debo y voy a trabajar.

.-¿Qué opinan de ti tus amigos y amigas?
Dicen que estoy loca. Mis amigos de familias ricas...

.-¿Tienes amigos ricos?
Sí, soy la chica más pobre de mi escuela. Esos chicos, los ricos, no entienden que yo vaya a vender postales. A veces me acompañan como si fuera un juego. Y todos están muy celosos de lo bien que hablo inglés.

.-En India son los padres los que deciden con quién se casan las hijas.
Mi madre quiere queme case y la he convencido de que me deje escoger a mí. Como condición me exige que sea un buen chico y que no sea de piel muy negra, porque las personas de piel oscura lo tienen muy difícil.

.-¿Y tú qué le dices a tu madre?
Que si encuentro un corazón limpio, aunque esté recubierto de una piel oscura, me casaré con él. A mi padre no le gusta que hable con niños indios porque eso crea compromisos y vínculos, pero yo me fío de mi propia intuición.

.-¿Te bañas cada día en el Ganges?
Una vez vi el cadáver de una mujer embarazada flotando, no es raro que en el río Ganges aparezcan cuerpos flotando pero éste me impresionó porque la mujer me estaba mirando: tuve la sensación de que me quería decir algo. Estuve tres días enferma. No he vuelto a bañarme en el Ganges desde entonces.

.-¿Qué piensas de la muerte?
Que todos nos tenemos que morir. Sólo me dan miedo los fantasmas y cuento historias sobre ellos a cambio de monedas.

.-¿Dónde aprendiste a contar historias?
Leyendo cómics. Pero las historias que más me gusta contar son sobre la amistad.

(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).

2 comentarios:

  1. Bárbara Cabanillas Arevalillo27 de abril de 2010, 16:59

    A mi me parece que Arati tiene el deseo de escoger, desde mi punto de vista, uno de los caminos más duros y difíciles que puede haber en la vida. Yo no tengo mucha idea de la poca libertad que dejan los hombres a sus esposas allí, en la India, pero tal y como lo refleja Arati, a mi tampoco me gustaría mucho si estuviese en su lugar, casarme con alguien que no me vaya a dejar hacer practicamente nada de lo que yo deseo.
    Por otra parte, me parece que en el momento en que ella contesta que no quiere depender de nadie para nada, creo que en el caso de que se casase con un occidental, tendría que contar con él para ciertas cosas, como por ejemplo si tiene demasiada necesidad de dinero para poder ayudar a su familia, pedirselo sin compromisos, ya que es su marido.
    Al menos así es como lo veo yo desde mi punto de vista.

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  2. Hola Bárbara,

    Creo que Arati, pese a tener tan sólo doce años, tiene muy claro lo que quiere hacer con su vida. Y no veo nada descabellado que lo logre.

    El tener que trabajar y estudiar desde los seis años para ayudar a mantener a su familia le ha empujado a madurar en muchas cosas. Y lo admirable es que lo ha hecho manteniendo la inocencia y la alegría propia de su edad.

    Evidentemente, como bien dices, si se casa con un occidental deberá contar con él para muchas cosas, pues casarse es un vínculo de compromiso en el que se deben compartir -aunque sólo sea apoyándolos- los proyectos personales del otro y, a la vez, construir uno conjuntamente, como pareja.

    Pero esto no implica que Arati tenga que depender económicamente de ese hipotético marido.
    Si ella consigue llegar a ser doctora (y yo creo que lo logrará) podrá realizar su sueño de ayudar con su profesión a otras personas, y también apoyar económicamente a su familia sin depender para ello de su marido, pues su trabajo le reportará dinero para ello.

    Es tan sólo una niña con un hermoso sueño... y hay que desear que su sueño se cumpla.

    En este mundo, cada vez más materialista e individualista, hacen falta muchos jóvenes como Arati.

    Muy buen comentario, Bárbara.

    Un saludo.

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