Una vez, un guionista dejó la televisión australiana para escribir literatura infantil y después dejó los cuentos por el público adulto. Simplificando mucho, esa es la historia de Morris Gleitzman (Sleaford, 1953), cuyo último libro, “Una vez", retrata la Polonia de la ocupación nazi desde la perspectiva de un niño judío .
.-Esta es su primera incursión en la literatura para adultos. ¿Cómo se enfrentó a dicha transición?
Para mí, ha sido un viaje gradual, no planeado. Varios de mis libros anteriores tuvieron un gran éxito adulto, a parte del público habitual infantil. Y estoy encantado porque siempre creí que una historia podía abordar cosas grandes a través de cuerpos pequeños.
.-El miedo es un elemento muy importante en su novela...
Sin duda. Pero para mí esta historia tiene más que ver con el amor: el que siente Félix por sus padres –que le impulsa a salir al mundo exterior– o su relación con Zelda, que le ayuda a seguir adelante con optimismo. En un tiempo terrible donde los niños están aún más carentes de poder de lo que están habitualmente, la imaginación de Félix es una poderosa fuerza que le impulsa.
.-Félix se salva porque no teme. ¿Usted cómo vive en esta sociedad a veces paranoica?
Bueno, el miedo forma parte de la vida de mucha gente. Resulta difícil observar el mundo sin sentir miedo.
.-Primero, "El niño con el pijama de rayas"; ahora, "Una vez"... ¿Percibe un retorno literario al tema del Holocausto?
Creo que en los últimos diez o quince años han salido muchas novelas para niños sobre el Holocausto, sobre todo de autores alemanes. Aunque quizá una de las mejores sea "Milkweed", del norteamericano Jerry Spinelli. Respecto a "El niño con el pijama de rayas", de John Boyne, nuestras novelas salieron al mismo tiempo en Reino Unido. No he hablado con Boyne, pero imagino que no soy el único autor que ha descubierto que escribir sobre el Holocausto es escribir sobre distintos aspectos del mundo actual.
.-Félix es ajeno al dolor porque vive en una realidad paralela. ¿Con un mundo interior rico, se afronta mejor la realidad?
Sí. Para mí es uno de los aspectos más emocionantes y gratificantes de la humanidad. Es una capacidad que compartimos todos, al margen de las circunstancias de cada uno. Cuando la gente joven aprende sobre el mundo, su imaginación es un lugar donde poner a prueba las posibilidades, las elecciones morales, los riesgos, las aventuras... La mayoría de las cosas buenas de la civilización humana comenzaron en la imaginación de un individuo. Una de las virtudes que tienen las historias es que nos recuerdan qué atributos tan poderosos llevamos dentro.
.-¿Qué tienen los niños que nosotros hemos dejado por el camino?
Es difícil generalizar. Hay adultos que con suerte aún llevan ese niño dentro, pero otros mandaron a ese niño a la cama hace años y a esos a veces les falta optimismo y ilusión... y suelen ser muy cínicos. Una de las mayores alegrías de mi trabajo es hablar con adultos y ver en sus ojos que la historia de Félix gustó al niño que llevan dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario