domingo, 24 de enero de 2010

*El silencio de los adolescentes

Muchos padres se quejan de que sus hijos adolescentes no cuentan nada en casa, que están como ausentes, que no saben lo que pasa por su cabeza. Pero ¿han de saberlo?

"No sólo es normal que los adolescentes no cuenten algunas cosas en casa; es sano y beneficioso; hay una zona de intimidad en las personas -también en los adolescentes- que hay que preservar; los padres no tenemos por qué saber todo lo que hacen o dejan de hacer, piensan o dejan de pensar nuestros hijos", afirma Javier Elzo, sociólogo y autor de "El silencio de los adolescentes: lo que no cuentan a sus padres".

Durante la adolescencia, los hijos están ganando autonomía y necesitan distancia, silencios, hasta pequeñas ocultaciones; los secretos son una parte necesaria de la evolución hacia la madurez. La labor de los padres es ayudar a los hijos a ser autónomos y responsables, de modo que el éxito de un buen padre es darte cuenta, por duro que sea, de que poco a poco eres prescindible.

Pero que los chavales no cuenten todo no quiere decir que no cuenten nada. No es necesario, ni normal, que los adolescentes compartan todo con sus padres, porque estos no son sus colegas, y hay una edad en que su mundo son sus iguales y es en sus amigos en quienes confían; los que ahora son padres tampoco les decían a los suyos con quién se besaban o las burradas que hacían; luego eso pasa, es un momento evolutivo, y la privacidad de los adolescentes es algo necesario, básico.

La relación padres-hijos es incomparable con generaciones anteriores, cuando en la mitad de las familias el padre dictaba y el hijo obedecía. A los adolescentes siempre les ha costado hablar con sus padres y a los padres con sus hijos; lo que ocurre es que la comunicación es ahora más necesaria porque las condiciones educativas han cambiado muchísimo: hemos ganado en libertad y expectativas, pero hemos perdido en autoridad y respeto, y la sociedad es más compleja y hay más variables que controlar.

Es normal que los hijos, que en la adolescencia descubren la intimidad, guarden para sí sus cosas, pero los padres deben conjugar el respeto a esa intimidad con el acercamiento a sus hijos. Es imprescindible que haya comunicación padres-hijo porque sin comunicación no se puede educar; si no hablamos con ellos no sabremos qué hacen, qué piensan o qué sienten y, sin saber eso, no les podremos educar. Pero esa comunicación no se logra agobiándolos a preguntas, estando encima de ellos, metiéndose en sus asuntos, o revisando sus mensajes o su messenger. Cuando los padres indagan y aprovechan cualquier comentario o confidencia para reprender o ridiculizar, los hijos se cierran en banda y callan más.

Si los padres no respetan su intimidad, si sólo sermonean, si siempre hablan de lo mismo, si no les escuchan, si los hijos ven que se creen que lo saben todo y nunca se equivocan, será más difícil que se cree un ambiente adecuado para el diálogo; los hijos no son delincuentes que controlar, sino hijos que educar. Tampoco se trata de, por no controlarlos o por no meterse en sus cosas, pasar de ellos y convertirlos en "huérfanos con padres vivos", una figura, por desgracia, demasiado habitual, advierte Javier Elzo.

La dificultad estriba, por tanto, en comunicarse con ellos sin invadir su intimidad, salvaguardando las zonas de autonomía y privacidad. La clave es "que sepan que estamos ahí, disponibles y dispuestos a escucharlos, supervisando, pero sin someterles a un tercer grado". Y lo ilustra con un ejemplo: "Podemos preguntarles dónde van y pedirles que lleven el móvil encima y conectado con el argumento de que si hay una urgencia necesitamos poder localizarlos, pero luego no estar llamándolos cada cinco minutos para ver qué hacen".

Claro que también son muchos los adolescentes que callan por miedo a ser sancionados, porque les impondrán prohibiciones o, simplemente, porque no serán entendidos. Si un chaval cuenta algo, es una ocasión de oro para hablar con él, sin hacer una reprimenda o sermón en cada ocasión, porque entonces no volverá a contar nada, dice Elzo. Eso no significa que si ha hecho algo grave se pase por alto, pero conviene buscar la ocasión adecuada.

Tampoco favorece el diálogo con los hijos el que muchos padres limiten sus conversaciones al área instrumental: "¿Te has duchado?", "¿has hecho los deberes?". De hecho, muchos chavales se lamentan de que sus padres sólo les preguntan por las notas que sacan, que sólo se preocupan por sus calificaciones y que el resto de aspectos escolares y personales los consideran niñerías. Y esa desconsideración o falta de interés por sus preocupaciones y por sus asuntos figuran entre los motivos que los adolescentes aducen para no contar cosas a sus padres.

Elzo sintetiza en cuatro las áreas de ocultación: sus relaciones sexuales, las cuestiones relacionadas con el consumo de drogas y de alcohol, las notas y lo que hacen en Facebook y otros foros de internet, que hoy es su principal medio de comunicación y socialización.

12 comentarios:

  1. Jesús Rodríguez 4ºc25 de enero de 2010, 20:14

    Nuestros padres tienen que ser nuestros padres y no nuestros amigos.
    En el comentario diferencio dos puntos importantes; el primero es la preocupación de los padres de que los hijos no nos metamos en problemas y el segundo es el derecho a la intimidad de los hijos.
    Los padres nos educan desde pequeños y nos dan valores. Se tienen que fiar de esa educación, si nos preguntan cosas muy íntimas nos agobian y al final no sacan nada. Si confían en nosotros el día que tengamos un problema serio acudiremos a ellos.

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  2. Bien, Jesús,

    veo que has captado perfectamente los distintos matices del texto.
    Me ha gustado mucho esta reflexión tuya: “Los padres nos educan desde pequeños y nos dan valores. Se tienen que fiar de esa educación”.

    No obstante, no hay que olvidar que aunque los padres intentan inculcar buenos valores a sus hijos, no siempre logran conseguirlo del todo, ya sea porque no lo saben hacer mejor, ya sea porque también está el mundo de afuera, con su intensa influencia y sus, tantas veces, falsos valores.

    Lo cierto es que nunca, y menos en los tiempos actuales, ha sido fácil ser padre o madre, ya que como padres educamos desde el sentimiento, que en muchos casos puede más que la razón.

    Bueno Jesús, me alegra mucho que vuelvas por aquí, y aportes tu siempre interesante punto de vista.

    (Además, gramaticalmente hablando, tu redacción es perfecta).

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  3. Nuestros padres quieren lo mejor para nosotros, que no seamos personas rebeldes, que no hagamos cosas malas... y por ello nos dan una educación a lo largo de nuestra formación.

    Pero no se dan cuenta de que muchas veces nos roban nuestra intimidad, nos hacen preguntas que quieren conocer. Temas relacionados con el sexo, con el entorno amistoso... Pero es una manera de robarnos nuestros secretos, nuestra intimidad.
    Y así es como nuestros padres dejan de ser eso, y se convierten en amigos.

    De todos modos, tener confianza con tus padres no es malo, pero tampoco en exceso. Ya que tus intimidades son secretas, y nadie tiene porque conocer.

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  4. Irene García Fernández27 de enero de 2010, 22:51

    En mi opinión Carmen, no está mal tener confianza con nuestros padres... Pero hay ciertas cosas que no se pueden contar a un padre, como por ejemplo cuentas a un amigo, al fin y al cabo un padre es un padre, no tu colega.
    A veces nestros padres no entenderían ciertas cosas, o mejor dicho no querrían entenderlas, ellos ya pasaron por la adolescencia y !harían cosas parecidas a las que hacemos nosotros ahora! y tampoco se lo contarían a sus padres...
    En la adolescencia, nosotros maduramos, al madurar nos hacemos mas independientes, por lo tanto no dependemos de nuestros padres como cuando teníamos 3 años, y a veces a los padres es como si les molestara esta independencia, y ellos responden ante esta situación agobiandonos un poco, por ejemplo: llamo a mi madre y a digo: me quedo en la bocatería a cenar con unos amigos.. y me pregunta: ¿en que bocatería?, ¿con quién?, ¿llevas dinero?, ¡cena bien!... pues eso a veces te cansa, terminas harta de que te traten como a esa niña de 3 años, y claro terminas por contestarles: ¡a ti que más te da!
    Luego te empiezan a decir que son tus padres, que se preocupan por ti, etc.
    Sinceramente no considero que mis padres estén siempre encima de mi, a veces ni siquiera hacen preguntas con un simple "haz lo que quieras" vale, pero cuando lo hacen me siento agobia...

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  5. Bárbara Cabanillas Arevalillo 4º ESO A27 de enero de 2010, 23:03

    Estoy de acuerdo con Silvia en algunos puntos, como puede ser lo de que nuestros padres quieren lo mejor para nosotros, sus hijos, para que no nos metamos en problemas de los cuales ellos creen que sin ayudas no podremos salir. Como bien dice el texto desde mi punto de vista, quien mas nos ayuda en este periodo de vida, quien mas nos influencia, nos aconseja y nos da fuerzas, son los amigos. Los padres también pueden hacer este tipo de cosas, pero si su hijo no tiene confianza en exceso y tiene secretos ante ellos, pues dicho hijo "no se va a dejar" ayudar ni aconsejar.
    Creo que cuando los padres están día tras otro intentando sacarte las cosas poco a poco, a ti como que te intimidan un poco más, y ellos solos se van como cerrando la confianza con sus propios hijos.
    Al igual que Silvia creo que no está mal tener un poco de confianza con nuestros padres, pero sin pasarse.
    (No se si me he explicado correctamente ni si he expresado las ideas que quería expresar).

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  6. Silvia, Irene y Bárbara:

    Como vuestros comentarios abordan las mismas cuestiones de un modo similar, y, además, no son más que una reafirmación de lo que dice el texto, mi contestación va a ir dirigida a las tres.

    Frente a un texto leído pueden ocurrir varias cosas:

    a) Que se esté totalmente de acuerdo y no haya nada novedoso que añadir.

    b) Que se esté totalmente de acuerdo, pero haya algún matiz o aspecto que valga la pena señalar.

    c) Que se esté parcialmente de acuerdo. Es decir: que en ciertos aspectos se discrepe.

    d) Que se esté totalmente en desacuerdo con lo que dice el texto.

    Sinceramente, pienso que vuestros comentarios cabría encasillarlos en el apartado (a).

    Cuando se está totalmente de acuerdo con un texto y no se nos ocurre nada relevante que añadir, todo lo que digamos será una mera repetición, sin apenas interés.

    Y no es que sea culpa vuestra: siempre nos encontraremos con textos con los que comulgaremos totalmente y nos parecerá que ya está todo dicho. Pero en estos casos, caben dos posibilidades:

    1ª. Quedarse con la enseñanza del texto y callar, puesto que pensamos que ya todo está dicho.

    2ª. Leer el texto desde otra perspectiva, utilizando la creatividad, la imaginación y, sobre todo, la empatía. Veamos una forma de hacerlo:

    El texto habla de la relación de los padres con sus hijos adolescentes. Como sois adolescentes y el texto defiende -con buenas razones- cuestiones que os afectan, fácilmente os habéis identificado con él.

    Pero ¿qué tal si hacéis el esfuerzo empático e intelectual de poneros en la otra banda de la relación y analizáis el texto desde la perspectiva de unos padres con hijos adolescentes, en la sociedad actual?

    Para guiar un poco vuestra reflexión os señalaré algunos puntos que podéis tener en cuenta:

    1º. ¿Creéis que es lo mismo ser adolescente en la sociedad de hoy, que en la de vuestros padres, hace unos 25 0 30 años, y ya no digo en la de vuestros abuelos?

    2º. ¿No es esta sociedad actual más peligrosa para los adolescentes (violencia, drogas, alcohol, frivolidad en las relaciones interpersonales) que la que, como adolescentes, vivieron vuestros padres?

    3º. ¿Pensáis que ellos tenían la misma libertad de expresión, la misma protección jurídica, los mismos medios y recursos para formarse e informarse que vosotros?

    4º. ¿No es, hasta cierto punto, lógico que los padres, visto el panorama social actual, se sientan, no sólo preocupados, sino también responsables de vuestros actos, dado que, además, frente a la ley, y hasta vuestra mayoría de edad, lo son?

    5º. ¿Opináis que el énfasis que los jóvenes ponen en reivindicar sus derechos es el mismo que el que ponen en cumplir con sus obligaciones?

    6º. Al lugar donde vive una familia se le suele llamar hogar. ¿No ocurre que en muchos casos el supuesto hogar no es más que una especie de hotel o pensión donde los hijos van a comer, a dormir y a aislarse en su habitación?

    7º. Los adolescentes de hoy en día, como es natural, sólo conocéis el mundo actual. Los padres conocen el mundo actual vuestro y, además, el mundo que como adolescentes les tocó vivir. ¿Quién pensáis que, en general, tiene más elementos y perspectiva para comparar ambos tiempos?

    Podría seguir, pero no se trata de hacer una defensa a ultranza de los padres como si ellos fuesen perfectos y vosotros, los adolescentes, los responsables del mundo que habéis heredado.

    De lo que se trata es de entender que en una relación hay responsabilidades por ambas partes; que vuestros padres no pueden esperar de vosotros que seáis perfectos, ni vosotros esperar de ellos la total perfección, o la solución de todos vuestros problemas. Y a partir de ahí, fomentar un diálogo constructivo que ayude a cada parte a comprender mejor a la otra.

    Y para concluir, como es algo que estos días ha salido mucho (lo de valorar las cosas buenas que poseemos), valoremos la familia que tenemos, con todas sus peculiaridades e imperfecciones. Al fin y al cabo, no todo el mundo tiene una familia.

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  7. Adrian Blanco 4 eso B16 de febrero de 2010, 16:24

    Yo creo que los padres están para inculcarnos los valores de la vida cuando somos niños pero ahora en la adolescencia nuestros problemas los resolvemos con la ayuda de los amigos y no con la de los padres porque, yo por lo menos, hay problemas y me siento mas a gusto hablandolos con mis amigos que con mis padres. La mayoria de las cosas que hablo con mis amigos no se las cuento a mis padres porque muchas veces son temas que no los interesan pero hay veces que si que le interesaria escuchar pero creo que solucionandolos por nosotros mismos aprendemos a ser autosuficientes y a no depender de ellos para tod. Porque hay a partir de un dia los padres no van a estar hay para solucionarlo todo. La conclusion que saco de este texto es que los padres estan para a todo cuando somos niños pero en la adolescencia no los vamos a necesitar(creo yo)para hablar de nuestros problemas.

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  8. Hola Adrián,

    Es cierto que necesitamos más la atención de los padres cuando somos pequeños. Crecer significa ir solucionando los problemas por nuestra cuenta.
    Sin embargo, creo que los padres son siempre un referente a tener en cuenta, aunque sólo sea por su experiencia y madurez. Dialogar e intercambiar opiniones con ellos te puede resultar interesante y, a veces, imprescindible.
    Me alegro de que te hayas animado a participar en este espacio vivo y dinámico.
    Y quiero pedirte una cosita que te ayudará a mejorar en tu proceso de independencia: vuelve a escribir tu mensaje en un papel pero, esta vez, sin faltas de ortografía y redacción.
    Puedes copiar el texto en word desde el blog y corregirlo debajo señalando los errores. Cuando lo tengas me lo entregas en clase.
    En un mes y si continuas participando, te aseguro que habrás mejorado un montón. Y por último, antes de publicar el comentario repásalo, así te autocorregirás. Es una buena manera de ejercer la autonomía.

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  9. Marta (1º Bachillerato de Ciencias)20 de febrero de 2010, 19:25

    Hola:
    En primer lugar,decir que estoy totalmente de acuerdo con las ideas expresadas por Javier Elzo.
    Entre padres e hijos es imprescindible que haya comunicación, pero hay algunas cosas que se deben guardar para uno mismo o compartirlas con otro tipo de personas.
    En una buena relación familiar el diálogo es muy importante. Los padres deben preocuparse por lo que hacen sus hijos, porque si no hay conversaciones entre ambas partes el hijo se convertirá en un completo extraño para el padre, y a medida que pasa el tiempo éste se dará cuenta de que en realidad no sabes quien es ese chico que hasta hace nada era su niño.
    Está claro que en tus problemas cotidianos siempre necesitas el apoyo de alguien, pero hay unos temas determinados que tratas con los padres y otros, que caracterizan a los adolescentes, que reservas para otro ámbito.
    Ser padre no debe ser fácil,ya que éstos viven siempre preocupados por lo que puedan hacer o por lo que les pueda pasar a sus "niños". Pero no es bueno agobiar a los hijos con preguntas y con sermones, porque eso da pie a que ellos sientan que sus padres no confían en ellos. Los progenitores tienen que hacer un esfuerzo por comprender a los adolescentes, y así, éstos siempre tendrán presente que ellos están ahí, y que suponen un apoyo y una guía en su vida, y sobre todo, tendrán muy claro que no quieren que los padres sufran decepciones o lo pasen mal por su causa.
    Al igual pienso que es muy importante enseñar a los hijos a ser independientes, porque eso les ayudará en su vida, ya que no siempre van a estar a expensas de los padres.
    Por último decir que yo creo que en la base de las relaciones familiares está en la confianza y la comprensión mútua.
    Hasta otra

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  10. Muy bien, Marta.

    Creo que lo has dicho todo, y lo has hecho de una forma muy clara y ordenada. Y además, muy sensata. Quiero resaltar tu último párrafo: “en la base de las relaciones familiares está en la confianza y la comprensión mutua”.

    Tienes muy buen nivel de redacción, tanto ortográfico como estilístico, lo cual me alegra mucho. No obstante, a todos se nos escapa alguna errata de tanto en tanto. Te señalaré las dos únicas que te he encontrado:

    -“mutua” no lleva tilde.

    -“quién” en la frase”…éste se dará cuenta de que en realidad no sabes quien es ese chico…”, también lleva tilde, pues es un “quién” interrogativo, que pregunta: ¿Quién es ese chico?

    Por lo demás, como veo que normalmente siempre dejas un espacio detrás de una “coma” o “un punto y seguido”, doy por entendido que en dos ocasiones se te ha pasado. Por eso siempre aconsejo repasar bien lo redactado, antes darlo por bueno.

    Esto aparte, me ha gustado mucho tu comentario, Marta.

    Y hasta la próxima.

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  11. Elena Ipiña Bermudez 4ºc7 de marzo de 2010, 14:06

    Hola
    Hablando del tema de la comunicación con los padres es un asunto que se da en la actualidad pero que también se ha dado anteriormente, y es algo normal ya que los adolescentes no solemos contar nuestras cosas nada mas que a nuestros amigos, ya que preferimos que nuestros padres sepan lo menos posible de nosotros, auque claramente siempre hay excepciones, que al igual que hay adolescentes que no les cuentan nada a sus padres hay otros que si.
    Hay una cosa con la que no estoy de acuerdo del todo con el texto ya que dice que si no le cuentas las cosas a tus padres y los padres no se interesan se quedan huérfanos con los padres vivos. Yo no pienso que sea así ya que somos nosotros los que no queremos contar nuestras cosas no son ellos los que no nos lo quieren contar y los padres nunca se niegan a escucharnos.
    Y doy la razón al igual al tema de que estamos cansados de que nos pregunten siempre por las mismas cosas que para nosotros no son importantes o si lo son, son en menos cantidad.
    Pero con si vuelvo a decir que siempre hay casos y casos…

    Y si yo pudiera decirles algo a los padres referido a este tema es que ellos ya pasaron por nuestra edad y ya saben lo que es, ellos saben lo que nos gusta, y lo que nos resulta aburrido (como las típicas preguntas que nos hacen...) y yo pienso que si a ellos en su día no les gusto que se lo hicieran a nosotros tampoco nos gusta.
    Un saludo.

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  12. Bueno, Elena,
    sobre este tema poco cabe añadir. Es natural que a los adolescentes os cueste poneros en el lugar de vuestros padres, en los que, además, no parece que tengáis demasiada confianza. Por otra parte, pensáis que vuestros padres no os comprenden… En fin, es el eterno dilema entre padres e hijos.

    Cuando ocurre así, algo falla en esa relación, esto parece claro. Los consejos de vuestros padres os aburren de antemano, y os parece innecesario que se preocupen de vuestras cosas, aunque como padres, estén obligados a hacerlo y a daros todo lo que necesitéis.

    También parece natural que vosotros queráis ir a vuestra bola, sin preocuparos de lo que vuestros padres necesitan de vosotros: un poco de confianza, sentir que forman parte de vuestra vida...

    Yo creo que este tema se comprende mejor con el paso del tiempo, cuando se es padre o madre y los hijos adolescentes reivindican empezar a volar solos... Es entonces cuando se experimenta lo ingrato que es, a veces, ser padre o madre...

    Una cosa si puedo asegurarte sobre eso con lo que dices no estar de acuerdo: si entre padres e hijos se rompe la confianza y se va creando distancia, los hijos se quedan un poco huérfanos de padres y los padres, un poco huérfanos de hijos. Pienso que en esto el autor tiene mucha razón. Sé que ahora lo ves de un modo. Pero puede que algún día mudes de opinión... porque el tiempo es un gran maestro.

    Un saludo, Elena.

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