viernes, 8 de enero de 2010

*La creación de fascistas (Javier Marías)

Hace unas semanas, en la céntrica "Plaza del Dos de Mayo" de Madrid, una veintena de jóvenes propinó una paliza brutal a tres policías municipales, uno de los cuales quedó tan malherido que tardará meses en reincorporarse al servicio. Los otros dos salieron mejor parados porque una docena de compañeros, avisados in extremis por radio, se dieron prisa en llegar al lugar para salvarlos. Después lograron detener a cinco de los agresores, entre ellos dos chicas aún menores de edad. Tan mal se les puso la cosa a los guardias que, tras primero frenarse en su intervención por ser tan jóvenes los que les pegaban, uno de ellos se vio tan apurado que acabó por sacar su arma y disparar dos veces al aire, sin que por otra parte le sirviera de nada. Los municipales habían acudido, simplemente, a ver qué ocurría con un local de la zona que, casi a las cinco de la madrugada, se mantenía abierto sin el correspondiente permiso horario y con el consiguiente follón de música y griterío. Para explicarse semejante reacción de los jóvenes “damnificados”, sólo cabe concluir que se trataba de fascistas de espíritu, porque un fascista –añadamos una definición más a ese término a menudo ya vagaroso– es quien no tolera no ya que se lo contraríe, sino que se le lleve la contraria, que son cosas distintas. (La excusa de alcohol o pastillas no me sirve: sólo acentúan lo que ya existe previamente.)

Este episodio tenía lugar poco después de que la prensa española haya aireado que cada vez son más frecuentes los casos de hijos que zumban a sus padres, o de alumnos que hostian a sus profesores. Como padres y profesores son personas que suelen estar a favor de sus vástagos y pupilos, que los cuidan y protegen y mantienen y ayudan, muchas veces hasta lo indecible, sólo cabe concluir, de nuevo, que el exceso de mimos, miramientos y consentimientos hacia niños, adolescentes y jóvenes está creando no pocos fascistas de espíritu, es decir, gente que no soporta ni acepta la menor frustración o contrariedad.

Pero como son ya varias las generaciones educadas entre algodones, en todo y a todas horas, ya tenemos adultos que se siguen comportando fascistamente, y encima ignorando en lo que se han convertido. Es un ejemplo entre mil –quién no ha padecido algo semejante alguna noche–, pero una amiga mía vive martirizada por un vecino treintañero, con dinero (de hecho trabaja para uno de nuestros cineastas de mayor éxito), que se dedica a improvisar en su piso grandes fiestas after-hours, a las cinco, seis o incluso siete de la madrugada. En mitad de la noche la música se pone a sonar bestialmente cada dos por tres. Los vecinos se quejan luego, pero tienen bien aprendida la lección contemporánea de que uno no puede ir hoy a protestarle a un fascista –a un señorito– sin correr grave riesgo de terminar como los municipales de Dos de Mayo. Mi amiga es temeraria, y sí baja a veces a intentar parar el estruendo: se levanta pronto para ir al trabajo a diario, y no se puede vivir sin dormir. En la última ocasión, los festeros –en la treintena la mayoría, ya digo– añadieron a su estrépito unas cuantas meadas dentro del portal de su anfitrión, al que hasta eso debía de traerle sin cuidado, no iba a limpiarlas él, sino el pobre portero-esclavo; y cuando ella salió ya hacia el trabajo y se permitió decirles “Cómo os pasáis, tíos”, no fue más que eso, se encontró con un linchamiento verbal a cargo de veinte de ellos, una chica la voz cantante, bajo el “argumento” clasista de “Si te molesta vete a vivir al campo, tía, nosotros tenemos que divertirnos”.

A otro nivel –pero todo responde a lo mismo–, antiguos colegas míos de Universidades inglesas me cuentan que las Juntas de Admisión de varios centros han decretado, a instancias de los quejumbrosos aspirantes, que las entrevistas para la admisión de estudiantes (ojo: charlas, no exámenes) no se celebren en habitaciones llenas de libros, porque éstas resultan “intimidatorias” para los nenes, y sean trasladadas a lugares “más neutrales”. No sé qué se considerará “más neutral”, pues si emplean aulas, los quejicas podrán aducir que se sienten examinados o aleccionados, y si recurren a los cuartos de baño, alegarán connotación sexual, supongo. La mera idea de que a futuros estudiantes que aspiran a aprender, no otra cosa, los libros les sean “intimidatorios”, pone de relieve la tiranía mezclada con pusilanimidad que hoy se permite ejercer a cada vez más amplias franjas de nuestras poblaciones.

Sí, son ya varias generaciones. La exagerada idolatría y sobreprotección de los niños está dando sus resultados: no sólo son fascistas de espíritu numerosos críos y adolescentes –que por naturaleza tienden a ello–, sino también muchos adultos en activo. Si nadie los contrarió ni frenó nunca, ¿cómo van a aceptar la vejación enorme, ya de mayores, de que los demás existan y tengan tanto derecho a descansar, por ejemplo, como ellos a “divertirse”?

*El escritor Javier Marías, hijo del filósofo Julián Marías, pasó parte de su infancia en Estados Unidos, ya que a su padre, encarcelado por ser republicano, se le prohibió impartir clases en la Universidad española. Se licenció en Filosofía y Letras.

Elegido en 2006 miembro de la Real Academia Española, a Javier Marías no le faltan detractores: mientras que algunos especialistas alaban su obra, otros lo consideran un escritor sobrevalorado, e incluso mediocre y ni siquiera novelista. Además, han sido públicas sus diferencias y enfrentamientos, entre otros, con la "Asociación de Víctimas del Terrorismo", a raíz de la publicación de su artículo "Un país demasiado anómalo".

6 comentarios:

  1. Jose Ignacio Hervás 4º C2 de marzo de 2010, 20:18

    Hola Carmen! verás, yo creo que se ha ido levantando la mano cada vez más con los adolescentes y los jóvenes hasta llegar a un punto como el que hay ahora, en los últimos años ha girado completamente la historia ya que antes eran los profesores los que solían "agredir" a los alumnos con ciertos castigos y en cambio ahora los alumnos agreden a los profesores, (por ejemplo), otro ejemplo son los padres, antes un padre podía castigar a su hijo como quisiera, y poco a poco se ha ido cambiando la cosa hasta el punto de que el hijo agrede al padre, pero en el momento que el padre agrede al hijo sale en las noticias, periódicos, se llama al defensor del menor, etc...
    Pero lo peor es que no veo muy clara la solución al problema que hay, ya que hay que cambiar demasiadas cosas y sobre todo con la generación que hay hoy en día de jóvenes, que no se les puede hacer entrar en razón, es muy difícil cambiar nada.

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  2. José Ignacio:

    creo que el problema que señala el texto, y que tu comentas, es bastante grave. Se ha pasado de un extremo a otro. Pretendiendo abolir el autoritarismo, se ha anulado la autoridad que dotaba de sentido a la figura del padre y de la madre o del profesor.
    ¿Responsables? Muchos. Empezando por los propios padres, esos padres "progres" que sólo crían cuervos y luego se quejan de que sus hijos les sacan los ojos. Pero hay más responsables... es sólo que no quiero hablar de política.

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  3. Jose Ignacio Hervás 4º C14 de marzo de 2010, 20:56

    tienes razón en que hay muchos responsables, desde los padres como tu dices, pero también veo parte de culpa por los medios de comunicación: todos vemos día a día lo famosos que se hacen los casos en los que un profesor o un padre agreden a sus alumnos, se entrevista millones de veces al protagonista y al final hasta se hace famoso el caso y se propone a ese profesor como un monstruo sin corazón, pero ¿y los millones de casos que hay cada semana de alumnos que agreden, humillan e insultan a los profesores? yo no veo que le den tanta importancia a esos casos, yo creo que ésto debe de tener algo que ver con el hecho de que se haya reblandecido tanto la autoridad hasta el punto de que, tiene más autoridad un alumno que un profesor... ¿no crees?

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  4. Estoy muy de acuerdo contigo, José Ignacio:

    Los medios de comunicación, en busca de la máxima audiencia, no suelen reparar en ningún límite ético. Amparándose en el derecho a “la libertad de expresión”, tiran la piedra y esconden la mano. Ellos son uno de los principales responsables del estado actual de las cosas.

    También la negligencia del Estado a la hora de hacer cumplir las leyes, o de imponer otras que desprotegen la figura del profesor o de los padres frente a los menores es causa de todo este caos y confusión que estamos viviendo, y que debería repensarse y reconducirse.

    Parte ortográfica:

    -desde los padres como tu dices… (“desde los padres, como tú dices…) este “tú” es sujeto y se acentúa, fíjate en la "coma").

    - “pero también veo parte de culpa por los medios de comunicación: (pero también veo parte de culpa en los medios de comunicación).

    -ésto (“esto” no se acentúa nunca).

    -José (tu primer nombre) se acentúa.

    Saludos.

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  5. Jesús Jaramillo Martínez 1º Bachillerato Ciencias26 de noviembre de 2010, 15:56

    Hola Carmen, en primer lugar quiero resalta la frase de"La exagerada idolatría y sobreprotección de los niños está dando sus resultados", pues esto demuestra que algo estamos haciendo mal en esta sociedad, que ya de por si esta llena de ideas y corrientes que gustan a los poco precavidos o a los que lo van buscando.

    Por otra parte, la intolerancia que esto crea hacia otras personas que tienen los mismos derechos que ellos pero que para ellos es indignante que alguien por ejemplo, de piel negra, ande, vista o tenga los mismos derechos que cualquiera de ellos.

    La sociedad se va corrompiendo y ennegreciendo poco a poco por culpa de personas que, ya sea por reacción a lo que les han hecho, o por simple coacción hacia lo que hacen los demás,
    intentan que la vida de los demás sea igual de patética o vacía que las suyas.
    Y terminando ya, quiero llegar al fondo del asunto nombrando a los distintos grupos ideologicos o callejeros, formados alrededor de unos cuantos ideales no muy bien compactados y que se van desmoronando poco a poco con la llegada de mas miembros al grupo, lo que se traduce en violencia y una exageración en demasía de las principales ideas por las que fue creado el grupo/banda.

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  6. Hola, Jesús:

    Creo que has hecho un comentario bastante crítico y acertado del texto.

    Sí, algo muy fundamental está fallando en nuestra sociedad, y dado que ésta no es más que el conjunto de los individuos que la forman, hay que concluir que algo está fallando en el individuo y en su relación social con los otros.

    La intolerancia que mencionas, la violencia, la desilusión y apatía de tantos jóvenes y no tan jóvenes, son síntomas claros de una decadencia que no parece fácil frenar.

    Así como una sociedad implica unidad y remar todos en la misma dirección, la barbarie implica enfrentamiento entre partes antagónicas: es la imagen de una sociedad fragmentada y enfrentada entre sí.

    Las bandas callejeras, en el fondo, no son más que el reflejo de las bandas gobernantes, los llamados partidos políticos, siempre enfrentados en todo, nunca de acuerdo en nada. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible que ni siquiera en temas como el terrorismo están de acuerdo?

    Corrección ortográfica:

    -…de"La exagerada idolatría… (…de "La exagerada idolatría…)

    -…que ya de por si esta llena de ideas--- (… que ya de por si está llena de ideas…)

    -…grupos ideologicos… (…grupos ideológicos…)

    -…con la llegada de mas miembros… (…con la llegada de más miembros…)

    *Por otra parte, la intolerancia que esto crea hacia otras personas que tienen los mismos derechos que ellos pero que para ellos es indignante que alguien por ejemplo, de piel negra, ande, vista o tenga los mismos derechos que cualquiera de ellos.

    (Esta frase la entiendo, pero está expresada de un modo algo confuso. ¿Por qué no intentas simplificarla un poco, de manera que en el pronombre nominal “ellos” quede bien diferenciado cuándo te refieres a los intolerantes y cuándo a las víctimas de esa intolerancia?
    Intenta simplificarla -en realidad es fácil- y me la entregas a mano).

    Jesús, he de decirte que de un año a otro has dado un gran paso, tanto en el fondo como en la forma de tu expresión escrita. Por esto, te animo a que sigas esforzándote.

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