John Foppe se siente un hombre completo. Le pido que me muestre su uso de los pies: es la primera vez que mi entrevistado me arrebata el bolígrafo con el pie para dibujar en mi libreta un diagrama o para anotarme su dirección, y la primera vez que un entrevistado se rasca la cabeza con el pulgar del pie o responde al móvil llevándoselo con el pie izquierdo a la punta de la nariz (para descolgarlo) y luego a la oreja. "¡Las barreras son para sortearlas, no para chocar contra ellas!", me enseña John.
.-¿Cómo le doy la mano?
Apriéteme el hombro.
.-Encantado.
Igualmente.
.-¿A qué edad supo que le faltaban los brazos?
Al ir a la escuela, a los cinco años, me di cuenta de mi diferencia. Y sentí angustia y miedo, vergüenza y autocompasión.
.-¿Qué fue lo más duro?
Intentar acoplarme unos brazos ortopédicos: me daban calor, peso, era espantoso.
.-¿Nació así?
Sí. Y con malformaciones en la cadera y escoliosis, aunque esto se fue corrigiendo.
.-¿Cuál es la causa de su falta de brazos?
Desconocida. Somos siete hermanos, y sólo yo nací así.
.-¿Qué le decían sus padres cuando volvía triste del colegio?
"No eres menos que nadie por no tener brazos". Pero yo sí me tenía por menos y me auto compadecía... Y no hacía nada por mí.
.-¿Nada?
Como despertaba compasión, la utilizaba: tenían que hacérmelo todo, desde vestirme por la mañana. Pero sucedió algo...
.-¿Qué pasó?
Quise ir a las colonias del colegio. Y mis padres decidieron aplicarme el amor rudo.
.-¿Qué es el amor rudo?
Iría a las colonias si demostraba que podía hacerme cargo de mí mismo. Y ordenaron a mi hermano, que me vestía cada mañana, que a la mañana siguiente no lo hiciese.
.-¿Y logró vestirse usted solo?
No. Y me desesperé. Mi hermano, pobre, quiso ayudarme: mi madre se lo prohibió. Me dejaron solo en la habitación, desnudo...
.-¿Y qué hizo usted?
Puse los calzoncillos en el suelo, coloqué un pie en cada agujero, me tumbé de espaldas, levanté las piernas, dejé que la prenda cayera en mis muslos, me arrastré hasta una cómoda y usé sus salientes para subírmelos…
.-Vaya gesta.
Yo gritaba, lloraba, suplicaba ayuda... Sentía mucho miedo... Me veía perdido. Quedé en el suelo en un charco de sudor y lágrimas... Fracasé, y algo se me rompió por dentro..
.-¿Qué se le rompió?
La fe en la vida...
.-Ya...
Pero luego reaccioné decidiendo que si había sido testarudo para no hacer nada, ¡ahora lo sería para actuar! Y así abandoné toda la rabia y la pena a un lado..., y actué.
.-¿De qué modo?
Pedí calzoncillos con gomas, y ropa fácil de ponerme, y un reloj de pulsera con gomas...
.-¿Dónde se lo puso?
En el tobillo, ¿ve? Y me adiestré en usar los pies para todo.
.-¿Qué es capaz de hacer con sus pies?
Escribir, dibujar, pintar, pasar hojas, cocinar, usar cubiertos, coger un vaso, conducir mi coche, llamar por teléfono, rascarme la cabeza..., ¿ve?
.-Sí.
Pero todo esto no tiene mucha importancia.
.-Hombre...
Lo que importa es dejar de ser espectador de las cosas: pasar a ser actor protagonista.
.-¿Y cómo vivió su adolescencia, cuando quería ligar?
Ellas querían ser sólo amigas. Y sufrí... Pero luego me relajé y decidí disfrutar de las cosas... Y entonces llegó mi pareja, Christine, igual que Meg Ryan: mírela en esta foto...
.-¿Qué le gustó a Christine de usted?
Mi amor por la vida. Ella tenía un novio culturista, guapísimo..., pero muy quejica, que odiaba mojarse el pelo... Cuando Christine vio como yo me tiraba de cabeza al mar...
.-¿Cuál es su lema, John?
Ser antes de hacer, hacer antes de tener.
.-Explíquemelo.
La gente suele decirse "¡no tengo dinero!" o "¡no tengo tiempo!", y de eso deduce "¡no puedo hacer nada!". Y de eso concluye "¡no soy nada!". ¡Qué error!: es justo al revés. Convéncete de esto: ¡sí "eres"! Y con ese motor interno, el resto va viniendo.
.-Pero cuesta "ser".
Porque todos somos discapacitados... anímicos: "no puedo", "es imposible", "no hay nada que hacer", te dices. Y, convencido de que tienes razón, te acomodas en esa idea.
.-A veces pienso así.
¿Y crees tener razón en esto? Entonces eres un discapacitado... con dos brazos.
.-Vaya.
Si das por inamovibles tus límites, eres tan discapacitado como yo cuando creía imposible ponerme los calzoncillos por mí mismo.
.-Denos un consejo a los discapacitados.
Elige ser. Elige quién serás: ten una visión y conviértete en tu propia visión. ¿Cuál es tu excusa para no hacerlo, dime? Pregúntatelo. Yo no soy un gurú de esos, no: ¡yo sólo hablo de lo que sé porque lo he vivido!
.-¿Y qué sabe, al final?
Que fracasar consiste en no intentar demoler barreras. Así que en vez de repetirte "¡no merece la pena intentarlo!", repítete siempre "¡merece la pena intentarlo!".
.-¿Sean cuales sean mis circunstancias, mis límites físicos o materiales?
Aunque pueda parecerte que no, ¡siempre hay una alternativa! La realidad es lo que tú creas con tu percepción de las cosas. ¡Crea una realidad nueva, pues! Porque tú puedes elegir tu manera de ver el mundo. O sea, ¡puedes elegir el mundo! Pero sólo tú, nadie por ti. ¿Por qué eliges mutilarte?
.-Si volviese al vientre de su madre y pudiese elegir nacer con brazos, ¿lo haría?
¡No! Yo soy este que soy.
(Entrevista publicada en "La Contra" de La Vanguardia).
Hola Carmen! opino que John Foppe tiene mucha razón en lo que dice, mientras lo leía se me venía a la cabeza lo de "no hay mal que por bien no venga" tal vez si este hombre hubiese nacido con brazos nunca se hubiese dado cuenta de ésto que nos cuenta (y al mismo tiempo otra gente que aprende de él, como yo ahora, nunca nos habriamos parado a pensar en ello).
ResponderEliminarEl punto que me crea una duda es al principio donde dice "Como despertaba compasión, la utilizaba..." por una parte cuando lo he leído he pensado que, entonces, la compasión no es buena, la otra persona la utilizará para no tener que superarse, así que ¿es como si limitasemos a esa persona al sentir pena?, pero por otra parte, tengo la duda de si no sentir nada por esa persona llegaría a ser cruel y poco humano.
Un saludo.
¡Hola, José!
ResponderEliminarEs cierto que las dificultades, si las afrontamos con espíritu de superación, nos hacen más fuertes y, sobre todo, nos enseñan qué cosas tienen realmente valor en la vida, y cuáles son más bien superficiales.
Claro que nadie desea que le ocurra una desgracia para tener la oportunidad de superarse a sí mismo. Pero si sobreviene, habrá que afrontarla, y a lo mejor descubrimos un lado de nuestro ser que desconocíamos.
En fin, que, como tú mismo dices, no hay mal que por bien no venga.
Tu duda sobre la compasión no debería ser tal: Lo que John Foppe nos dice es que al principio, antes de abandonar su autocompasión, intentaba aprovecharse de la compasión que producía, lo cual no era bueno, pues le impedía hacer las cosas por sí mismo, ya que otros las hacían por él.
Por tanto, aprovecharse de la compasión que uno produce no está bien. Es más, hay que rechazar producir compasión; lo que hay que hacer es ganarse el respeto de los otros, y esto empieza por respetarnos primero a nosotros mismos y fortalecer nuestra autoestima.
Esto no quiere decir que sentir compasión por las personas que sufren sea malo. Es un sentimiento humano que debemos entender bien lo que implica: compartir de verdad el dolor del otro.
Buen comentario, José. Ahora hace falta que sigas mejorando la parte ortográfica. En las pautas os aconseje que usarais el Word con el corrector ortográfico activado, pero no veo que hagáis mucho caso.
PARTE ORTOGRÁFICA:
-… ésto (esto). Desde hace un par de años, el término “esto” no se acentúa en ningún caso, al contrario que éste, está, etc…
-Hola Carmen! opino... (Hola, Carmen: Opino...).
-… habriamos (…habríamos).
-…limitasemos (…limitásemos..., como todas las palabras esdrújulas, se acentúa).
Un saludo, y no aflojes que vas muy bien.
Hola, Carmen:
ResponderEliminarPrimero gracias por la ayuda con mi duda sobre la compasión.
Releyendo el tema he conseguido sacar una idea más sobre los límites: la importancia que tiene que nos abran los ojos ante lo que somos capaces de lograr. Antes de leer este artículo nunca me habría imaginado que era posible usar un móvil con los pies, y supongo que igual que yo, la mayoría de la población ni siquiera se da cuenta de lo que somos capaces de hacer. Pienso que desde que éramos pequeños nos han educado en el "siempre haz lo mismo que los demás" y así acabamos pensando que "solo es posible hacer lo que los demás son capaces de hacer". Y hasta que no llega alguien con suficiente fuerza para demostrarnos lo que podemos conseguir, nosotros mismos no somos capaces de imaginarnos lo que podríamos hacer. Es triste ¿no? que no nos eduquen para ser todos así, como este hombre, con nuestros propios límites, y que desconozcamos tanto que ni siquiera sepamos de lo que somos capaces. Simplemente cambiando esto, la humanidad avanzaría kilómetros.
Hola, José:
ResponderEliminarMuy cierta tu reflexión: los verdaderos límites nos los ponemos nosotros mismos. De ahí la importancia de que no nos pongan las cosas fáciles.
Hemos de aprender a superar barreras, retos, dificultades…, para así crecer y demostrarnos que podemos hacer casi cualquier cosa con la sola fuerza de la voluntad; pero no de cualquier voluntad, sino de esa que aúna inteligencia y corazón.
Correcciones:
-Primero gracias por la ayuda… (Primero, gracias por la ayuda…).
-Es triste ¿no? que… (Es triste, ¿no?, que…
Muy buena reflexión, José.
Alguna tarde has de proponerte estudiar a fondo el tema de las comas, porque alguien con tus ideas necesita un nivel alto en ortografía. Fondo y forma han de brillar igual.
Un saludo.